16.

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—¿Puedo pasar?

—¿Hub?

México miró a aquel chiquillo con extrañeza, porque jamás llegaba de visita sin avisar.

—Necesito a mi mami —suspiró—. ¿Puedo quitártela un ratito?

—Claro, chamaco —lo dejó pasar—. Está arriba, aún se está alistando.

México dejó que el niño corriera por su casa y no dijo mucho cuando fue a revisar y lo vio abrazado a Canadá mientras ésta le acariciaba los cabellos y le besaba la frente.
No quiso interrumpir, así que se fue a la cocina a seguir con el almuerzo. No debía meterse en esos líos familiares, pero podía mirar de lejos.

Le gustaba lo maternal de su florecita, lo cálida que era al tratar con uno de sus hijos, la forma en que les hablaba y mimaba para hacerlos sentir mejor, algunas veces hasta escuchó que Canadá les cantaba hasta que estos se quedaban dormidos en su regazo.

—Es que me encanta ser mamá —sonrió con dulzura—. Es lo mejor que pudo pasarme.

—¿Y quisieras tener más hijos?

—Claro que sí —rio bajito antes de cobijar a Hub y dejarlo dormir.

—¿Quieres tener uno conmigo?

—¡Sí! —sonrió.

Pero pasaron dos segundos antes de que se diera cuenta del significado de esa petición, y miró sorprendida a México. Avergonzada también, pero más sorprendida, porque jamás hablaron de eso.

—Mexique... tú...

—Dejemos dormir al niño, y hablemos de eso afuera, mi vida.

Ambos se embarcarían en esa nueva aventura. 

Nubes [México x Canadá]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora