Capítulo 10.

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Adam.

No termino de creer que la tenga debajo de mí, total y completamente desnuda. Mi miembro se ha puesto duro desde que estrujé su cuerpo con el mío, desde que su aroma invadió mis fosas nasales, desde que inició a titubear porque está afectada igual que yo.

Esto es enfermizo, la forma en la que me siento ahora mismo, el deseo que explota por todos lados, las casi incontrolables ganas de escucharla decir que estamos juntos una vez más.

Dejo caer mi rostro en medio de sus pechos, inhalo su olor, la ligera capa de sudor que la cubre enciende aún más mis sentidos. Paso mi lengua y subo hasta su cuello y luego a su oreja derecha, tomo el lóbulo con mis dientes y agilizo mis movimientos. La forma en que echa la cabeza hacia atrás y jadea me vuelve loco.

He decidido ser tierno, a pesar de que quiero tomarla, hacerla vibrar y hasta gritar. Pero, no es cualquier mujer la que está debajo de mí, es mi Maya, no merece menos que una adoración profunda, que sienta cuánto la he extrañado, cuánto la he necesitado y cuánto aún la amo. Sobre todo, cuán arrepentido estoy de mis elecciones pasadas. Tomo sus caderas y apenas solo un poco me hundo más, me muevo más.

Sus pequeñas piernas consiguen envolver mi cadera y entro del todo, invadiéndola por completo, haciendo movimientos circulares y vuelvo a explorar su interior, ella se remueve en mis brazos, me muerde un hombro, sus uñas están en mi espalda. Aparto los mechones sueltos de su pelo sobre su cara y me pierdo en el verde de sus ojos, en su bonito rostro, en sus mejillas sonrojadas como si fuese la primera vez que estamos juntos.

—Adam —murmura y la invado con más fuerza—. Oh, Adam —vuelve a balbucear.

—Adam, sí, ese es el único nombre que saldrá de tu boca, hobbit. Te he extrañado tantísimo.

—Y yo a ti —responde con voz temblorosa. Ha aceptado que me extraña y me detengo—. ¡No te detengas! —me riñe y me río, mi pequeña saltamontes ya no es tan pequeña.

—¿Quieres más de esto? —pregunto mientras saco mi miembro, tomo su delgada cintura y la atraigo hacia mí al mismo tiempo que dejo ir mi miembro a su interior. Sus ojos se abren y aunque hay ternura en ellos, predomina el deseo. Toma mi cuello con sus manos y tira de mí hasta que vuelvo a caer sobre ella y me besa. Aminoro el ritmo y sigo besándola—. Te amo, Maya.

No responde nada y sé que no lo hará después y que no querrá hablar sobre esto y aún así guardo una pequeña esperanza y todo volverá a ser como antes.

Esto es el paraíso; tenerla así, en mis brazos, húmeda y gimiendo para mí, su cuerpo desnudo y mirando cómo se retuerce de placer. Caigo sobre ella cuando termino en su interior. No se mueve y no dice nada de inmediato. Aprovecho los últimos momentos de paz que nos quedan y me ubico a su lado, me acerco a su rostro y beso sus labios, aún responde sin hacer escándalo.

Pruebo su boca con delicadeza, sin prisas. Me temo que la señorita "aléjate de mí" aparecerá en cualquier momento. No me importa soportarla, la amo en todas sus facetas.

—Maya —susurro.

—Nada ha cambiado —me responde y se pone de pie, recoge su ropa y se viste frente a mí sin pudor alguno. La imito pero no me iré de aquí sin hablar con ella.

—Oye, lo que acaba de pasar significa mucho para mí y...

—No, escucha tú —me interrumpe—. No puedes aparecerte así y manipularme con tu maldita seducción.

—¿Manipularte?

—Sí, me has manipulado —dice furiosa.

—¿Yo te manipulé? ¿Te he puesto un cuchillo en la garganta para que me permitieras tocarte? ¿Te he amenazado con algo?

¿Cómo volver a ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora