El teléfono sonó varias veces hasta que lo cogí con nerviosismo, se me cayera una vez al suelo y después lo cogiera con más nervios todavía.
-Sí, sí... ¿Eres tú, Nano? -Respiré con dificultad esperando una respuesta positiva.
-Sí. Tranquila, acaba de llegar y le acabo de echar la mayor bronca del siglo. -Suspiré aliviada. Hugo me había dado un susto de muerte después de tres horas sin saber nada de él, sin que me cogiera el móvil, ni a mí ni a Nano.
-Gracias por llamar. Estaba muy preocupada, un poco más y salgo ahora mismo a buscarlo por mi cuenta. -Miré el reloj que tenía colgado en una parte de mi comedor, junto a un estante lleno de libros, casi todos de mi abuela. -Son las dos de la madrugada, madre mía... -Tenía un sueño de mil demonios, mañana ya le echaría la bronca a Hugo por hacerme sentir mal. -Dile a tu amiguito que mañana se va a enterar. ¡Dios mío, Nano! ¡Me ha dado un susto de muerte! -Los ojos se me cerraban solos.
-Ya lo sé, pero no te preocupes, me ha dicho que ha perdido la noción del tiempo y que no le ha pasado nada de nada. Eso sí, está más raro que un perro verde. ¿Tú sabes que le ha pasado?
-Creo que está recordando cosas. –"Menos a mí", pensé para mis adentros. -Pero si algo tengo claro, es que se lo está guardando todo para él. Vimos a Lucas... Y bueno, las cosas no acabaron demasiado bien. -Carraspeé, dándole a entender la gravedad del asunto.
-Muy bien y esto me lo cuentas después de haber hablado unas cinco veces más. -Su tono irónico me hizo reír.
-Perdona. -Arrastré las palabras, cansada completamente. -Pero no me gusta hablar de estas cosas por teléfono.
-De acuerdo, te entiendo. Ya hablaremos mañana. ¿Te apetece un chocolate bien caliente en mi casa? Ya sabes que soy el mejor chocolatero que puedas echarte a la cara. -Sonreí mientras empezaba a dormirme.
-Sí, claro. -Le contesté con un tono teatral. -Eres el mayor calienta chocolates de cartón. ¡Eres un fantasma! -Le grité en broma mientras escuchaba su risa al otro lado del teléfono.
-Lo sé, pero a ti te encanta.
-Ni que lo dudes. Y buenas noches.
-¿Vas a colgarme? -¿Era un reto?
-Claro que voy a hacerlo, me estoy muriendo de sueño. -Dicho esto le colgué, estiré mis manos, bostecé unas cuantas veces y me fui a la cama. Aunque finalmente me costó conciliar el sueño porque en mi cabeza no daba más que dar vueltas y vueltas a las cosas que me habían pasado. Había sido un día de lo más movidito con confesiones y todo.
Ahora sí que no tendría ninguna posibilidad con Hugo, después de saber que yo no podría tener hijos en mi vida.
No sé cuánto tiempo pasó, pero el timbre sonó y me desvelé por completo.
***
Me había costado tomar la decisión, pero finalmente estaba allí, en su casa y mirándola con ojos de enamorado, más que nunca.
-Dios mío... -Se frotó los ojos con sus manos, para despejarse más de lo que parecía estar ya. -¿Qué haces aquí?
-Son las cuatro de la mañana... -Profirió un bostezó que me hizo sonreír de tal forma que cualquiera que me viera sabría lo que sentía por ella.
-Quería hablar con alguien. -Contigo, pero era por no parecer un obseso.
-¿Y para que tienes a Nano viviendo contigo? -Se burló mientras se ponía a un lado de su puerta y me dejaba pasar a su casa, la cual veía por primera vez en mi vida. Menos mal que ella me había dado la dirección, sino ahora no la hubiera podido venir a ver.
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Hasta escuchar tu voz
FanfictionConsideraréis esta historia como una especie de obsesión por mi parte, pero no os preocupéis, estoy loca... Pero solo por una persona; por el hombre que me enseñó a vivir, que me enseñó a respirar por primera vez, a mis veintiséis años. Me enseñó qu...