-Ya me encuentro mejor, pero es que tenía miedo y por eso te colgué. - Le dije con sinceridad y con un tono más amable que el que había empleado en la última llamada.
-Lo entiendo, pero prométeme que no volverás a colgarme nunca más. - Le oí suplicarme al otro lado del teléfono.
Con el teléfono pegado a mi oreja, me dirigí al sofá y me estiré en él con una sonrisa boba en el rostro.
-No volveré a colgarte nunca más. Promesa de novia que te ama mucho. –Le solté con una felicidad patente en mi voz.
Escuché reír a Hugo y deseé con todas mis fuerzas que mi hija o hijo tuviera la misma risa de su padre.
-Yo también te amo, cariño. –Me dijo con una ternura que pude captar pese a la distancia dichosa.
-Tengo muchísimas ganas de verte y darte una sorpresa. –Levanté mi camisa hacia arriba y acaricié mi barriga suavemente con la palma de mi mano.
-¡Guau, una sorpresa! ¿Qué es? –Me preguntó con rapidez e interés.
-Es sorpresa ya te lo he dicho.
-Vamos... Una pequeña pista, por favor. –Suplicó como un niño pequeño.
-¡No! Solo voy a decirte que te encantará.
-Seguro que me hará llorar. –Afirmó de forma teatral.
-Bueno, no creo que llegue a tanto... -Aunque pensándolo bien yo me había tirado toda la noche llorando por la emoción y no había dormido nada porque me había pasado todo el rato hablando con mi barriga.
-Eso espero, sino sería la reina de las sorpresas.
-Te aseguro que lo es. –Dije completamente segura y cerrando los ojos contenta porque las cosas iban de maravilla. -¡Ah, por cierto! Iremos Dani y yo a Carcassonne.
-Espera, ¿no se supone iba yo a veros a vosotros? –Preguntó confuso.
-Sí, pero... Bueno, el lunes aquí es fiesta y entonces yo no trabajo, Dani no va al cole... Podremos pasar más tiempo juntos ya que tú tienes clases por la tarde.
-Veo que lo tienes todo planeado. –Hugo rió y yo le seguí, provocando que tuviera más ganas de verlo que nunca.
***
Para variar nos tuvimos que llevar a Nano. Era como llevarte a tu propia mascota de viaje pero sin correa y sin cascabeles que sonaran al moverse. Pero tenía que entenderlo ya que su novia era la hermana de mi novio y eso suponía tenerlo que llevar de aquí para allá. La parte buena era que adoraba a Dani y Dani le adoraba a él. Se pasaron todo el viaje en el tren mirando por la ventana y comentando los preciosos paisajes que íbamos dejando atrás. Montañas, valles, casas, algún que otro grupo de cabras o vacas... Dani nunca había montado en tren y eso era, al menos, lo que me hacía el viaje mucho más placentero y corto. Por otro lado, me sentía más cansada que nunca y había tenido unos cuantos mareos, aunque gracias al cielo no había llegado a perder el conocimiento.
En cuanto el tren paró en nuestro destino, tanto Nano, como Dani y yo empezamos a buscar con la mirada a Hugo. Finalmente, después de pasear entre las multitudes que habían bajado del tren, vimos a Hugo tan guapo como siempre y yo no podía parar de pensar en besarlo hasta la saciedad. Dani se separó de mí y fue corriendo hacia él, cosa que me asustó porque había mucha gente entre medias de nosotros, pero enseguida vi como los dos se abrazaban y yo también fui corriendo hacia ellos, con Nano pisándome los talones. Al llegar a su altura, Hugo dejó a Dani en el suelo, se acercó a mí con una sonrisa pícara en el rostro, me cogió por la cintura y sus labios rozaron los míos por unos segundos para, a continuación, besarme en su totalidad. Nuestras lenguas se encontraron y le besé con infinita pasión. Mis brazos se tensaron alrededor de su cuerpo al notar como mis piernas comenzaban a debilitarse por su contacto. Acaricié su espalda con desesperación y entonces todas las personas que había en aquella estación desaparecieron por arte de magia. Yo solo sentía sus labios y el calor que emanaba de su cuerpo entrando en el mío. Sentir que de este amor estaba creciendo una personita en mi interior, me renovaba las pilas para seguir viviendo para siempre, o soñar que éramos jóvenes eternamente.
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Hasta escuchar tu voz
FanfictionConsideraréis esta historia como una especie de obsesión por mi parte, pero no os preocupéis, estoy loca... Pero solo por una persona; por el hombre que me enseñó a vivir, que me enseñó a respirar por primera vez, a mis veintiséis años. Me enseñó qu...