Capítulo 17.

31.5K 2.2K 645
                                    


Adam.

Mamá y Maya han salido por un café y yo me he quedado pensando en que mi madre es capaz de decirle todo sobre la beca. Aún recuerdo el rostro de mamá cuando anuncié que quería que Maya estudiara en Yale y necesitaba su ayuda.

Al final, después de hablar con media universidad llegamos a la persona indicada y fue así como logramos ingresarla con todos los gastos pagados. No me importa el dinero, me importa que ella logre sus metas y objetivos en la vida, que sienta que nada puede detenerla y que es capaz de llegar a donde sea que desee llegar y si puedo ayudarla en el proceso, lo haré, aunque se enfade.

He llegado a la conclusión de que lo mejor es que, yo mismo se lo diga y no quiero hacerlo porque nos provocará un problema que considero innecesario. Además, ahora mismo tengo mi mente en otro lado, en lo que acaba de ocurrir en el baño, precisamente.

Supongo que otro hombre se sentiría intimidado por todo lo que una pequeña saltamontes está provocando, pero, yo me siento tremendamente afortunado, lleno de vida, con el corazón latiendo a un ritmo alarmante y la sangre recorriendo por mis venas de forma abrumadora, porque sí, Maya provoca tantas cosas en mí que la sola idea de perderla me enloquece.

Y ya sé de sobra que no debería sentirme así, con tanto temor y miedo. El problema es que sin importar lo que ella o mi familia me digan, sigo siendo un hombre con un problema que no tiene cura, que me hará explotar más de una vez en el futuro, que cuando se prende en mí, no hay manera de que yo lo apague hasta que la crisis haya pasado, hasta que yo me haya descargado. Quisiera ser alguien sano para Maya.

A veces siento que necesito nuevamente las peleas, sacar mi frustración sin experimentar culpa por haberle roto la cara a alguien y luego recuerdo que ella quería que lo dejara de hacer, eso es lo que más amo de Maya, me hace sentir como alguien normal, creer que puedo ser capaz de actuar, y vivir de una forma en la que jamás pensé lograrlo y eso no lo cambiaré por nada ni nadie.

Mis inseguridades salen a flote cada vez que pienso en ello.

"Ella te ama, te ha perdonado todo", me dice una voz en mi mente y la sensación extraña no desaparece de mi pecho.

Intento no ser tan pesimista y creer que mamá de verdad lo está llevando bien y que nada se interpondrá en nuestra relación; que esta vez lo lograremos, nos quedáremos justo uno al lado del otro sin importar qué pase.

—Mamá ha dicho en el auto que debemos tratar con cortesía a Maya. Creo que ha olvidado que la única que la ha tratado mal es ella —comenta Anthony y recuerdo que tengo más de diez minutos fingiendo escuchar sus bromas de mal gusto por mi accidente, y al decir el nombre de Maya han recuperado mi atención.

—Mamá está loca —agrega Franco riéndose.

—Ajá —respondo meditabundo.

—¿Qué te pasa? —se interesa Franco—. ¿No estás contento con tu hobbit? —se burla.

—¿Crees que se enfade demasiado con todo ese asunto de Yale?

Anthony no tiene idea de lo que hablamos pero Franco ha estado enterado de todo desde el principio.

—Creo que se enfadará si no se lo dices tú y ya sabes que hay personas que están al tanto de ese asunto y podrían decírselo... mamá, Miranda.

—Bien —es lo único que respondo. Se lo diría cuando estuviéramos instalados en el apartamento y no antes. De hecho, el apartamento sigue vacío. Sé que no será mucho tiempo el que tarde en aceptar finalmente mudarse conmigo.

No puedo hacer mucho desde esta cama respecto al apartamento, no sé cuánto tiempo esperarán para darme el alta médica y aunque lo hagan, no podré hacer prácticamente nada. Quiero tener listas todas las cosas esta misma semana; así que cuando la puerta se abre y katherine aparece no tardo nada en pedirle ayuda.

¿Cómo volver a ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora