Maya.
—Se acabó, Adam. Se terminó, lo nuestro está muerto y te suplico que te mantengas alejado de mí.
Sus ojos me miran con tanto dolor reflejado en ellos que estoy a punto de volverme a lanzar a sus brazos y sentirme cerca de él, de su cuerpo una vez más. Hubo unos segundos en los que he estado a punto de decirle lo que siento por él, es decir, lo que realmente siento por él.
Toda esta rabia y furia que siento ahora mismo solo es producto de lo doloroso que fue que no confiara en mí, pero lo cierto es que lo he abrazado porque me moría por hacerlo.
Lo extraño, joder, lo extraño a rabiar.
¡Dios! Es muy difícil mantener una decisión cuando la persona que amas está justo frente a ti pidiendo otra oportunidad; el problema es que ya la tuvo, han pasado demasiados meses, mucha lejanía.
Entro a la residencia y no lo miro ni una vez. Necesito estar sola y ruego al cielo, mientras llego a mi piso y camino a mi habitación, que Julia no esté. Abro la puerta fingiendo una sonrisa en caso de encontrarla y cuando miro las dos camas vacías, las lágrimas inician a salir.
¿Ya no había derramado suficientes lágrimas por Adam? ¿Por qué sigo llorando? Tengo que entender de una buena vez que lo que dije es cierto, lo nuestro está muerto aunque nuestros sentimientos no lo estén.
Los cuentos de hadas no son reales, y toda esas tonterías en las que creía mientras estaba en la escuela también han muerto.
Me dejo caer en la cama emocionalmente agotada, de pronto recuerdo a Evan, primero le he dicho que Adam solo es pasado y he preferido quedarme a hablar con él. Le pedí que se marchara con la excusa tonta de que hablaría una última vez con Adam para dejarle claro que no quería saber más de él como si de verdad necesitaba explicarme. No, no debía.
Aunque, en todo caso, me ha quedado claro que sus intenciones no son únicamente amistosas, y pudiese tomarlo como un tobogán de escape, usar a una persona para olvidar a otra es lo más inmaduro que un ser humano puede hacer y vaya que yo estoy en la lista de más inmaduros del mundo. No en esto. No esta vez.
Sin embargo, tomo mi teléfono y le envío un mensaje completamente segura de que no responderá. Le he escrito algo muy sencillo, una disculpa más bien, y mis intenciones de ser su amiga y más nada. Unos cuantos minutos después obtengo una respuesta que no me esperaba.
"¿Comida china en tu residencia?"
Dejo mi teléfono unos segundos sobre la cama. Eso significa dejarlo entrar no solo a la residencia, sino también a mi habitación. Julia y yo no tenemos ninguna regla de chicos respecto a nuestro espacio privado, es solo que aún sigo siendo aquella niña inocente. Me muerdo los labios nerviosa y pienso en que no es demasiado, es lo que hace todo el mundo y yo estoy aquí dudando de hacerlo o no.
Solo seremos amigos.
Contesto positivamente y me pongo de pie, arreglo mi cabello y maquillo un poco mi rostro. Mis ojos están inflamados y lo último que quiero es que se note. Miro toda la habitación con cuidado, no deseo que vea ningún objeto privado o algo que me avergüence no solo a mí, también a Julia.
Me sobresalto cuando tocan la puerta. Respiro profundamente un momento antes de abrir. Ahí están los ojos más azules de todo Connecticut, me muestra las bolsas con comida como ofrenda de paz, como si él tuviera que disculparse por algo.
Lo dejo pasar y miro hacia todos lados. Esto es más incómodo de lo que pensé. Solo a mí se me ocurre invitar a alguien a mi habitación cuando tengo tan poco tiempo de conocerlo.
ESTÁS LEYENDO
¿Cómo volver a ti?
Teen Fiction*Segunda parte de ¿Cómo estar sin ti?* Adam sabe que su vida cobró sentido cuando Maya apareció en su camino, Adam sabe que no volverá a amar a nadie como a Maya, Adam sabe que desde que Maya no está todo es oscuro y turbio, Adam sabe que está dest...