Capítulo 33.

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MAYA

Hay un ligero momento en el que dejo de escuchar mis palpitaciones y en lo único que puedo concentrarme es en el sonido de los pasos de Evan en el suelo. Con cada paso que da hacia adelante yo doy uno hacia atrás, lejos de la salida, lejos de la solitaria oportunidad que tengo de escapar. La puerta se cierra y con ella mis esperanzas de salir corriendo.

"Vamos, Maya. Solo tienes que esperar unos minutos, los guardaespaldas están abajo, vendrán por ti porque les has dicho que tardarías un minuto y cuando no te vean salir, vendrán." Me repito esa larga oración una y otra vez en mi mente. Todo estará bien, tengo que hacer lo que Evan me pida y todo estará bien, no debo alterarlo y tengo que conservar la calma.

Me sigue apuntando con su arma y yo continúo sin entender qué demonios pasa. ¿Por qué hace esto? ¿Cuáles son sus motivos? Es demasiado pensar que está apuntándome con un arma porque no llegamos a nada sentimentalmente, es absurdo, incluso, creer que esto se deba a algo como eso.

Evan y yo nos conocíamos muy poco, nunca fui su novia y dudo mucho que se haya enamorado de mí en tan poco tiempo. Entonces, ¡¿por qué carajos está intentando hacerme daño?!

—Evan —intento establecer algún tipo de conversación con él.

—No hables, no digas nada porque me pones nervioso y no querrás que una bala se escape accidentalmente, ¿cierto? —Se da unos toquecitos con el arma en su cabeza.

Mi respiración se altera y puedo sentir cómo mis ojos están llenos de lágrimas, con las cuales lucho. Llorar lo alterará más, necesito pensar bien por una vez en mi vida, necesito salir de aquí viva. Me quedo estática en el mismo punto. Ya han pasado varios minutos y nadie viene por mí.

No me desanimo, creo que los dos tipos que supuestamente me cuidan, seguro piensan que he decidido quedarme más tiempo. Vuelvo mis manos puños y es cuando recuerdo que tengo mi teléfono en mi mano izquierda. Si aprieto la pantalla tantas veces como pueda, algún número se marque y puedan escuchar que estoy con Evan y que quiere hacerme daño.

Sé que si me muevo, él se dará cuenta de que trato de comunicarme con alguien, ya es un milagro que no se haya percatado de mi móvil. Mira hacia todos lados y el labio inferior le tiembla. Aquellos ojos azules que antes me habían parecido hermosos, me dan miedo. Tiene la mirada perdida, como si no fuera él.

Poco a poco muevo mi pulgar por la pantalla, primero tengo que ingresar mi código de seguridad y es cuando pienso que tener código de seguridad es una mierda porque no hay forma de que ponga el código exacto si no miro la pantalla.

Muevo un poco mi teléfono y lo nota. ¡Joder! Ha sido el más mínimo movimiento. Da pasos rápidos hacia mí y me arrebata el teléfono, mi pecho sube y baja con esmero y cuando creo que no me hará daño, el frio material de la pistola impacta con mi quijada.

Duele como el infierno y el golpe me tira al suelo. El sabor de la sangre llega pronto a mi paladar y las lágrimas salen de una vez. La calma se va al demonio y empiezo a hablar sin parar. Si los malditos guardaespaldas no se dan cuenta de nada, los vecinos tienen que escucharme.

—¿Por qué haces esto? —trato de sonar firme y segura y soy la representación de debilidad—. ¿Qué te hice, Evan? Yo nunca quise lastimarte, nunca lo intenté, por favor, déjame ir, tú no quieres hacer esto. No le diré a nadie, te lo juro, por favor —imploro.

—Creí que eras alguien humilde, pero veo que el imbécil de tu novio te ha elevado el ego, ¿crees que esto es porque me utilizaste mientras intentabas olvidar a ese hijo de puta? ¡Estás tan equivocada!

—¡Entonces por qué haces esto! ¿Por qué? —hablo descontrolada. Evan me mira y sonríe.

—Seré honesto contigo, solo he dicho que no gritaras para darle más dramatismo al asunto, pero, no importa cuánto grites, nadie vendrá por ti. Los tipos que te cuidaban antes, eran muy buenos. Tuve que ser muy inteligente para entrar aquel día al edificio sin que lo notaran y fueron despedidos por descuidarse un segundo.

¿Cómo volver a ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora