Capítulo 15.

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Adam.

Me despierto y no miro ningún rizo cerca de mí. Abro mucho los ojos e intento sentarme en la cama y no puedo, el dolor es instantáneo. Aunque he fingido todo el tiempo frente a Maya para no preocuparla, la verdad es que me duele el jodido cuerpo entero y siento que la cabeza va a estallarme.

Realmente me había quedado dormido mientras manejaba y es un milagro que no me haya muerto. Al menos ser tan estúpido me ha dejado algo maravilloso, he recuperado a Maya.

Si ella supiera todo lo que se movió en mi interior cuando ha dicho que volvería conmigo, se sorprendería del efecto que tiene en mí. Encontrar a una persona que me aceptara como soy era algo imposible años atrás.

Pero he tenido suerte, la mayor suerte del mundo y me atrevo a decir que de todos los seres humanos, porque la he conocido, porque he encontrado ese hogar que tanto buscaba, mi calma, mi paz. Maya ha pasado de ser la vecina que llamó mi atención en cuestión de segundos, a ser el amor de mi vida.

No puedo siquiera imaginarme con alguien más, no puedo obligarme a pensar en alguien más, me tiene completamente a su merced y no me importa que lo sepa, ni ella ni las personas en mi mundo oscuro, no le tengo miedo al poder que tiene sobre mí, porque no me minimiza ni me hace ser alguien que no soy, me ayuda a encontrarme, a aceptarme, va conmigo de la mano, ni un paso adelante, ni un paso atrás. Soy afortunado.

Solo quiero que esta vez funcione de verdad y no volverme a separar nunca más de ella.

Con mucho esfuerzo logro apretar el botón azul. Sigo sin creerme que me haya fracturado tres dedos y mi pierna tiene una férula, eso me indica que no está fracturada y solo se trata de una lesión, ¡pero cómo duele, joder!

La enfermera, llamada Melly, aparece varios minutos después, con mi madre, a quien le pregunto por Maya y me ignora.

—¿No vas a decirme en dónde está Maya? —insisto.

—Tienes que parar con tu obsesión con esa chica. No me dijo dónde iba. No lo sé.

—No es obsesión, madre, la quiero y hemos vuelto. Para que lo sepas de una vez.

Niega con su cabeza y me deja solo con la enfermera. En cuanto cierra la puerta la ataco con preguntas que son contestadas mientras revisa mis signos vitales y mi mallugado cuerpo. Mi mayor curiosidad es si podré, digo, funcionar íntimamente con todo estos golpes, si a mi madre le parece obsesión mi amor por Maya, si supiera cuánto la deseo se espantaría.

Maya es preciosa, puede que no sea muy alta, de acuerdo, no es alta, y que a mi lado se mire mucho más pequeña de lo que realmente es, pero es hermosa, perfecta. Cuando vuelva le pediré que recoja todas sus cosas de la residencia y se mude conmigo. Ella lo había dicho:

"Si te despiertas me iré a vivir contigo"

He escuchado cada palabra que salió de su boca. Supe en ese momento que en cuanto me despertara la recuperaría y no la soltaría jamás.

—Bien, campeón. Toca ducharte y necesito que dejes la vergüenza para otro momento —me dice la enfermera.

¿Ducharme? ¿Ella va a ducharme?

—¿Hay alguna posibilidad de que sea mi novia quien me ayude a ducharme?

—Sí, claro. Pero tenemos que hacerte exámenes y es urgente que te duches.

—Pues me haré los exámenes después, cuando me haya duchado mi novia —repito y la enfermera sonríe un poco. Es bastante joven, seguro no llega ni a los treinta.

—¡Vaya que estás enamorado! —comenta.

—¿Se nota? —sonrío como un idiota.

—Después de tus exigencias con la cama extra, créeme, todo el hospital se ha dado cuenta.

¿Cómo volver a ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora