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Siempre que empezaba a besarlo, acariciarlo, deslizar sus dedos por aquella piel... Canadá terminaba todo con cualquier excusa.

Lo respetó siempre, esperando el tiempo en que su maplecito estuviera listo.

Pero en ese día algo pasó.

Canadá no sólo escapó..., lo vio llorar.

—¿Te pasa algo malo?

—Nada —Canadá intentó sonreír, pero temblaba—. No pasa...

—Maplecito —le tomó de la mano, preocupado—, lo siento... Te forcé. No volveré a hacerlo.

Canadá negó entre suaves hipidos. Se aferró a las manos del tricolor y no quiso alejarse a pesar de que seguía temblando.

—No me dejes.

Esa súplica le dolió en el alma al mejicano.

—Claro que no te voy a dejar, mi vida. Pero me estás preocupando. ¿Qué te pasa?

—Estoy asustado.

—Sabía que te asusté.

Canadá volvió a negar y se acercó más a México, para mirarlo, y cederle un beso tembloroso.

—Lo siento..., pero... —respiró profundo—. No tengo recuerdos buenos de... de eso... —sintió pánico, no quería que México lo dejara—. ¡Pero lo intentaré!

—Maplecito —apretó los dientes por la ira que sintió al verlo llorar al amor de su vida mientras intentaba sonreír—. ¿Alguien te hizo daño antes?

Canadá no respondió, se quedó callado un largo rato, pero al final negó.

México ahogó sus preguntas. Sabía que Canadá le mentía, pero no quería preguntar demás. No quería que su maplecito llorara más.

Se tragó la furia, y abrazó cariñosamente a Canadá.

Ya habría tiempo de averiguar sobre aquello.

Nubes [México x Canadá]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora