NUEVAS PERSPECTIVAS

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Nano y yo entramos en la habitación de Hugo y lo primero que vimos fue a Ivet con los ojos llorosos e hinchados mirando a Hugo como si en eso le fuera la vida. Le cogía con fuerza las dos manos... Me sentí tan mal al ver esa escena, que pensé que lo mejor sería dar la vuelta y marcharnos, pero seguí.

-Ivet... -Nano me siguió hacia ella, parecía afectado al ver a la hermana de su mejor amigo así.

Posé mi mano sobre el hombro de Ivet y ésta giró su cara para que yo pudiera dejar de verla de perfil.

-Lo siento, soy una tonta. -Se secó las lágrimas con sus manos, dejando caer la mano de Hugo. -Tres años sin verle es demasiado tiempo. -Se levantó de la silla y se quedó mirando completamente embobada a Nano que la analizaba con la mirada. Me sentí bastante incómoda, pero seguí como si nada.

-Ivet, él es Nano; Nano, ella es Ivet.

-Encantado. -Nano se acercó a ella y le plantó un beso en cada mejilla.

-Igualmente. Eva me ha hablado bastante de ti.

***

Si lo de Ivet me había hecho querer seguir hacia delante para poder abrazarla y decirle que siempre la iba a querer y que iba a ser mi renacuaja, lo de Eva acabó por deshacer todos mis pensamientos positivos y agradables. Ni un beso en la mejilla, ni un hola, ni una simple caricia... Me estaba ignorando por completo, como si yo fuera verdaderamente un ser sin alma y sentimientos; como si fuera un juguete desechable. Me entraron ganas de llorar y por primera vez en mi vida, quise que las lágrimas salieran de mis ojos e inundaran la estancia.

-Yo le veo la mar de bien, tiene bastante buen color. -Por fin Eva se refería a mí. Aunque no estaba del todo de acuerdo, debería parecer un muerto.

-Entonces... Hugo era como tu mejor amigo. -Nano parecía verdaderamente interesado en la vida de mi hermana, la cual había madurado respecto a su voz y comprensión de las cosas, al menos eso es lo que pude averiguar a partir de sus respuestas.

-Y lo sigue siendo. Siempre estuvimos muy unidos, pero quiso desligarse de todo. -Había sido un completo idiota y lo seguía siendo ahora mismo. Ivet jamás tuvo la culpa de que yo quisiera una vida propia y alejada de lujos que no me daban la felicidad. -Pero no le culpo, porque yo voy a hacer lo mismo que él hizo, no pienso volver a mí casa. -Ahí estaba la Ivet de siempre. La que a través de impulsos se guiaba. "Igualita que tu, Hugo. No sé de qué te quejas".

Hubo un silencio tenso.

-Ivet, es muy tarde... Si quieres te presento a mi abuela y nos vamos a casa, pediremos unas pizzas. -Dijo alegremente Eva. "Sí, vete. Total yo puedo quedarme aquí solo, no te necesito a mi lado para ser feliz", mi voz acabó quebrándose. Sentía un odio inmenso hacia Eva, porque me daba la sensación que alguien me la había cambiado en Francia.

El agradecimiento que sentía hacia ella por lo que había hecho era enorme, pero no estaba dispuesto a que me ignorase después de todo. Las rabietas eran normales en mi.

-Sí, será mejor que nos vayamos ya es muy tarde. -Sentí una brisa de aire; Ivet acababa de levantarse de la silla.

-Bueno, me alegro de haberte conocido Ivet. Me pareces una chica muy valiente.

-Gra... Gra... Gracias. -Tartamudeó Ivet. ¿Qué pasaba, ahora le daba vergüenza hablar con Nano? No le di demasiada importancia.

-Bueno, nos vemos mañana Spiderman. -Me dijo en broma Nano, antes de darme unos golpecito amistosos en el hombro. -Y bueno, tu y yo ya hablaremos sobre la cena que tenemos pendientes, la cita, ¿no? -¡¿Cómo, una cena, una cita?! ¿Dónde, cómo, con quién? Por favor, que no sea quien yo me imagino, por favor... Bueno, pero si ya lo han dicho...

Hasta escuchar tu vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora