-Sebastián, ¿qué es lo que ocurre? ¿Por qué suena la alarma? -Ivet bajó de su gran habitación hasta la cocina, donde se encontró a un mayordomo con bigote negro y traje a juego.
-Señorita, usted no se preocupe, esto lo arreglará la policía. -Ivet parecía no entenderlo todavía, así que lo preguntó de otra manera.
-¿Qué ocurre? ¿A caso han entrado ladrones? -Su tono burlón dejó indiferente a Sebastián, quien continuaba con una postura recta y con los nervios a flor de piel.
-Esto... No son precisamente ladrones, pero creo que dos de ellos han entrado en la casona. -Ivet abrió los ojos de par en par y fue corriendo al comedor. Encendió la tele y comprobó el sistema de cámaras a través de ella.
-Señorita Ivet, usted no puede mirar el sistema de cámaras. Su madre le tiene prohibido usarlo... -Sebastián también venía corriendo detrás de ella, pero Ivet fue mucho más rápido y comenzó a hacer zapping, como si se tratasen de canales normales.
-¡Sebastián, si no me deja hacer lo que estoy haciendo, le diré a mi madre, a la señora Ana, que puede ir despidiéndole! Sé muy bien que es usted quien usa la piscina cuando nosotros no estamos y se pone a comer por las noches todo lo que encuentra por la nevera. -Sebastián dio un paso atrás muerto de la vergüenza al comprobar que lo habían pillado.
-Sí, claro, haga lo que tenga que hacer señorita... Pero he de prevenirla de algo... El señor que ha llamado al timbre dice ser el primogénito de esta familia y en la lista negra de su madre está apuntado. Yo no puedo...
-¡Hugo! -Ivet sonrió a la gran pantalla de plasma mientras veía a Hugo saltar de lo alto del muro a la hierba y hojas caídas que habían en el jardín. Y sin ni siquiera pensárselo, salió corriendo a través del comedor dejando a Sebastián con cara de pardillo entre el sofá y la televisión.
***
Nano seguía sin alcanzarme mientras corríamos entre hierba mojada y hojas caídas a causa de la llegada del otoño.
Creo que no corría desde que había acabado primero de bachillerato y nos obligaban a hacer educación física. En aquel momento, unas pisadas más fuertes que las mías me hicieron despertar de los recuerdos y miré hacia un lado sin parar de correr.
-¿Cómo me has alcanzado? -Pregunté con el ceño fruncido al tiempo que Hugo y yo girábamos a la izquierda, esta vez a través del camino de tierra que llevaba directo a la casa, la cual ya se veía al fondo.
-Fui campeón de atletismo en el instituto -Le sonreí, me acerqué un poco a él y entrelacé mis manos con las suyas sin dejar de correr.
-Me da la sensación que me estás mintiendo... -Reí levemente y él soltó una carcajada en el momento que Nano pasó por nuestro lado y nos adelantó.
Hugo y yo paramos de correr en el momento que vimos a Nano abrazar a Ivet como si en ello se le fuera la vida. Los dos suspiramos a la vez sin dejar de cogernos las manos.
-Creo que de esto no me había hablado Nano, se supone que Ivet y él no habían hablado sobre... -Hugo rechinó los dientes en el momento que yo me quedé muda al contemplar la escena que ocurría delante nuestro. Nano, después de abrazar con fuerza a Ivet, le había acariciado el rostro y la había besado con lo que parecía una ternura infinita.
-Mierda... -Refunfuñó -Ahora tendré que darle consejos sobre sexo y... -Se me escapó una risotada en cuanto en Hugo apareció la vena protectora que todos los hermanos mayores tienen.
-Creo que Ivet, a sus casi diecinueve años, sabe más de sexo que tú, te lo aseguro. -Recordé con nostalgia aquellas grandes charlas sobre chicos.
ESTÁS LEYENDO
Hasta escuchar tu voz
FanfictionConsideraréis esta historia como una especie de obsesión por mi parte, pero no os preocupéis, estoy loca... Pero solo por una persona; por el hombre que me enseñó a vivir, que me enseñó a respirar por primera vez, a mis veintiséis años. Me enseñó qu...