IV. Esencia.

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Las tres chicas salieron del pueblo luego de terminar el almuerzo y dirigirse a la villa exterminadora.
Setsuna y Towa caminaban a la par como normalmente acostumbraban mientras Moroha seguía quejándose desde atrás.
La cosa del matrimonio en si era... Desagradable, no por el hecho en sí sino porque la cuarto demonio no anhelaba verse comprometida con nadie, existían demasiados conflictos que resolver para estar en las nubes con un noviazgo.

—Que desagradable, ¿yo? ¿comprometida? ¡Ja! No existe en el mundo nadie que se me iguale en poder, sería ridículo.— alegó la pelinegra cruzándose de brazos

—Ya, ya Moroha, no deberías sentirte mal por una simple predicción.— la consoló Towa a lo que ella refunfuño

—No tiene mucho sentido, conociéndote diría que te dedicaste a alejar a las personas de tu alrededor, mucho menos hablaríamos de una relación formal.— mencionó Setsuna segura de que su prima era incapaz de tomar una responsabilidad tal al ser inmadura en demasía

—En el clan de los lobos es importante para mantener la manada y traer estabilidad a las familias pero los jóvenes suelen pasar la mayoría de su vida entrenando.— en la mayoría era importante saber defender a los compañeros

—Esto se terminó, no hablaremos más de matrimonio, ni chicos ni compromisos que no sucederán dentro de muchos años en adelante.— se quejó la peliblanca

—Claro, tú por que ya tienes a Riku.— se le burló la cuarto demonio a lo que Towa se ruborizó

—¿De que hablas? Él es un cómplice de Zero y de Kirinmaru, no podemos confiar en una persona como Riku, si se te intenta acercar de nuevo espero estar a tu lado.— resopló Setsuna haciendo sonar el filo de la naginata

—No existe necesidad de lastimarlo, nos ayudó ¿lo olvidas?— intentó defenderlo la mayor de las gemelas

—Excusas.— Setsuna respingó su nariz en desacuerdo

—Basta de pelear, aquí somos familia y no debemos dejarnos influenciar por los demás, ahora volvamos a la aldea.— sonrió Moroha abrazando a ambas con sus brazos para colocarse en medio

—A la hora de comer somos familia de nuevo.— ironizó la exterminadora

El viaje continuó no sin antes una pequeña distracción para Moroha quién sintió un escalofrío recorrer su espalda.
¿Que era esa fría capa que cubría su piel? Una presencia ajena a la zona la perturbó, un pellizco que la hizo sentir incómoda.
Por precaución se aferró a la Kurikaramaru no sin antes darse media vuelta para enfrentar a lo que fuese que la amenazaba.
Los arbustos del camino eran espesos, cualquier tipo de cosa podría ocultarse allí con sencillez.
Setsuna se dio cuenta de que algo andaba mal ya que Moroha se detuvo en silencio como pocas veces sucedía.
De la ansiedad brusca a un letargo atento, ella sintió algo de seguro.

—¿Que sucede?— preguntó la gemela menor a lo que su hermana se extrañó

—No lo sé, siento que... Algo nos observa.— aceptó la cuarto demonio sintiéndose insegura a la par del camino

—¿Es algo malo?— dudó Towa aferrándose a su katana

—Intento saberlo.— rumoreó la chica de rojo olfateando el aire, la corriente... Olía tan familiar como si conociera la esencia que flotaba en el lugar

—Definitivamente hay algo entre los árboles.— susurró Setsuna tomando a Yukari entre sus manos

—Ahora, ¿porqué no sales y muestras tu rostro? Sé que estás ahí, no puedes ocultarte de mi olfato ¿lo ves?— se burló ella agarrando su nariz entre sus dedos

Mitad humana, mitad reina. [Terminado] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora