TODO BIEN SI ERES FELIZ

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Hugo no paraba de acariciarme la barriga mientras bajábamos las escaleras de la casona. Además, me aguantaba firmemente la mano por si acaso me caía. En aquel instante supe que mi embarazo sería una continua vigilancia por parte de él, aunque pensándolo mejor yo también estaría nerviosa si estuviera en su lugar.

-Mi amor, vamos a estar separados unos meses, estaré yo sola. –Dani bajaba las escaleras con rapidez y de dos en dos, algo que me dio completa envidia.

-Mierda... Ahora no voy a poder disfrutar del embarazo.

-¿Pero al final cuánto tiempo estarás aquí? –Pregunté incrédula.

-Pues más o menos un mes más. –Resoplé al escuchar aquello y reí levemente.

-Podrás soportar estar un mes sin mí. No te vas a perder nada.

-Un mes, ¿te parece poco?

-Si no paras de acariciarme la barriga, hasta tu hija acabará por hartarse –Le dije irónicamente.

Él apartó su mano de mí barriga con timidez y yo reí al verle la cara de niño que ponía en aquellos momentos.

-Cariño, te prometo que me cuidaré cuando tú no estés. Ya verás que bonita hija tenemos. –Paré un momento en medio de las escaleras para poder besarlo con infinita dulzura.

Él me respondió alegremente mientras me cogía firmemente por la cintura.

-Teniendo una madre como tú, ¿quién no lo sería? –Me susurró contra mis labios en el momento que acariciaba mí barriga con verdadero entusiasmo.

Lo amaba ya demasiado, pero ese simple hecho me hizo que la pasión por él aumentara considerablemente. Le quería, le amaba, le deseaba... Y eso jamás cambiaría.

-¿Les vamos a decir a todos ahora que nos casamos y que estamos embarazados?

-Sí, mis padres deben de estar a punto de llegar.

-Se sorprenderán al verme aquí. –Acaricié sus mejillas y continuamos bajando por las escaleras.

-Sí, pero estoy seguro que se alegrarán.

***

-Entonces tú eres Dani. –Dijo Ana escrutando a mi hijo con la mirada.

-Tú eres muy joven para ser abuela. –Todos los presentes en aquella mesa reímos con ganas al escuchar a Dani decirle aquello a Ana y señalarla como si fuera un marciano.

-Vaya, creo que voy a adorar a este crío. –Ana se inclinó hacia el lado donde se encontraba Dani y le besó en la frente mientras nosotros volvimos a reír.

-Creo que sería un buen negociante, sabe vender. –Ana miró a su marido con el ceño fruncido mientras Ivet no podía parar de reír y Nano no la dejaba de mirar completamente embobado.

Ya que Nano estaba delante de mi conseguí darle una patada en la espinilla, cosa que le sobresaltó e hizo que me mirara con rabia mientras bufaba de forma escandalosa. Le hice un movimiento de cabeza señalándole a su novia, que se sentaba a su lado y no paraba de acariciarle las manos por encima de la mesa. Quería que le dijera a Ivet todo lo que me había dicho a mí aquel día en la cocina.

-Aquí no. –Le leí los labios de manera instantánea, pero yo insistí y le dije que sí con la cabeza.

-Me dijiste que se lo pedirías delante de todo el mundo. –Vi como miró de un lado a otro.

Primero observó a Ana, que se sentaba a al lado de Ivet y junto a Dani, después miró a Rafa, quien estaba en la punta entre él y yo. Era un hombre que despertaba respeto, pero tampoco era para que Nano le tuviese miedo.
Me dijo que no con la cabeza y una desesperación inundó su rostro.

Hasta escuchar tu vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora