CAPÍTULO 13 TE VOY A ENSEÑAR QUIEN ES EL HOMBRE AQUÍ

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_ ¡Déjalo! - dijo. _ yo me encargo. Tú quédate aquí. - y lo vio seguirlos, sin embargo, observó como ella era atacada y su jefe no hacía nada, solo se quedaba mirando. Sintió ganas de matarlo, y lo haría si estuviera armado, ahora entendía por qué le había pedido su arma al nada más subir a la camioneta antes de regresar. Lo tenía todo planeado, sin embargo él no pudo soportar ver cómo ese infeliz, la arrojaba al suelo y se abalanzaba sobre ella, ya le había dado un golpe y ahora le daba otro, sin pensarlo más se abalanzó sobre él, pero una vez más Rafael lo apartó con violencia aventándolo a un lado, él se incorporó con rapidez para ver qué Rafael se hacía cargo de Jorge, mientras tanto su esposa yacía en el suelo, se acercó a ella y le ayudó a sentarse, se veía aturdida y desorientada, su blusa había sido desgarrada, él se apresuró a quitarse su chaqueta y a ponérsela encima, ella de inmediato se aferró a ella cubriéndose lo más que pudo, no se quejaba, no gritaba, pero sus sollozos lo conmovieron en gran manera, sabía que le iba a ir mal por abrazarla, pero esa mujer necesitaba de su apoyo y se lo daría, y a pesar de que su función era proteger a su jefe, no lo estaba haciendo, estaba tan enojado y tan alterado que no le importó dejarlo que se cuidara solo, después de todo, era él quien había provocado todo eso.

*****
Rafael había entrado a la casa esa mañana sigilosamente, lo había hecho por la puerta de atrás, como supuso, su esposa no se había vuelto a acostar después de que ellos se marcharan, le pidió un vaso de agua y cuando se acercó a ella mientras con una mano la acercaba hacia sí, con la otra tiraba el recipiente que la contenía, apenas empezaba a clarear, al llegar había alcanzado a ver a Jorge merodeando por la casa, sabía que ese era el momento que esperaba y todo se había puesto a modo, ahora mandaba a su inocente esposa afuera, lo demás se daría solo, tenía ganas de acción, desde que Pedro Carvajal lo descansara, todo había sido tan tedioso, tan aburrido, el necesitaba moverse, necesitaba involucrarse en asuntos a los que otros le sacaban la vuelta, era por eso que Pedro Carvajal lo mantenía a su lado, porque él hacia el trabajo sucio, aquello que ningún otro se atrevía, y él estaba deseoso de ver sangre de ver el sufrimiento de los demás, y su oportunidad había llegado, cuando reclutó a ese hombre sabía lo que sucedería, lo había visto como actuaba con las mujeres , era todo un patán, además tenía el mismo espíritu que él, no le temía a nada se imponía a la mala, era prepotente y ambicioso, la diferencia con él, era que Jorge no tenía experiencia, cuando él ya lo había vivido todo. Además, mataba dos pájaros de una pedrada, se divertía un rato y se deshacía de él, porque si lo dejaba avanzar, quizás muy pronto le estaría haciendo competencia y ¿por qué no? quitándole oportunidades, aunque él tenía más experiencia, el otro era más joven, más intrépido, más sagaz, además tenía carisma y podían seguirlo a él más fácilmente, pero él no se lo permitiría.

Todo había salido como lo supuso, en otras circunstancias hubiese acabado con Jorge, desde el primer momento en el que puso sus ojos en ella, pero ahora quería diversión y se guardaba para él esos celos infernales que lo acosaban, no podía soportar que otros la miraran, que otros la desearan y menos, que otros la tocaran.

Todo había ido bien hasta que ese entrometido de Víctor había hecho su aparición, lo detuvo la primera vez, pero lo volvió a hacer, entonces ya no le quedó más que intervenir, primero apartó a un lado a Víctor que ya estaba sobre Jorge y luego, sin dificultad apartó a Jorge de sobre su esposa. La furia lo invadía y aunque él lo hubiera planeado y lo hubiera permitido no le quitaba el sentir lo que sentía, además era parte del plan, mientras más coraje le tuviera a ese hombre más lo iba a disfrutar. Por supuesto él no se iba a ir sin presentar batalla.

Después de que él lo apartara y lo mandara al suelo de un certero golpe Jorge se incorporó con rapidez.

_ ¡Tranquilo! - intentó calmarlo. _ no sabía que estabas aquí, esto no es lo que parece.

_ ¡Por supuesto que no sabías que estaba aquí. - lo tomó de la camisa. _ ¡y claro que es lo que parece! - explotó. _ ¡lo estoy viendo! ¿Crees que no me he dado cuenta que la has estado acechando? ¿No te quedó claro lo que mis hombres te advirtieron respecto a ella?

_ A mí nadie me dice que hacer. - se soltó revelándose. _ además, ¿porque te importa tanto esa mujer? Como ellas hay muchas por ahí, puedes conseguir otra mejor. Además, a ti no te importa, le iba a hacer un favor, ¿Crees que no me he dado cuenta de cómo la tratas, ella estaría mejor con alguien como yo?

_ ¿Te parece? - lo miró burlón. _ ¿crees que hay muchas como ella y de verdad te parece que yo no soy hombre para esta mujer? Te voy a enseñar quien es el hombre aquí. - se abalanzó contra él. _ esa mujer no le pertenece a nadie más que a mí, y jamás, jamás, la compares con las demás, ella es única, nunca encontrarás otra que se le iguale idiota, te enseñaré a respetar lo que es mío. - dijo mientras se enfrentaban

Ambos se enfrascarnos en una lucha, en donde sólo podría sobrevivir el más fuerte, no tardaron en salir a relucir las armas blancas, pero igual que como aparecieron, en un momento dado, ambas rodaron por los suelos, ahora solo quedaban sus puños y la resistencia que cada uno tuviera.

Víctor seguía junto a Fernanda, él le había ofrecido sus brazos sin pensarlo y ella ahora permanecía temblorosa y acurrucada en ellos, sabía que debía apartarla, pero no tuvo corazón para hacerlo. Aún a sabiendas de que probablemente estaba firmando su sentencia de muerte.

_ ¡Deja de manosear a mi esposa! - escuchó el estruendo de aquella voz furiosa.

Rafael se hallaba de pie ante ellos, había dominado a Jorge, quien permanecía de rodillas con golpes visibles en varias partes del cuerpo y la cara y manos ensangrentados, Rafael también había recibido lo suyo.

_ Tráela. - ordenó. _ le mostraré que les sucede a aquellos que tocan lo que es mío.

El obedeció, ayudándola a ponerse de pie. Sabía que sus palabras también iban para él, pero aun así no la soltó, por el contrario, la guío hacia donde Rafael empujaba a Jorge.

No tardaron mucho en llegar al rio. Él sabía lo que seguía y pensó en oponerse a que ella estuviera presente, pero se contuvo, en el estado en el que se encontraba su jefe en esos momentos, era contraproducente contradecirlo, incluso, ella podría pagar por su temeraria intervención.

AMOR SIN CONDICIÓN No. 1️⃣1️⃣/SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora