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—Me gusta ver el atardecer.

Era un hermoso espectáculo de colores sobre las montañas y los edificios lejanos.

—Quise traerte aquí, porque quería decirte algo importante, maplecito.

—Dime, Mexique.

—Quieres... Quieres...

—Quiero muchas cosas pero debes ser más específico —rio bajito.

Entonces el mexicano tomó valor y mostró un anillo entre sus dedos.

—¿Quieres casarte conmigo?

Hubo un silencio largo.

México sonriendo.

Canadá mirando el anillo.

—Eh... No, gracias.

—Puede ser para el siguiente... ¡¿Qué?!

—No me atrae la idea de casarnos.

Canadá sonrió incómodo y encogió sus hombros.

—¡Pero tú hermano me dijo que tú habías querido preguntarme primero! Que tú querías proponerme matrimonio.

—Ah, sí... Pero ya no quiero —rio incómodo—. Irónico, ¿cierto?

—Shale... No me esperaba esto.

La respiración se le fue y tuvo que sentarse donde pudo.

—Ay... ¿Estás bien? ¿Quieres ir por agua? ¿Necesitas algo?

—¿Y ahoracómo cancelo el mariachi?

Nubes [México x Canadá]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora