—Te dije...
El filo de su hacha se unió a la piel de ese cuello.
Canadá era mucho más grande que ONU, su furia emanaba a través del calor por sus poros, su mirada fría y furiosa, todo en él gritaba peligro. Y ONU siempre lo supo, pero ni siquiera en esa situación perdió su porte autoritario, aunque estuviera contra la pared y con el labio partido.
Pelear no fue sencillo, pero al menos con eso se tranquilizaron un poco los ánimos iniciales.
—Ha sido el causante de...
—Te dije, ¡que no volvieras a tocar a mi hijo!
—¡Él debe desaparecer! —habló con convicción—. Es fuente de violencia y...
Se calló al sentir la presión contra su cuello, misma que le quitó el aliento y le dificultó respirar. Con sus manos desnudas intentó alejar el hacha, pero la sangre evidenciaba que sus fuerzas no servían de nada.
—Te dije que si le volvías a poner una mano encima de nuevo... —se acercó aún más al rostro de ONU—. Me olvidaría que también te considero como un hijo.
—Debes aceptar que tu hijo es sinónimo de perdición.
Se escuchó un golpe seco cuando ONU se defendió y alejó de sí el arma blanca.
Se evidenció un forcejeo entre entidades antes de que se empujaran y pasaran a la violencia física.
Se escuchó el cañón del arma al ser cargada, a la par que Canadá demostraba lo decidido que estaba a defender a su familia.
—Señor Canadá, ¡deténgase ahora!
Los guardias apuntaban sin dudar, todos conscientes de que dañar a un country era sinónimo de estupidez y un crimen a pagar.
Pero estaban ahí para proteger a ONU, y lo harían a pesar de todo.
—¡Señor Canadá!
Nada.
Canadá no pensaba detenerse.
—Te dije que Hub es intocable.
En su diestra reposaba el arma que le regaló América, una de las gemelas con la que juró cuidar de Hub por, sobre todo, porque era su niño amado. Porque tuvieron problemas desde el inicio, y porque jamás se detenían.
—Es un error que hay que combatir.
—Es mi hijo, el de USA, y...
—¿Y qué?
—Y mi descendiente... Al contrario de ti.
Lágrimas descendían por las mejillas de Canadá, porque no era fácil para él estar en esa situación. Porque amaba a todos sus hijos por igual, pero había momentos en que debía escoger.
ONU se crió bajo su tutela por años, le enseñó lo que era la paz y los beneficios, lo vio crecer y sonreír.
PornHub llegó después, lo tuvo en brazos desde que dio el primer respiro, le enseñó todo lo que pudo y creyó conveniente, y lo cuidó con esmero porque era su sangre.
—¡Señor Canadá! ¡Es la última advertencia!
—¡Vamos a disparar!
Era el dedo de Canadá en el gatillo, era ONU firme en su decisión que le daba frente al country bicolor, eran dos ideas completamente opuestas, eran dos entes peleando por tener la razón.
Era una guerra.
Irónicamente, ambos odiaban las guerras.
Porque las guerras solo significaban sangre y dolor.
Pero nadie disparó.
Hub corrió a brazos de su padre en cuando lo encontró, ni siquiera le importó derribar a un guardia que intentó detenerlo, y agradeció porque México lo ayudara a detener al otro.
—¡Mami, basta!
Se aferró a la cintura de Canadá y tomó una forma un poco más pequeña de la que mantenía frente al público, se volvió un jovencito que suplicaba porque su padre se calmara, soportó las lágrimas para poder hablar.
—Mami, no hagas un escándalo así, me estás asustando.
Bien sabía que Canadá podía ser violento, pero no le gustaba, y que le tuvieran miedo era algo totalmente desagradable. Hub usó eso a su favor, suplicando, apelando al lado lindo de su mami, hasta que por fin logró que Canadá bajara el arma y la guardara.
—Lamento asustarte, cariño.
Canadá abrazó a su pequeño y le dio un beso en la frente, lo acunó protectoramente, se tranquilizó, y dejó que las suaves risitas de Hub y sus burlas, lograran traerlo a la realidad nuevamente.
El mismo chiquillo al que ONU quería desaparecer, lo defendió y ayudó.
—Ey, mami, no hay por qué pelear... Sé que doy problemas... Pero lo remediaré —sonrió.
—Esto no es tan fácil, cariño.
—La neta no —México estaba que se comía las uñas por la tensión—, pero si te das cuenta, no es tan distinto a lo que pasa con los demás.
México carraspeó antes de olvidar que los guardias aún le apuntaban a su maplecito, y que tal vez alguien podía hacerse el gracioso y dispararle a él también. Pero el amor de su vida necesitaba apoyo, y él iba a dárselo.
Soltó una risita nerviosa, miró a Canadá quien se encogió de hombros —seguramente avergonzado por su actitud—, y negó antes de ir junto a su maplecito y sonreír.
—Ey, mi vida, hablemos... porque así la gente se entiende.
—Lo siento.
—No hay pedo, hasta yo me pongo violento de vez en cuando.
El ambiente se calmó, los guardias bajaron las armas, dos de ellos se quedaron en la puerta por si acaso, y otro más corrió junto a su representación para verificar que no estuviera herido. ONU negó gentilmente al ofrecimiento de una ambulancia y observó detenidamente como México y Hub terminaban por calmar a Canadá.
—No quería que me vieras así... ¿Por qué no se quedaron en casa?
—No mames, maple. Si no llego, madreas a ONU y esos tipos de baleaban. ¡¿Y después qué hacía yo sin el amor de mi vida?!
—Yo tampoco quería que algo malo pasara —Hub sonrió, aun aferrado a la cintura de Canadá—. Me sentiría muy culpable.
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Nubes [México x Canadá]
FanfictionConjunto de pequeños drabbles de la pareja CanMex (Canadá x México) del fandom CountryHumans. Parte 2.