Capítulo 1.

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Maya.

Antes...

—¿Algún día estaré bien? —le pregunto a Becca mientras recoge los pedazos de los papeles que acabo de hacer trizas.

—No debiste romper esto, Maya. Te ha dejado la casa.

—¿Y eso qué? No puedo aceptar algo como eso, menos cuando piensa tan mal de mí. Esta casa puede podrirse en el abandono.

—Pero, Maya. ¡Es una casa! Podrías venderla y obtener dinero para tu universidad. No es justo que por su desconfianza, aparte de romper tu corazón, también te quedes sin la oportunidad de estudiar, tú siempre has querido prepararte.

—Yo no quiero dinero, ni siquiera quiero ir a la universidad. Lo único que quiero es sacármelo de aquí. —Señalo mi pecho dolido, dañado—. Debiste advertirme, debiste decirme que enamorarme era la peor locura que podía cometer.

—El amor es así, puede subirte hasta el cielo o hacerte bajar al infierno. Pronto estarás bien.

Han pasado dos meses desde la última vez que miré a Adam, dos meses en los que no he hecho otra cosa que lamentarme y cometer estupideces. Intenté volver a la escuela pero no tardé ni medio segundo en atacar como un animal salvaje a Amelia, ese día la escuela entera descubrió que su largo cabello no era más que extensiones.

Por supuesto llamaron a mi madre enseguida. Antes de que entrara a la dirección le supliqué que me ingresara en otra escuela, no podía recibir todas y cada una de mis clases con dos seres que, sin importar el daño que podían causar sus acciones hicieron todo para lastimarme de esta forma.

Aunque si lo pensamos bien aquí hay un único culpable: Adam.

Ya sé que hice mal en ser tan ingenua y beberme aquel líquido como si no hubiese escuchado cientos de veces que no hay que ingerir nada que no sea supervisado por ti mismo en las fiestas, pero vamos, era Tyler, jamás creí que me hiciera daño, y al final de cuentas tampoco creí que Adam me lo hiciera y aquí estamos, ¿no?

Mi madre dijo que cambiar de escuela, casi a mitad de año no favorecería mi expediente en la universidad. Recuerdo haberle dicho que no entraría a ninguna. Solo contaba con un trabajo en donde ganaba una miseria y yo tendría que conseguir uno de medio tiempo.

Me aseguró que todo estaría bien, que si me iba de la escuela les demostraría que ganaron. Era tan fácil decirlo: "No dejes que te ganen". El problema es que ya lo habían hecho, Adam ya no estaba conmigo.

Entrar a la casa en donde pasé los mejores días de mi vida y descubrir que ya no era de él, sino mía, fue una gran sorpresa. Me parecía extraño que después de dos meses nadie viniera a verla, al principio pensé que Adam solo la rentaba, luego creí que la había comprado y que en tal caso la vendería, pero nunca vino nadie y en mis crisis, en donde me gustaba imaginar que seguía allí, me llené de valor y entré.

No encontraba el collar que me dio por ningún lado. Pensé que lo había perdido el día que Amelia y Tyler me drogaron o que los días siguientes me lo arranqué del cuello sin darme cuenta. Pero sabía que me hacía falta un lugar en el cual buscar. Justamente estaba aquí, en uno de los cajones del armario. Verlo fue como un choque contra una de las paredes. ¡Maldita sea!

¿Por qué no pudo creerme? Nadie mejor que él sabía que era demasiado inocente como para estar con otro hombre. Nadie mejor que él sabía que mis únicos momentos atrevidos los provocaba precisamente él y lo primero que hizo fue dudar de mí.

Entiendo que la escena fue demasiado. A veces trato de imaginar que soy yo la que entro a una habitación y lo encuentro desnudo con Miranda e imagino todo lo que sentiría. Pero si él me hubiese dicho que lo habían drogado, yo le hubiera creído.

¿Cómo volver a ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora