Nubes [México x Canadá]

31.

—¡Mamá! —se quitó su gorra y su intercomunicador—. ¡Mamá! ¿Estás en casa?

Bufó cansado mientras se tiraba en el sofá boca abajo. Había extrañado tanto el cómodo mueble de su "mamá", porque olía a miel y a galletas.

—Mamá —se quejó contra el respaldo.

—¿FBI? —Canadá bajó con rapidez—. ¿Qué haces aquí?

—Mamá —apenas levantó la mano—, ¿puedo quedarme contigo dos semanas?

—Claro, solo tengo que...

Entonces Canadá recordó algo y giró hacia la entrada de la cocina, donde cierto tricolor tenía la boca abierta y su torta a medio camino para la mordida.

—¿Mamá?

—Oh mierda —FBI se levantó de un salto—. ¿Estabas aquí?

Canadá sólo suspiró, sentía que pasaba por un de javú. Pero tal vez este sería más fácil de explicar. O tal vez no.

—¡¿Qué carajos hace tu novio aquí, mamá?! —FBI parecía un niño celoso—. Me dijiste que aún no era serio.

—Ay no —suspiró Canadá—. FBI yo no dije eso.

—¡Lo hiciste!

—Maplecito de mi vida. Wey... —México lanzó su torta por ahí, para enfrentar esa nueva situación—. No me digas que tienes otro chamaco con el yanqui.

—¡Ey! No hables así de mi padre.

—Yo hablo como quiero, chamaco. Y aquí tú eres quien debe darme explicación. ¿Cómo es eso de que mi maplecito es tu mamá?

—¿Y tú por qué carajos estás usando el pijama de mi mamá?

—Aquí el mayor soy yo, chamaco. Y vas respetando a tu futuro padrastro.

—¡Ni loco!

—¡No me levantes la voz!

—Y tú, muéstrame tus papeles.

Canadá sólo negó, se retiró a la cocina y se preparó un sándwich. Iba a esperar a que esos dos se calmaran, para decirles tranquilamente que él era la "mamá" de todos los hijos de USA, porque obviamente no dejó que su hermano criase sólo a sus bebés.