Capítulo 40

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MAYA


Desde que he abierto los ojos, hace dos meses, me he sentido confundida. Me he desesperado un montón durante toda la recuperación porque hay muchas cosas que necesito saber y conociendo a Adam, supuse que les había ordenado a todos no decirme nada hasta que me den el alta médica. Si me esforzaba por hacer preguntas concretas, de todas formas no me las contestarían.

Es una situación extraña todo esto, para mí es como si esa tarde en la que Evan me disparó hubiese pasado un día antes de despertar, incluso el mismo día. Comprender que estuve en coma e ignorar cuánto tiempo ha pasado, me vuelve loca internamente. Creo que no ha sido mucho, de otra manera ya me lo habrían dicho.

Adam se mira igual que ese último día, la única diferencia es que ahora trae una ligera capa de barba que no traía entonces. También trae otro peinado. ¿Cuánto tiempo ha pasado en realidad? ¿Días? ¿Meses? ¿Me lo dirán ya con mi obvia recuperación?

Lo último que recuerdo es el rostro de Adam mientras yo caía al suelo. De algún modo me siento perdida en mis pensamientos. Es como si después de eso apareciera una nube blanca en mi mente. Como si por más que lo intente no pudiera recordar nada. Estoy en nuestro apartamento discutiendo con Evan, luego los disparos y luego he despertado aquí.

Lo primero que hice al despertar fue decir el nombre de Adam, o más bien intentarlo. Por un momento pensé que Evan le había disparado después de mí y esa idea pasó por mi mente mientras se volvía todo negro. No quería vivir más sin él, sé que suena exagerado, pero, sencillamente Adam y yo estamos conectados de una forma muy difícil de explicar.

Cuando lo vi después de haber despertado, sentí que me ahogaba, todos esos tubos no me permitían hablar y lo único que deseaba es que Adam me tocara para saber que era real, que estaba vivo, que seguía conmigo. Y así, gracias al cielo, lo está.

La puerta de la habitación se abre lentamente y miro entrar a mamá, no entiendo por qué luce tan triste siempre que viene a verme. También se disculpa todo el tiempo como si ella tuviese la culpa de lo que pasó, y llora. Puede que no la entienda porque no tengo hijos y solo se trate de lo afectada que continúa por esta situación, como Adam, como yo.

Aún me parece de ficción haber sobrevivido, sigo sin adaptarme a la idea.

—Mamá.

—Hola mi amor. —Sus lágrimas salen en cuanto termina de hablar, como todos los días.

—Mamá —repito y aprieta mi mano.

—Maya, no te imaginas la alegría que hay en mi interior, estás recuperada, todo el mundo pensaba que te llevaría más meses volver a ser tú y mírate, mi princesa. Yo... yo... pensé que nunca despertarías, y ahora estás tan bien, antes no mostrabas mejoría alguna, han sido tiempos tan difíciles, hija. A veces no sabía de dónde tomar fuerzas. Me partía el alma verte en esta cama. Podría morir de felicidad ahora mismo, creí que nunca te volvería a escuchar.

—Pero lo he hecho... he... yo he vuelto.

—¿Cómo te sientes, mi amor? —Acaricia mi cabello—. Te darán pronto el alta médica.

—Estoy bien mamá, desde que he vuelto a hablar con normalidad me siento de maravilla —admito y mamá se suelta a llorar otra vez.

—Mamá, lamento haberte asustado —le digo consciente de que la noticia debe de haberla vuelto loca—, pero, ¿pasa algo que yo ignore? Desde la primera vez que volví a verte no paras de llorar, te disculpas, no lo sé. ¿Qué ocurre? No te sientas mal por mí, saldré adelante. Voy a superar esto. Te lo prometo.

¿Cómo volver a ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora