XXXII. Adiós (Capítulo final)

441 46 18
                                    

Las costas del mundo humano ya eran visibles a simple vista, grandes planicies que daban paso a los acantilados demostraban el inicio del territorio mortal.
Al traspasar el fino velo del océano de los espíritus Moroha se sintió un poco más débil, como si su humanidad regresara a dominarla.
Kirinmaru se mostró amable y curioso el tiempo que transcurrió el viaje final.

Luego del mediodía, luego de una última vez sirviendo Kimi se dispuso a despedirse, junto a Kumo y Haiiro regresarían al océano porque a pesar de que eran los siervos de la familia Kirin luego de las desgracias del clan del oeste fueron liberados para vivir como quisieran asi que esto no era más que "una reunión" para ayudar a su antiguo amo.
Después de todo ¿que haría Kirinmaru sin ayuda teniendo en el barco a una criatura necesitada de atenciones?

—¿Es necesario que te marches?— vaciló Moroha mientras Kimi abrió su sombrilla

—Ahora que usted se marcha no es requerida nuestra presencia en el Tekkousen, el señor Kirinmaru no necesita de atención ni cuidados, como bestia celestial valora la soledad.— recordó la rubia observando el cielo limpio

—Lo entiendo pero creí que... si yo estuviera sola en una embarcación como esta me gustaría tener alguien con quién charlar.— la chica no evitó poner un gesto de preocupación

—¿Acaso se interesa por el señor Kirinmaru?— dudó la rubia mientras la cuarto demonio se ruborizó un poco —No debería, además la única compañía que apreciaría se marcha hoy, no creo que quiera a nadie más.— sonrió la sierva haciendo girar la sombrilla colorida con entusiasmo

—Lo entiendo, lo entiendo. Cielos, no tienes que ser tan directa.— quejó la hija de Kagome negando con las manos

—Kimi, ¿vienes o te quedas?— preguntó Haiiro en la borda del barco

—Supongo que esta es una despedida, no la última pero la primera, dicen que casi siempre es difícil separarse de aquellos a los que se ama— comentó la demonesa —Sé que nos volveremos a ver señorita Moroha, hasta entonces conserve su buen corazón, es una joya que nadie puede romper o enviciar.— se despidió la rubia con magnífica tranquilidad

—Ten buen viaje.— habló la pelinegra antes de abrazarla

—Cuida bien de mi señor, no se te ocurra decepcionarlo.— amenazó Kumo guardando las telas dentro de sus mangas

—No se que te refieres, me iré hoy como ustedes.— aclaró la chica

—Mi señor suele lograr casi todas las cosas que se propone, me parece un desperdicio de tiempo pero si te ha elegido como futura esposa te casarás con él.— aseguró la ojiplateada

—Me pregunto cuando dejarán de mencionarlo.— susurró la hija de Inuyasha para si misma

—Guarda los valores de tu clan, que tus decisiones sean tomadas por el buen sentido de los Inu y no por la furia de la sangre.— deseó Haiiro despidiéndose

—Haré lo que pueda.— obtemperó la joven

—Ten buen viaje también, ¡nos volveremos a ver!— Kimi la saludó antes de girar su sombrilla en círculos mientras la imagen de las tres criaturas desapareció como polvillo al viento

—Te has ganado el cariño de los súbditos, es esa parte humana que llevas la que te hace condescendiente con los inferiores.— proclamó Kirinmaru cerca del mástil

—No los considero como tal, son amigos más que siervos.— sonrió la muchacha arreglando el moño rojo que le recordaba a su otra familia

—Espero te alegres al ver las tierras mortales, es aquí donde debo decirte adiós.— opinó el rey de las bestias

Mitad humana, mitad reina. [Terminado] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora