ENTRE SUEÑOS Y PESADILLAS

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"-¿Dónde estoy? -Espero impaciente a que alguien me responda, pero solo puedo escuchar un pequeño susurro incomprensible. -¡Hola! -Grito con todas mis fuerzas deseando salir de aquella horrible oscuridad.

-No grites, aquí nadie va a escucharte. -Me giro con rapidez hacia donde proviene la voz. Hay una luz tenue que parece venir hacia mí.

-Bueno, por intentarlo que no quede... -Digo con disimulo siguiendo con mis ojos la luz y esperando que se acerque más a mí. No tengo miedo.

-Siempre tan sabelotodo. -Su voz no suena seria, sino pícara y burlona. Yo sonrío al reconocer aquella voz que me nubla el entendimiento y me hace temblar.

-Y tú siempre tan misterioso. -La luz desaparece de repente y noto unas manos rodear mi cintura. Nos quedamos así un tiempo, balanceándonos de un lado a otro con suavidad, mientras aquel hombre me besa la mejilla y después muerde el lóbulo de mi oreja provocando que sonría como jamás nadie ha conseguido que lo hiciera.

-Eres un tramposo. Siempre apareces como por arte de magia. -Me giro para poder mirar aquellos ojos verdes tan intensos. Le cojo las dos manos y le sonrío, sintiéndome llena de felicidad.

Suelta mis manos para poder coger mi rostro. Entonces lo acerca al suyo y nuestros labios se rozan por un instante. Primero el labio inferior, después el superior y por último los dos, abriendo mi boca por completo y sintiendo su beso apasionado y profundo.

Pero solo es un sueño y lloro porque sé que en realidad no está sucediendo."

***

-No tienes muy buen aspecto, abuela. -Tosió unas cuantas veces con dificultad. Últimamente no paraba de hacerlo y para colmo le dolía muchas veces el pecho. Los médicos me habían dicho que no le diera disgustos y que sobretodo no me enfadara con ella... Cosa que me ponía todavía más triste al pensar el porqué de sus palabras.

-Cariño... Yo ya estoy muy mayor y enferma... Has de entenderlo. -¿Cómo podía llegar a entender y aceptar que mi abuela se estaba muriendo?

-Eres la única persona que me queda en el mundo. Si tú te vas, ¿qué voy a hacer yo? -Le cogí las manos con fuerza y las besé mientras una pequeña lágrima de mis ojos caía entre sus dedos finos y delicados. -Solo te tengo a ti... Abuela... No me gusta estar sola. No puedo estarlo... Me siento muy perdida.

-Cariño, tú no estás sola. -Me sonrió como pudo intentando que yo me sintiera un poco mejor. -Tienes a tu lado a gente que te quiere. Dani, Nano, Ivet... Que por cierto, qué cría tan revoltosa. -Reí a medias, haciendo un ruido extraño con la nariz a causa de las lágrimas que derramaba.

-Les quiero muchísimo... Pero... Yo quiero a alguien que esté conmigo toda la vida. Los amigos pueden estarlo, pero no de la forma en la que yo deseo.

-¿Y a quién deseas o qué deseas? -La miré con ternura mientras pensaba con todas mis fuerzas en Hugo y en todas las cosas que deseaba de él. Me sentía muy extraña hablando de esto con mi abuela, pero debía aprovechar hasta el último instante con ella.

-Deseo a alguien que me ame con locura y me lo diga por las mañanas al despertarme. Deseo que me diga lo guapa que estoy aunque en el fondo esté horrible porque no he podido dormir en toda la noche. Deseo a un hombre que me prepare la comida aunque no cocine bien, solo con verle intentar prepararme la comida me es suficiente, porque sé que es para mí y lo hace tan bien como puede. Deseo que me susurre al oído que yo soy la mujer de su vida. Deseo que me abrace por la noche y me cante una nana susurrante. Deseo que me bese con fuerzas cuando llegue del trabajo porque besarme le da fuerzas. Deseo que me diga que quiere casarse conmigo y tener hijos... Deseo que despierte... -Y se me quebró la voz, pero ya no me quedaban más lágrimas por derramar.

Hasta escuchar tu vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora