Capítulo 23.

27.1K 2.1K 573
                                    

MAYA

Se duerme enseguida, lógico, si está hecho papilla. Yo, en cambio, me quedo despierta hasta muy tarde. Ha tenido otra de sus crisis o quizás solo fue su forma de expresar frustración. Ya no lo sé. Mientras escucho su respiración pacífica y lenta me entran muchas ganas de gritar, y hasta llorar.

Puede que pocas veces me transmita sus motivos de manera correcta, estar con él es todo un reto, siempre lo fue. Esta vez, a pesar de su error, ha tenido razón, no sé qué demonios le ocurre a Evan, es como si de pronto hubiera recordado que nos odia, pero eso es imposible, no lo conocíamos de antes.

También me siento terrible por la confesión de Adam, darme cuenta de que el chico que ahora duerme tranquilamente a mi lado ha creído todo este tiempo que pretendo que sus problemas con la ira desaparezcan por arte de magia, me lastima. No lo creo así, de ninguna manera.

Adam no está dañado, es un chico que empezó a descontrolarse desde muy pequeño y no tuvo el apoyo y cariño que un niño necesita para entender que tendrá problemas para ciertas cosas, situaciones y momentos específicos y a pesar de eso puede llevar una vida normal. La muerte de Alicia lo empeoró todo, evidentemente.

Ahora, estamos como hace un año. Cuando en su afán de defenderme de todos y todo ha terminado moliendo a golpes a alguien que seguramente hará una denuncia formal y que seguirá aumentando sus ideas erróneas, su inseguridad.

Hoy he descubierto que Adam White cree que nadie puede amarlo de verdad tal y como es, teme perderme, no porque otro tipo aparezca, teme perderme por su forma de ser, y eso me duele tanto. Creí que era cosa del pasado, que ya no tenía dudas de él mismo, que ahora estaba seguro de la persona que es y no es así. Se supone que la chica llena de inseguridades soy yo, no él.

Me pego tanto a su cuerpo que creo que lo estoy lastimando, pero está tan dormido que no se queja ni se despierta. Finalmente me duermo también.

Al despertar, me quedo varios minutos mirándolo. Me salgo de la cama con mucho cuidado para no despertarlo, no iré a la universidad hoy. No debería faltar o terminaré reprobando alguna clase, sin embargo, creo que nos hará bien pasar la mañana juntos, hablar un poco y llegar a acuerdos.

Además, he amanecido con la idea de ir al hospital y pedirle a Evan que no denuncie a Adam. Sé que Ernesto puede liberar a Adam en un tronar de dedos, pero no se trata de eso. No quiero que la policía venga, que Adam esté encerrado, ni siquiera cinco minutos y menos en el estado que aún mantiene.

Decido llamar a Becca antes de hacer el desayuno, la echo de menos. Me responde casi de inmediato. Ya extrañaba su voz, su risa, sus comentarios inapropiados.

—No me jodas, ¡han vuelto! Después de todas las veces que dijiste que jamás volverías con él, incluso la vez que dijiste y cito: "Oh Becca, quisiera no haberlo conocido nunca"—se burla.

—¿He cometido un error? —pregunto.

—Claro que no, si es lo que te hace feliz, lo que tú querías, es lo correcto. Cariño, recuerda que no puedes decidir en base a lo que los demás piensan, quieren o esperan que hagas. Tú amas a Adam y él te ama a ti, que te importe una mierda lo que opinen los demás.

—A veces no todo lo que queremos es correcto o bueno.

—Maya, tienes razón, no todo lo que queremos es lo que debemos hacer, pero el amor está lleno de contradicciones. Sé feliz.

—¿Por qué demonios no estás conmigo, Becca? Me haces mucha falta.

—Es que Julia no es tan genial como yo —se ríe—. Ahora, Evan se miraba buen chico, tranquilo. Tampoco entiendo qué le puede estar pasando. Pero te agredió físicamente, hazle caso esta vez a Adam, no te le acerques más. No vayas al hospital, los White harán que Adam no esté en prisión.

¿Cómo volver a ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora