19.

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—Recostado, mi vida... Y abre tus piernas. 

Era el momento inadecuado, lo sabía, pero no pudo soportarlo y Canadá tampoco.

Inició con un beso necesitado pues no se habían visto en días, después fue una caricia ardiente en medio de un comentario vulgar, fue el susurro de su maplecito en pedido de "un poco más".

—Me... Mexique... —jadeó y se mordió el labio—. Ya... please.

—Un poquito más, mi vida.

Ni siquiera se quitaron la ropa, solo recostó a su güerito en el escritorio, boca abajo, y él se entretuvo ante la linda vista de ese trasero redondeado y la imagen de sus dedos invadiendo territorio gringo.

No tenían tanto tiempo.

—Oh merde.

Canadá separó los labios en un jadeo y arqueó su espalda, sujetándose del filo del escritorio, dejando caer los papeles y aceptando todo el duro amor que le ofrecía su tricolor.

—Mi vida... Te dejaré un regalo que te dure tres días.

—Mexique... Sin... bromas.

Sin demasiado ruido, perdidos en su pequeña travesura, mordiendo sus pieles y tratando de que el desastre fuera mínimo. Se dejaron el olor ajeno en la piel, se susurraron sus deseos al oído, dejaron su ansiedad en ese suelo, y se besaron con devoción cuando ocultaban la evidencia.

Pero prometieron que al terminar con todo eselío. Se darían amor hasta desfallecer.

Nubes [México x Canadá]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora