El día llegó nuevamente en el Tekkousen con los rayos del mar.
Moroha salió apresurada a observar el espectáculo de las perlas danzarinas con emoción, en el mundo humano era difícil ver la belleza mágica.
Las perlas provocaban pequeños ecos en el mar mientras el sol las alumbraba.
La chica era como una niña en asombro, Kirinmaru lo hesitó pero le recordaba a Rion, aquella hija que tan trágicamente murió.
Ahora en lo profundo de su espíritu la pena se acumulaba, era demasiado tarde para la familia del alba.
La pelinegra se aferró al borde del barco encantada por el espectáculo, Kimi permaneció a su lado a manera de compañía.—Luego de que termina este ritual ¿que sucede con las perlas?— dudó la cuarto demonio
—Se resguardan para el próximo año cuando saldrán a tomar luz solar de nuevo.— le aseguró Kimi tratando de divisar el sol bajo su mano
—¿Y bajo el agua?— apuntó la más joven con su garra
—Las perlas danzan, se entrelazan en un remolino de energía para luego despedirse.— comentó la sierva
—¿Despedirse? Entonces es algo triste, ¿por qué no pueden permanenecer juntas?— al decir esto la chica arrugó la nariz
—Estas perlas son hermanas, provienen de la misma sal y la misma agua, han bailado por cientos de años y están aquí para recordarnos que nada es eterno, incluso para nosotros los yokais.—
—Me gustaría verlo de cerca.— expresó Moroha calculando la distancia entre el mar y el barco
—¿Al menos puedes simular tener modales? Este furisode fue un regalo, no lo eches a perder.— le recordó Kumo con severidad
—Sería realmente tonto que saltaras desde aquí, no lograrías llegar hasta el barco de nuevo.— sentenció Kirinmaru detrás de su sierva
Moroha frunció el ceño en descontento.
—Toma.— Kumo traía el moño de la muchacha entre las manos a lo que ella comprendió que trataba de las monedas para su sustento, la cuarto demonio abrió un pequeño espacio en su moño donde guardaba las recompensas, dándole a Kumo la última paga por la caza de las ratas demonios la sierva volvió a llevarse el adorno
—Kimi, se que le tienes confianza a nuestra invitada pero sería bueno que ayudaras a Kumo.— recalcó el rey del alba cruzándose de brazos
La rubia se impresionó, ¿acaso no cumplía con la tarea de vigilar a la chica? No esperaba menos y tampoco se dio cuenta de que acompañarla le molestaba a su amo, no fue hasta que oyó un chapuzón en el agua que la trajo de regreso a la realidad.
El furisode apenas terminaba de caer al piso del barco y la cuarto demonio se habia abalanzado al enorme océano sin previo aviso—¡Señorita Moroha!— gritó Kimi en desesperación al ver a la pelinegra flotando cerca del barco
—Ten fe, Kimi, volveré en un rato.— prometió la más joven guiñándole un ojo
—Dejalo así, tal vez remojarse le quite la peste a humana.— dijo con cansancio la otra sierva marchándose de la cubierta
—Hace falta mucho más que agua para matar a la nieta de Inu no Taisho.— Kirinmaru, por algún motivo, la observó desde arriba divisando a la joven hundirse entre las perlas bailarinas, un caso rebelde.
Moroha contuvo la respiración disfrutando del espectáculo de las perlas que giraban dejando rastros bajo el mar que se desvanecían al segundo, algunas pasaban alrededor de ella, otras giraban alrededor suyo curiosas por ver a una extraña pero dos perlas dejaron de danzas frente a sus ojos.
Como viejas conocidas estudiaron a la niña dando vueltas en círculos, tras un detallado recorrido ambas perlas brillaron como si de dos luciérnagas se trataran, ¿querían que ella las siguiera?
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Mitad humana, mitad reina. [Terminado]
FanfictionMoroha es la nieta de Inu no Taisho, aquél que fue cercano a el soberano del este. El cuarto de sangre que lleva dentro hace que sea demasiado llamativa. Kirinmaru necesita saber si ella es la verdadera heredera de Toga.