XXVI. Azar

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Moroha no se atrevió a abandonar los aposentos esa mañana, no había dormido según su costumbre y ahora el peso de las horas pérdidas recaía en el cansancio.
Kimi tuvo que encargarse de ella desde que la luz matutina iluminó el mar.
La sierva dudó si se trataba de culpa o de ansiedad, después de todo el fin de las batallas se acercaba.
El último de los contrincantes trataba de Yurama, el oni del sur.
La hija de Inuyasha supuso que ese sería el curso actual aunque las fuerzas le jugaban una mala pasada.

—Es extraño que no haya dormido bien, de seguro estaba cansada.— admitió la sierva sirviéndole el té

—Me sentí muy mal por la madre de Naoko.— admitió la chica

"Y muy asustada por el beso." Pensó colocando una mano en su mantón

—Entonces debería explicárselo al señor Kirinmaru, tome una buena siesta. Esta noche tendrá que conocer al señor Yurama, no quiere aparecer con mala cara ¿no?— sonrió la rubia

—Es realmente temprano.— suspiró Moroha

—El señor Kirinmaru ordena que se cambie.— dijo de repente Kumo asustando a ambas

—¿Podrías hablar antes de aparecerte? Que susto.— quejó Kimi abanicándose con su propia mano

—¿Otro cambio? Creo que enloquecere si sigo cambiando de ropa.— sollozó la pelinegra

—Esta, se supone, es la ultima vez. A mi señor le agradaría que lo vistiera ya.— casi ordenó la ojiplateada con una expresión severa

—Bien, acabemos con esto.— exclamó la muchacha

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M

oroha creyó que trataba de otro odioso kimono pero fue una sorpresa el ver que el modelo de las telas de Kumo se moldeaban a su cuerpo de una forma distinta.
Un bonito pantalón exacto al molde de su cintura y piernas se cerró mientras que el kimono de arriba era sencillo, el color de ambos de un rojo carmín que casi parecía sangre impregnada en la tela. El conjunto se completó cuando Kumo le presentó un par de botas negras, parecidas a las de Setsuna.

—¡Increíble! ¿es normal que lo adore? Gracias.— sonrió satisfecha acariciando el conjunto

—No debes agradecermelo, fue una sugerencia de mi señor, únicamente cumplo los mandatos del rey.— aseguró juntando sus manos entre las mangas de su kimono púrpura

—¿En verdad? Entonces tendré que decirselo en persona.— alegró la cuarto demonio sin medir el tono de emoción

—Dicho esto... también ha predispuesto que, si así lo deseas, te lleves tus kimonos.— informó la demonesa apuntando los distintos atuendos doblados en el suelo, recubiertos de una tela roja con estampados de dragón

—Es una generosa oferta pero no veo motivos para llevármelos, fueron un gesto muy bonito, nada más.— aclaró la chica viendo incluso el kimono que rompió a la mitad

—Creí que dirías que te los llevarías para venderlos.— rió la demonesa con soltura

¿En verdad Kumo estaba riendo en su presencia?

—Esta señorita sabe como cazar su almuerzo, nunca he dependido de nadie luego de cumplir mis once años.— aseguró la nieta de Toga apuntándose a si misma

—Quería pedirte perdón y agradecerte... Cuando llamé a la señorita Zero ella estaba dispuesta a que muriera en el Tekkousen sin importarle mi fidelidad, en cambio tú no me recriminaste. Creo que fue por tu presencia que mi señor no me castigó o echó por la borda, todo quedó en el olvido.— anunció Kumo con algo de pena

Mitad humana, mitad reina. [Terminado] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora