XXXI. Simpatía

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Moroha tomó un baño aún con el pesar del dolor de su cuerpo.
Yurama había oprimido su cuerpo de manera que incluso el físico humano se vio comprometido.
Kimi le devolvió el atuendo que tanto le había agradado regresando al enterizo rojo. Bien, se suponía que ahora todo se balanceaba a su favor pero...

Kirinmaru se había apoltronado en su estudio, inmerso en los libros ignoró la victoria de la chica.
Para ella no tenía sentido, la había impulsado a luchar contra todos los que se le colocaban enfrente y ahora ¿la evitaba? Tomando precaución de ver a Kimi y a Kumo ocupadas en sus tareas Moroha esperó la noche a caer para tocar a la puerta del Daiyokai. El soberano del alba aceptó la intromisión mientras la chica entró con timidez.

—¿Si?— preguntó él viendo como la chica tomó asiento a su lado

—Pensé que te encontrarías algo solo, quise ver como estabas.— limitó en informar la muchacha

—Orgulloso, aunque no lo haga notar el simple hecho de verte capaz me tranquiliza. Se que tanto la sangre como el alma de tu abuelo te guiarán.— informó el Daiyokai regresando a su libro.

Pronto ambos mantuvieron el silencio, Moroha sin embargo no se marchó.

—¿Sucede algo más?— trató de descubrir el soberano del alba sin comprender el mutismo de tal criatura.

—Creí que... tal vez, quisieras decirme otra cosa.— murmuró la chica de cabello largo jugando con uno de sus mechones

El Daiyokai lo pensó por unos momentos antes de hablar de nuevo.

—No, en realidad no.— exclamó cerrando el libro

—¡¿Que?! Te pasaste el viaje entero proponiendome matrimonio ¿ahora te callas? No sé que debería pensar de ti, primero dices una cosa para después hac...— la cuarto demonio se detuvo cubriendo su boca con una mano dándose cuenta de lo que acababa de gritar.

—Oh, ya entiendo. Te sentiste a gusto con la atención que te presté, a tu edad debe ser una novedad, el que alguien te corteje debe hacer palpitar tu corazón.— Kirinmaru encontró algo ocurrente que ella, quién tanto había maldecido por sus halagos, ahora estuviera allí esperando por la propuesta nuevamente.

Moroha se ruborizó sin saber que contestar en concreto.

—No dije ni uno ni lo otro, fuiste tú él que comenzó a alardear sobre el matrimonio. Ustedes los Kirin se codean con la vanidad.— refunfuñó falsamente la cuarto demonio sacando el tema a un lado

—Ustedes los Inu creen que pueden arrebatar el corazón de quién quieran.— le contestó el pelirrojo salpicando la charla

—Mira, no quiero pelear contigo, no es lo que vine a hacer. Si no vas a proponer nada entonces deja que te pida algo.— aconsejó la joven

—La propuesta de matrimonio sigue en pie, creí que te sería desagradable tener que lidiar con mis palabras durante todo el trayecto. Quise que estuvieras en paz al menos lo que resta del tiempo.— suspiró él colocando su rostro en una mano

—¿Entonces sigues creyendo que sería la correcta para ser tu reina?— vaciló la castaña

—¿Anhelas casarte conmigo?— le devolvió la oscilación el rey bajo su enigmática figura

—No lo sé, una parte me dice que debería dudar de ti, que no eres confiable para entrelazar mi vida a la tuya en cambio otra parte dice que te admira y quiere estar contigo. Me cuesta un poco entender.— se sinceró la hija de Inuyasha

—Tal vez tengas razón, eres joven, quieres madurar rápido, terminar con lo que empezaste. Dejemos la propuesta en suspenso, si nos volvemos a ver me responderás.— propuso el regente a lo que la invitada asintió algo más tranquila

Mitad humana, mitad reina. [Terminado] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora