LO MÁS BONITO - I

301 34 17
                                    

Era como si solo hubiese dormido un par de horas y tuviera una horrible jaqueca a la hora de levantarme.

El médico me abría y cerraba los ojos con suavidad. La luz de aquel pequeño aparato me cegaba por completo provocando que mis reacciones fueran las más normales del mundo.

-Bien, de momento todo está bien. -Apuntó algo en un papel lleno de garabatos y lo dejó de nuevo al final de la cama, a mis pies. -¿Te sientes cansado?

-La cabeza va a explotarme. -Dije en un susurro. -Estoy asustado. -Intenté incorporarme, pero el dolor de cabeza no cesaba y me estaba matando. -No sé donde estoy... -Comencé a respirar con dificultad; me sentía perdido. -¿Quién es usted? -Pregunté con miedo... Me costaba abrir los ojos, mover las manos, mover los pies... Mi cuerpo estaba como dormido. -¿Quién es usted? -Levanté mucho más la voz y me removí entre aquellas sábanas blancas más asustado que nunca. Hacía rato que había abierto los ojos y me había encontrado en aquel lugar blanco, estirado en una cama y siendo revisado por un ¿doctor?

-Tranquilo, tranquilo Hugo... -Me sujetó fuerte por los brazos y me ayudó a estirarme otra vez correctamente en la cama. -Sé que estás confuso y desorientado, pero será mejor que permanezcas quieto... Has estado en coma, amigo mío. Hace unas horas que despertaste y no ha sido hasta ahora que has hablado. -Me quedé quieto, callado... No recordaba nada, nada de nada. ¿Qué me había pasado? ¿En coma? ¿Por qué? ¿Cuánto tiempo?

***

-La cuestión es que ni siquiera recuerda lo que hacía antes de quedarse en coma. Sabe que estaba en una fiesta pero no se acuerda del causante del accidente... Y tampoco cómo pasó. -Fue rotundo y directo. Para ser sincera; sabía que todo esto pasaría. Que un enfermo en coma escuchase lo que se le decía era extraño, aunque había escuchado de casos en los que tiempo después el enfermo recordaba algunas conversaciones que habían transcurrido mientras dormía. -Los reflejos se encuentran bien... Aunque al principio no parecía reaccionar demasiado... -Escuchaba con detenimiento todas las pruebas que le habían hecho, aunque había cosas que se me escaparon del pensamiento ya que solamente quería verle. -Los movimientos son lo que le cuesta más. Un claro ejemplo ha sido cuando le he dicho que moviera la mano derecha y ha comenzado a mover la izquierda... Pero finalmente se dio cuenta y movió la mano derecha con suavidad. Esto podría haber sido una simple equivocación si no fuera porque le ha ocurrido unas seis veces. Eso sí, se ha sentido completamente decepcionado consigo mismo. -El médico nos sonrió mientras se sentaba en la silla que había delante de nosotros junto a la mesa.

-Y más que se sentirá hasta que no reaccione correctamente y pueda moverse con normalidad. -Nano parecía feliz pese a todo. -Es normal, ¿verdad?

-Absolutamente. Se ha despertado con mucha energía. Además, se ha dado cuenta de sus errores, mejor señal que esa no hay. -Volvió a sonreírnos con alegría.

-¿Puedo verle? -Nano se moría por hablar con Hugo y abrazarle hasta que se acabara el mundo... Yo también.

-Sí, claro. Pueden pasar los dos. -El médico se levantó con aire cansado del asiento y se dirigió a la puerta dispuesto a salir junto a nosotros de la habitación.

-Espere. ¿Podría dejarnos solos un momento? -Nano lo pidió con tanta sencillez que el médico dijo que sí antes de salir por la puerta y echar un breve vistazo al despacho.

Nano se levantó del asiento, dio unas cuantas vueltas por la habitación con sus manos en los bolsillos y finalmente me miró con tristeza.

-Lo siento. -No me sentía mal, así que se lo hice saber.

-No tienes porque sentirlo, que no recuerde nada no es culpa tuya. -Intenté esbozar una sonrisa a medida que me acercaba a él, pero me salió rana y al final compuse una mueca desafortunada.

-No lo es... Pero tú le quieres; esto debe resultarte muy doloroso. Eres mi amiga, no me gusta verte sufrir. -Acarició mi cabello con ternura. Si no supiera que él estaba enamorado de Ivet, diría que aún sentía cosas por mí.

-Es doloroso... Pero lo que verdaderamente me importa ahora es que él haya despertado y pueda volver a su vida y ser feliz. ¿Sabes? Mi abuela solía decirme que cuando una persona ama de verdad solo desea la felicidad del otro, aunque esa felicidad no te incluya a ti. -Puede que aquello pudiera hacer reír a cualquiera y que me tacharan de sentimentalista, pero era lo que deseaba... Que Hugo fuera feliz. Yo con eso me conformaba, ahora y siempre.

-Eso es muy bonito por tu parte y sé que debes estar rota por dentro, pero a lo mejor podrías conocerle... Podría presentarte como si fueras una amiga mía, podrías decirle que eres tu quien va a adoptar a Dani... -Aquello sonó bien, sobretodo porque quería que me apoyase. Él, que era como un padre para mi Dani.

-Mira... Primero entraré yo a hablar con él y después entramos los dos. ¿Qué te parece? -Deseaba tanto verle. Escucharle hablar, verle moverse, ver su sonrisa, sus labios...

-Tengo miedo. -Mi voz sonó quebrada.

-No tienes porqué tenerlo. Hugo ha estado en coma, no le han operado del cerebro. Él sigue siendo el mismo de siempre y te aseguro que es una de las mejores personas que te puedas echar a la cara. -No hacía falta que lo jurara yo ya sabía aquello de sobras. Mi corazón comenzó a latir con fuerza y me fallaron los pulmones por un momento, pero lo amaba y estaba dispuesta a intentar que él se fijara en mi.

Hasta escuchar tu vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora