Aquello me resultaba un poco tenso pero debía hacerlo. Necesitaba que alguien estuviera al lado de Hugo mientras yo estaba de viaje durante unos días. Pero también hubiese sido necesario aunque yo no hubiera decidido ir a visitar a la familia de Hugo. Sentía que debía formar parte de él, que debía ayudarle en todo lo que pudiera... Y que debía conocerle más, aunque en lo más profundo de mi alma me doliera lo que encontrara.
Abrí la puertecita de hierro que había entre plantas y entré dentro de un pequeño patio que daba entrada a una puerta de madera. Era un piso de planta baja y parecía ideal para estudiantes. Acerqué mi mano al timbre con mucho cuidado y piqué con mucha suavidad. Cerré los ojos con fuerza pensando en lo que iba a decirle a aquel chico. Gracias a Dani sabía donde vivía Hugo y cómo se llamaba su compañero de piso.
-Hola, Nano. ¿Cómo estás? -Su pelo rubio, a juego con su piel morena, me hicieron recordar a alguno de los vigilantes de la playa. Parecía más joven que Hugo y yo, aunque tampoco demasiado, quizá dos años. Se apoyó en el marco de la puerta; entrelazó sus brazos, provocando que se le notaran mucho los músculos; y me miró con el ceño fruncido.
-Lo siento, pero no sé quién eres. -Me susurró mientras me analizaba con la mirada.
-Soy Eva Barreiro. -Le extendí la mano con una sonrisa en la cara. Él se lo pensó bastante pero finalmente me correspondió con ganas.
-Sigo sin saber quién eres. -Ahora fue él quien me sonrió. -Lo siento.
-Digamos... Que soy una amiga de Hugo. -Me miró con extrañeza y se colocó recto dejando atrás el marco de la puerta.
-Pues lo siento muchísimo, pero Hugo... -Carraspeó con fuerza, intentando encontrar las palabras. -Hugo tuvo un accidente hace unos meses y... Bueno... Está...
-En coma, está en coma. -Le dije con seriedad y demostrándole que no tenía mucho tiempo para presentaciones allí fuera. Me miró completamente embobado. -Mira, Nano... Solo quiero hablar contigo, por favor. -Mi súplica pareció convencerle porque enseguida me dejó un pequeño espacio para que pudiera entrar a su casa.
***
-Creo que tienes que buscarte una novia... -Le oí suspirar como si fuera un adulto. Yo reí al escucharle. "¿Por qué debería buscar una novia?" -Debes hacerlo. Así, cuando despiertes ya la tendrás. Si no se te pasará el arroz... Hay unas chicas muy guapas por el mundo... Hay una niña de mi clase que está coladita por mí y dice que cuando tengamos veinte años, pues nos casaremos. Aunque yo le dije que si no le crecían las tetas... Pues nada de nada. -Hubiese reído hasta el cansancio. Debería darle unos cuantos consejillos sobre lo que es realmente importante al buscar pareja, en cuanto despertara de este maldito coma. -¿Te gusta alguna chica? -Su pregunta sonaba cotilla. -Bueno, no hace falta que me contestes... -Dijo en tono cansado. "Sí, pero no solo me gusta..."-Yo creo que Eva y tú haríais muy buena pareja. -Yo no sabía si la haríamos porque no tenía ni la menor idea de cómo era físicamente. -A veces lleva el pelo ondulado... Aunque casi siempre lo lleva liso. ¡Las mujeres no se aclaran! -Volví a reír aunque ahora mismo me interesaba que continuara con su descripción. -Sus ojos son grandes... Y de un azul profundo. -Pareció pensárselo bien. -Es blanquita de piel... Y su cabello es suave, castaño y muy largo. No es muy alta... ¡Y tiene una naricilla muy mona! -Sus explicaciones no eran demasiado explícitas pero le di las gracias interiormente por haberme dicho como era aquella mujer tan maravillosa y que me había devuelto las ganas de vivir. -Y a veces viene y se queda mírándote en silencio con los ojos tristes. -Sí, aquello también lo sabía. -¿Qué te parece si es ella tu nueva novia? ¿Te gusta? –"Sí, mucho", suspiré frustrado. -No te oigo pero veo en tu cara que sí te gusta. Después, cuando venga, podrías decirle que sea tú novia. -Parecía una tontería de críos pero yo me lo tomé muy en serio.
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Hasta escuchar tu voz
FanfictionConsideraréis esta historia como una especie de obsesión por mi parte, pero no os preocupéis, estoy loca... Pero solo por una persona; por el hombre que me enseñó a vivir, que me enseñó a respirar por primera vez, a mis veintiséis años. Me enseñó qu...