"Una veintena de papeles se mezclaban en la mesa de madera de aquella pequeña heladería de ciudad..." Así es como podría empezar mi historia si la comenzaba a contar ahora mismo, pero desgraciadamente no estaba escribiendo un libro, sino las respuestas de un test psicológico para saber si estaba cuerda o me faltaban algunos tornillos. No era la primera vez que llenaba esa especie de formulario; ya había tenido unos cuatro o cinco papeles como ese en mis manos.
Nano apartó unos cuantos papeles hacia un lado cuando la camarera nos puso los batidos encima de la mesa y yo le daba las gracias por lo bajini, intentando no desconcentrarme de aquellas preguntas tan repetitivas.
-¿Cómo te llamas? Eva María Barreiro García. ¡Cómo si no lo supieran ya! -Nano me miró con aire divertido. Él se burlaba de mí mala leche a la hora de responder las preguntas. -¿Cuántos años tienes? Veinticinco, casi veintiséis.
-Solo puedes poner veinticinco.
-Ya lo sé, pero cuando acabe con todo esto de la adopción ya tendré veintiséis. -Le saqué la lengua burlonamente, mientras él bebía un poco de su batido provocando un pequeño ruido con la pajita.
-Haz lo que te dé la gana. Al final vas a hacer lo que te plazca... -Lo dijo sin ánimos, como si yo fuera un caso perdido.
-Esto de las adopciones es un caos... ¿Crees que lo conseguiré? -Lo miré con ojitos de cordero degollado.
-Eva, la cosa está difícil, pero creo que podrás con todo. Ya lo verás. -Me guiñó un ojo, dándome los ánimos que me faltaban.
-Adoptar a Dani va a ser una de las mejores cosas que haga en la vida. -Ya no pensaba en Dani como a un amigo, sino como a un hijo. -Pero todo es muy difícil. Si estuviera con alguien, si tuviera una pareja que tuviera también un trabajo estable y con un buen sueldo... Las cosas irían mejor. -Nano me miró con el ceño fruncido. Parecía extrañado por algo.
-Quien sabe... A lo mejor encuentres a alguien. -Le miré con seriedad.
-Sabes de sobras que a ese alguien ya lo he encontrado. -Chasqueé la lengua completamente disgustada por todo aquello.
-Pues no lo demuestras... -Giré la cabeza hacia un lado, intentando evitar su mirada el mayor tiempo posible. -Hace cinco meses que no vas a ver a Hugo.
-Sabes perfectamente que sí le voy a ver, pero no entro en la habitación... No tengo valor para hablar con él. En el fondo me siento muy perdida... -Dejé escapar un suspiro frustrado.
-Pues todo te lo has buscado tú. -Su frialdad no me gustó, así que bebí un sorbo del batido sin mirarlo.
-En cinco meses has perdido a dos personas... Siento ser tan brusco contigo, pero lo de Ivet no estuvo bien. Ella te quiere muchísimo, te has convertido como en una hermana para ella...
-Solamente es una criaja de dieciocho años, incapaz de entender que alguien se haya muerto y tu estés triste por ello. -Echaba mucho de menos a mi Ivet, pero mi orgullo podía conmigo. Me había portado fatal con ella y la insoportable había sido yo.
-Tendrá dieciocho años, pero es mucho más madura que muchos de su edad. -Nano sentía cosas por Ivet. Su rostro le cambiaba cada vez que hablaba de ella y parecía dispuesto a defenderla de cualquier cosa. -Lo está pasando fatal en su casa...
-Tiene dieciocho años ya es mayor de edad. -Farfullé con desdén. No podía más con aquella conversación... ¿Por qué nadie entendía el dolor que sentía al recordar a mí abuela, a la mujer que me había criado toda la vida?
-Solo quiero que sepas que yo hablo cada día con ella y cada día pregunta por ti... ¡Ha llegado a llorar, Eva! -Sentía asco de mí misma, cosa normal en mi. Ya ni siquiera quería pedirle perdón a Ivet, porque creía que no me merecía tener a una amiga como ella.
-Hoy hace dos años que Hugo está en coma y dentro de dos días es su cumpleaños. -Cambiar de tema era mi fuerte. Nano me miró con los ojos abiertos de par en par, con una seriedad bastante notoria y enfadado porque había deshecho aquella conversación lo antes posible.
-Ya lo sé... Hoy ya hace dos años del accidente. -Su voz se volvió triste y sombría. -Mi mejor amigo... -Nunca había visto a Nano llorar y pensaba que ahora sería la primera vez que lo viera, pero aguanto firmemente sus lágrimas y acabó de beberse todo el batido de un golpe.
-¿Qué sientes? -Quería escucharle hablar sobre Hugo, quería escucharle decir lo que sentía cada vez que pensaba en él.
-Un vacío... Siento que me falta algo de mi vida. Siempre ha sido así, desde que él se quedó en coma. -Ahora sí se le cayó una lagrimilla. -Pensar que cumplirá los veintiséis y no podrá disfrutar de ese día... Es tan injusto. -No lloré. Había llorado tantas veces que ya no tenía más lágrimas en los ojos.
-¿Qué crees que querrá hacer cuándo despierte? -Intenté transmitir un poco de positividad.
Nano me miró a los ojos mientras se secaba las lágrimas con las manos y sonriendo con fuerza, me dijo:
-Querrá jugar a los bolos y ver la película "El club de la lucha" por enésima vez.
***
Ya no quería pensar en nada, solo en la luz que me iluminaba desde hacía muchísimo. Siempre me cegaba antes de intentar atravesarla, pero ahora ya no tenía miedo. No podía tenerlo, debía aclarar muchos asuntos en la vida... mi vida. Quedarme allí, en medio de la oscuridad, sería un signo de cobardía para no enfrentarme a lo que tendría que enfrentarme en cuanto viera... ¿El techo? Mis ojos se abrieron y cerraron con rapidez ya que tenían que acostumbrarse a aquella luz desquiciada.
-¡Vaya por Dios, ahora no veo nada en absoluto! -Mi voz sonó más bien débil, pero clara y precisa. No hubo eco, no hubo oscuridad... ¿Dónde demonios estaba?
***
No hablamos mucho más del tema hasta que Nano dejó relucir una pequeña duda que se planteaba.
-Dime una cosa... -Me había estado observando todo el rato sin decir palabra y yo no le había llamado la atención para que no resultara vergonzoso. -Cuando vistes a Hugo en la fiesta... -Le escuché con detenimiento. -¿Él te vio a ti?
-No. -Dije con frialdad. No me apetecía hablar de aquello con él. Habían pasado muchas cosas desde entonces y mucho tiempo
-¿Estás segura? -Le dije que sí con la cabeza. Aunque ahora que lo pensaba y analizaba, puede que me viera de reojo... -Hugo estuvo obsesionado con una chica de ojos azules perfectamente perfilados, labios carnosos, cabello marrón-miel largo, sonrisa tímida... -Me latía el corazón a toda prisa y me ilusioné como una chiquillla. -Estuvo tanto tiempo hablando de aquella chica... -Se sumergió en sus propios pensamientos hasta que su móvil sonó con insistencia y lo cogió con la habilidad más propia de un mago.
-Sí, dígame... Sí. -Me miró con los ojos entornados y me susurró: "Me llaman del hospital". Algo en mi interior me decía que aquella llamada me cambiaría la vida. De repente, Nano se tapó la boca con las manos y abrió los ojos de par en par. -¡Dios mío! ¿Y cómo se encuentra, ha dicho algo...? Sí, claro, ahora mismo voy para allá. -Se levantó a toda prisa de su asiento, dejó el dinero de los batidos encima de la mesa y me cogió por el brazo, arrastrándome hacia fuera de la heladería, hacia la calle; no sin antes recoger los papeles que tenía esparcidos por todos los lados.
-¿Qué ocurre? -Estaba absolutamente aturdida.
-Hugo... Hugo... Ha despertado. -Ni siquiera me miró a los ojos. Su sonrisa de felicidad se perfiló perfectamente en sus labios mientras me arrastraba calle abajo camino al hospital. Yo me quedé en shock dejándome llevar... Ahora sí, ahora sí me quedaban lágrimas para poder llorar.
Mi amor... ¿Podrás perdonarme? ¿Sabrás quién soy?
_____________
Eva sigue adelante con la adopción y conversación intensa con Nano.
Y por fin ha llegado el momento... Hugo despierto, y ¿ahora qué?
Quiero leer teorías 👀
♥️
ESTÁS LEYENDO
Hasta escuchar tu voz
FanficConsideraréis esta historia como una especie de obsesión por mi parte, pero no os preocupéis, estoy loca... Pero solo por una persona; por el hombre que me enseñó a vivir, que me enseñó a respirar por primera vez, a mis veintiséis años. Me enseñó qu...