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El hielo bajó la inflamación, pero no podía menguar el dolor de su pecho.

Estaba tan herido emocionalmente, que solo podía mirar al vacío y secar sus lágrimas.

No pasó más allá del primer golpe porque alguien se quejó de la pelea y llegaron agentes de policía. México seguía furioso para ese entonces, pero Canadá solo pensaba en que FBI podría enterarse y no quería más problemas.

Le bastaba con sus memorias.

Se fue de ahí en cuanto pudo, sin creer que eso de verdad había pasado. Lo hizo sin gritar o reclamar. Dejó todo atrás y escapó porque tenía miedo. Miedo a que todo lo dicho fuera reflejo de un odio que México jamás le mostró.

Y, aun así, esperó a que México le pidiera perdón. Tenía esa esperanza. Pero cuando lo tuvo de frente... no fue igual. Nada volvería a ser igual.

—¿Por qué no me regresaste el golpe?

—Porque yo no dañaría a la persona que amo.

—Pero tienes que defenderte, maple.

—No...

—¡Tenías qué!

—Yo no golpearía a la persona que amo... —lo miró por unos instantes y volvió a sentir que su garganta se cerraba—. Pero al parecer tú sí... —respiró profundo—. Y estaba dispuesto a ser agredido sin siquiera quejarme.

—Pude hacerte daño.

—Y lo hubieses hecho, Mexique... Tal vez eso es lo que más me duele.

—¡Estaba furioso! —se sostuvo la nuca y respiró—. Lo estaba, pero ya no.

—Eso no justifica nada... Nunca lo hará.

—¡Maldita sea!

Canadá lo miró en silencio mientras más palabras brotaban de esos labios que hace días tomaron los suyos con tanto amor. Vio esa máscara de ternura y súplica ante una promesa de una vida feliz y llena de amor. Volvió a escuchar las dulces palabras de un enamorado.

Pero ya no le creyó.

—Me odiabas en secreto... ¿verdad?

—¡Claro que no!

—Resentías que mi vida fue más fácil... —ocultó sus temblorosas manos en los bolsillos— Me odias por eso.

—Estaba encabronado y no sabía lo que decía.

—Cuando alguien se enoja dice lo que en verdad cree... —lo miró—. Tú me odias, Mexique.

—No es así, maplecito.

—E ibas a golpearme para desahogarte... Ibas a seguir golpeándome...

—Maple... ¡no es así!

—No vi duda en el primer golpe..., ni en el que querías darme después, pero que no pudiste dar.

—Yo te amo.

—Me dolió más saber que estás resentido conmigo... que el golpe... ¿sabes?

—Maple... No creas eso, por favor.

—Si me golpeaste una vez, estoy seguro que lo harás de nuevo... Cuando te enojes, cuando recuerdes que no sufrí lo suficiente, cuando sientas celos, cuando quieras dominarme y no puedas.

—¡No es verdad!

—Incluso ahora estás a la defensiva, sigues alzando tu voz, y si pudieras, empezarías una nueva pelea... Pero no te estoy dando esa oportunidad.

—No mames, maple. No eres psicólogo como para decir eso.

—No... Pero ya salí de una relación violenta —vio al tricolor jadear, porque tal vez ya recordó—, tú sabías de eso... Y estoy viendo el mismo patrón.

—Yo no...

—Veo el mismo patrón en ti, México... Y no pienso volver a caer en algo tan cruel como eso...

—Maple.

—Terminamos... Por favor, sal de mi oficina y no te me acerques más.

—¡Maple!

—Me asustas... Y no quiero volver a tener miedo, México. Así que por favor... ya vete.

Nubes [México x Canadá]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora