VISITAS ESPERADAS.

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La confianza da asco. Eso es algo que he podido comprobar desde que conocí a Nano y nos hicimos casi inseparables.

Llamó tantas veces al timbre que me dejó casi sorda, cosa que no le hubiese perdonado en la vida.

-¿Y ahora qué quieres? -Abrí la puerta sin prisas, todo lo contrario a lo que él parecía tener.

-He hablado con Ivet. -Esta vez parecía más preocupado de lo habitual, así que me eché hacia un lado de la puerta y le dejé paso.

En cuanto pisó el pasillo de mi casa yo cerré la puerta con fuerza y le seguí hacia el comedor ansiosa por saber cómo había ido aquella charla.

-¿Y... y que te ha dicho? ¿Cómo está? -Mi voz sonaba miedosa a causa del cúmulo de sensaciones que sentía. Alivio, rabia, alivio, rabia, alivio, rabia... Y estrés finalmente.

Nano dio unas cuantas vueltas por mi pequeño pero acogedor comedor y entonces me miró con seriedad.

-No va a venir a ver a Hugo... No quiere verle porque dice que si él no se acuerda de nada, ella tampoco va a acordarse. -Ahora ya no sentía ni una pizca de alivio, simplemente rabia y dolor.

-¡Será idiota! -Dije sin pensar dándole una patada al sofá, cosa que provocó que me doliera todo el día el dedo gordo del pie.

-No hace falta que le llames así. -Nano me miró con rabia y vi como apretaba los puños con fuerza. -Tú eres la que deberías mostrar un poco más de madurez ya que eres bastante más mayor que ella. Además... Tu también estuviste insoportable durante bastante tiempo y no te insulté. -Podía entender que sintiera cosas hacia Ivet, pero que me acusara que estuviese mal a causa de la muerte de mi abuela ya no podía soportarlo.

Me acerqué a él con las aletas de la nariz contraídas.

-¡Pero ella es su hermana! -Pensé que gritándole podría entender mejor las cosas.

-¡Pero has de comprenderla! -Se acercó un poco a mí y me cogió la mano acariciándomela con ternura. Sabía que no le gustaban las peleas y menos que esas fueran conmigo. -Ella ha pasado mucho tiempo sin verle y él ni siquiera sabe que ella vino a... -Tragó saliva, mientras me miraba directamente a los ojos. -Si Hugo lo recordara todo... -Soltó mis manos, alejando su mente por un instante. "Si Hugo lo recordara todo, si Hugo lo recordara todo...", repetí en mi interior, burlándome. Si Hugo recordara algo sabría que yo le quiero... Lo único que me animaba un poco era saber que él se había fijado en mi en aquella fiesta. ¡Bendita fiesta!

-En realidad tienes razón. -Me acerqué un poco a un trozo de la pared que tenía libre, sin muebles ni cuadros y me apoyé con pesadez. -Todo sería diferente... ¿Tu le has preguntado algo sobre su familia? Le miré a la cara con seriedad, esperando una pregunta sincera. Él hizo lo mismo que yo y se deslizó a mi lado.

-En cuanto empiezo a decirle que debería hablar con sus padres, él evita el tema y comienza a hablar de música, cine, o me pide que le traiga periódicos atrasados. -Sonreí con pena, porque me sentía fatal al escuchar las excusas que daba Hugo. Me hubiese gustado saber lo que pensaba y como se sentía respecto a ese tema, porque estaba segura que se sentía desolado al enterarse que en dos años no ha podido hacer nada al respecto.

-¿Qué crees que siente? -Nano tardó en contestarme. -Quiero decir... ¿En qué piensa? ¿qué piensa de todo lo que le ha ocurrido? -Deseé saberlo todo sobre él, porque me atraía todo lo que a él le pudiese afectar.

-Simplemente me ha dicho: "Nano, me siento como si hubiese olvidado algo demasiado importante como para poder continuar viviendo sin él". -Una sonrisa iluminó mi rostro, creyendo en mi interior que a lo mejor podría recordar pronto. -Y también me dijo: "Explícame todo lo que ha pasado en el mundo, que el hospital es muy aburrido" -Ésta vez fue Nano quien sonrió con ganas. -Creo que es el Hugo de siempre. Tiene unas ganas de vivir tremendas. -Se desperezó con fuerza y se dirigió a la salida.

Hasta escuchar tu vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora