VIII. La verdad.

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Pasada la primera impresión Ikeru se calmó y bebiendo el té antes servido regresó a su estado normal, Moroha se escondía detrás del tazón con pequeños sorbos mientras el labial manchaba la porcelana.

—Lamento mucho haberla espantado, me emociono con facilidad, mucho peor cuando se trata de los hijos lejanos de los grandes demonios.— el yokai simulaba ser un joven muchacho, sus gestos parecían ser concordantes con las palabras que escapaban de sus finos labios

—Descuida, no estoy acostumbrada a los buenos tratos, adónde quiera que vaya parece que tengo un enemigo.— declaró la pelinegra entibiando sus frías palmas alrededor del cuenco

—La sociedad de los demonios es algo de centenares, la mayoría conoce el rostro del otro, todos se han topado alguna vez en el camino del destino.— Ikeru tomó un sorbo del té con cuidado

—Pues deberían bajar al mundo humano, allí no terminas de conocer a las personas— Moroha lo explayó con verdad pero el demonio de las plantas se rió de forma burlona

—Olvidé que únicas pueden llegar a ser las cualidades humanas, a diferencia de otros yo amo la humanidad, son inmaduros cuando quieren.— Ikeru levantó uno de sus mechones encima del arco de su oreja dejando a la vista un anillo que adornaba el dedo anular

—No veo el problema, estoy en contra de mi voluntad en este barco.— sollozó la chica dejando el cuenco a un costado

—El señor Kirinmaru suele ser persuasivo a la hora de vincularse con otros, espero no haya sido maleducado con usted.— penó el demonio creyendo que el rey del alba poseía un carácter poco afable

—No sabría contestarte, no he tratado mucho con él pero enfrentarlo es cuestión de vida o muerte, lastimó a alguien cercano a mí.— Moroha bajó los ojos al suelo recordando la tristeza por la repentina muerte de Setsuna

—Ah si, las hijas de Sesshomaru, oí algunos rumores sobre ellas.—

La cuarto demonio quedó sin palabras dudando si debería hablar o no, en la batalla el discurso contra el enemigo era normal.

—Mi señor suele humillarme con seguridad por eso ahora le devolveré el favor: Le diré los planes de Kirinmaru hacia usted.— de la voz de poeta encantado a siervo desleal la cuarto demonio dedució que hablaba con la verdad

—Por supuesto, dime.— aceptó ella acercándose un poco más

—Kirinmaru planea lanzarla contra algunos campeones olvidados que tiene, demonios que por distintas razones no lograron alcanzar el título de los cuatro peligros, aburrido del eterno letargo quiere sacar a flote la sangre de Inu no Taisho dentro de usted.— le aseguró Ikeru con una facción preocupada

Moroha quejó con un corto chistido antes de apretar los puños.

—Maldición, justo cuando creí que... No importa, sería de mucha ayuda si me contaras quienes son si los conoces.— Moroha odiaba pedir ayuda menos proveniente de los demonios pero Ikeru confiaba en ella

—Enfrentará a algunos demonios que llegarán a ser peligrosos para su bienestar, estos no se comparan con los inofensivos espíritus de la tierra. Lamento informar que con el primero con quien luchará seré yo.— Ikeru apretó sus ojos sintiendo vergüenza ante la osadía del rey de las bestias

—¿Qué? ¿Tú? Pareces un buen tipo, será difícil para mí tener que lastimarte.— se apenó la chica con nerviosismo

—No se preocupe, perderé a propósito si debo, lo que hace Kirinmaru es inmoral. Le pido que cuando llegue el momento de matarme lo haga rápido, de otra forma sería indecente.— rogó el peliverde bajando los hombros

Mitad humana, mitad reina. [Terminado] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora