Creo que a veces, cuando nadie está conmigo, entro en una especie de agujero negro y me quedo como inconsciente, esperando escuchar un pequeño siseo y volver a esa habitación de hospital que huele a medicina y muerte muchas veces.
Me imagino a Eva con el aspecto físico de aquella chica que me llamó la atención en una fiesta. Aunque mi corazón dice que sí es ella, mi cabeza dice que no lo es. Es como un torbellino de sensaciones extrañas; sueños que te postran en la cama y no te dejan mover.
Ahora el siseo se hace mucho más agudo y eso me molesta... Puede que tenga que abrir los ojos en mi sueño para poder escuchar lo que verdaderamente pasa a mi alrededor. Alguien está llorando... Y no es Eva.
***
Ivet se acercó con paso precavido hacia Hugo. A apenas a un centímetro de la cama con sábanas blancas, ella paró en seco y se quedó mirando a su hermano mayor con semblante serio.
Yo me quedé quieta, apoyada en el marco de la puerta observando a Hugo dormir plácidamente. Una nueva sensación de angustia invadió todo mi ser de la cabeza a los pies. Aquellos días había dudado sobre el amor que sentía hacia él y ahora me daba cuenta que no era posible sentir algo por él, cuando lo único que tenía al verle era un miedo profundo y doloroso dentro de mi corazón.
Ivet se sentó en el borde de la cama, cogió la mano izquierda de Hugo y la acarició con ternura. Me daba la espalda, pero podía escuchar sus pequeños sollozos.
Salí de la habitación sin hacer el menor ruido y cerré la puerta delicadamente.
Sabía que necesitaba intimidad y bien sabía que no pintaba nada en todo esto, por primera vez en todos estos últimos días. Por primera vez me sentía decepcionada conmigo misma, por haberme obsesionado con alguien que jamás sabría quién era yo.
***
Escuché esa voz tan nueva para mí, pero tan cercana a la vez.
-Después de tres años y tengo que verte así... No es justo, no es justo...
La voz quebrada de aquella chica me dolió en lo más hondo de mi corazón. Busqué dentro de mis recuerdos a aquella voz tan familiar.
-Te quiero, te quiero... No estoy enfadada contigo, no lo estoy...
Me pareció que un balde de agua fría inundaba todo mi entendimiento. "Ivet...", susurré yo mismo y para mí. Ahora, según mis cálculos, haría unos tres meses que había cumplido los dieciocho. Mi hermana pequeña, mi preciosa hermana pequeña... Su voz había cambiado, pero no su tono inocente y natural.
Noté sus brazos rodear mi cuerpo y se echó a llorar encima mío con su rostro escondido en mi pecho.
Los sollozos eran profundos y notaba como intentaba decir algo, pero la voz se le quebraba antes de comenzar. Estuvo un buen rato así llorando sobre mi cuerpo, como si yo fuera en realidad un cadáver. Lloré junto a ella.
***
-Me alegro que todo haya ido bien, cariño... -Extendió su mano llena de arrugas hacia mí y yo la cogí suavemente para no hacerle daño. La veía tan desanimada que me entraron ganas de llorar allí mismo.
Tenía la sensación que cada vez que ella estaba peor, a mí me arrancaban un trocito de vida.
-Abuela... ¿Te han cuidado bien en mi ausencia? -Me sonrió cariñosamente, tosió unas cuantas veces y finalmente le pude escuchar un susurrante "sí".
-Pero ya no quiero estar más aquí. Quiero ir a casa contigo... Podría volver... -Se me encogió el corazón de dolor a causa de sus súplicas y su mirada arrolladora.
-Abuela... Ya estuviste en casa hace unas semanas y fue peor para tu salud. Al no saber qué clase de virus tienes... Debes quedarte en el hospital, en casa yo no puedo atenderte como es debido. -Me tapé la cara con desesperación. Me sentía sola ante todo aquello y sentía la necesidad de tener a alguien a mi lado.
-Siento ser una carga tan pesada, cielo. Estás atormentada... Yo deseo verte feliz. Quizá sea mejor que Dios me lleve pronto con él.
-No digas bobadas, abuela. No digas nunca más que lo mejor sería morirte, porque no podría soportarlo. -Junté mis manos con las suyas y las besé mientras una de mis lágrimas se fundían entre nuestro apretón de manos.
-Te quiero cariño... -Cerró los ojos con lentitud y se durmió.
Últimamente siempre dormía. Todas las pruebas que le hacían la agotaban cada vez más.
-Eva... -Giré mi cabeza hacia donde provenía la voz en la puerta de la habitación.
Nano se encontraba de pie junto a la puerta. Me miraba con una sonrisa tímida en el rostro y yo le correspondí con la misma expresión.
Me acerqué a él y le di dos besos en la mejilla, mientras mi pulso se aceleraba al recordar lo que Ivet me había dicho.
Los dos salimos de la habitación y comenzamos a hablar en el pasillo sin levantar demasiado la voz.
-La he venido a ver cada día como te prometí que haría. -Otra sonrisa, pero esta vez mucho más grande.
-Gracias Nano. La verdad es que no podía dejarla sola del todo.
-Ha sido un placer. Tu abuela es una mujer maravillosa y me ha explicado muchas de sus batallitas por la vida. -Los dos reímos con gracia mientras yo le cogí una de sus manos y se la apretaba con fuerza en señal de agradecimiento y afecto.
-Eres un gran hombre. -No medí mis palabras y eso hizo que él me mirara desnudándome con sus ojos. -He venido con la hermana de Hugo, Ivet. -Abrió los ojos de par en par.
-Vaya... No sabía que esas eran tus intenciones. -Parecía realmente impresionado.
-Las eran... -Dije sin ánimos. -Le he dejado sola con él. Mañana vendrán sus padres. -Creo que se dio cuenta que yo no quería hablar demasiado de aquel asunto porque cambió rápidamente la conversación.
-Bueno... Me alegro que estés bien... Yo la verdad es que te he echado de menos. -Unas palpitaciones me hicieron reaccionar, aunque no sé si para bien o para mal. Vivía obsesionada con Hugo y ahora no quería comenzar a obsesionarme con Nano.
-Yo también te he echado de menos. -Y en aquel momento pensé en Hugo y las palabras me salieron como chorros, sin ningún tapujo.
-Me alegro, porque quería preguntarte algo ya te lo dije... Sé que a lo mejor te parece raro, porque tú y yo hemos hablado muchas veces y nos tenemos bastante confianza.... Pero... -Le oí tragar saliva. Temblaba bastante y por eso mis peores temores se hicieron realidad. -¿Te gustaría salir a cenar un día de estos conmigo? -Lo preguntó tan rápido que le sonreí con ironía. No quería que se sintiera a disgusto en esa situación porque supuse que le estaría costando muchísimo.
-¿Quieres tener una cita conmigo? -Otra vez sin pelos en la lengua. Sabía que era aquello lo que Nano quería verdaderamente y en aquel momento yo sabía mí respuesta.
-Bueno... Sí o no... No sé... Bueno... -Tartamudeó tantas veces que me hizo reír de nuevo. Le tapé la boca con mis manos y en cuanto paró de hablar las saqué de allí.
-Sí, acepto. -Lo dije tan segura de mí misma que me lo creí. Él me sonrió de tal manera que a mí se me cayó la baba... Pero no podía parar de pensar en Hugo, no podía... Y deseaba que el de la cita fuese él, no... "Eva, quítatelo de la cabeza, ¡Ya!"
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Pues parece que va a haber cita aunque no está muy convencida...👀
Sé que hoy no tocaba capítulo pero se lo debo a alguien 🙄
Mil gracias por leer y comentar♥️Nos leemos mañana otra vez si os apetece. ¿Qué me decís? 🥰
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Hasta escuchar tu voz
FanfictionConsideraréis esta historia como una especie de obsesión por mi parte, pero no os preocupéis, estoy loca... Pero solo por una persona; por el hombre que me enseñó a vivir, que me enseñó a respirar por primera vez, a mis veintiséis años. Me enseñó qu...