CAPITULO 35 PERDIDA

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Fernanda se levantó somnolienta, los ojos le pesaban, le dolía la cabeza, eran las consecuencias de haber pasado la noche en vela, ahora tenía que ser fuerte y enfrentar lo que viniera, ella prefería quedarse en la cama y no salir de ella, pero tarde o temprano tendría que enfrentarse a su destino, sea cual este fuera, prefería hacerlo ahora, antes de que ese hombre se enojara y entrara por ella para sacarla a la fuerza.

Se vistió con uno de los hermosos vestidos que estaban a su disposición, en ese momento le quedaba ligeramente grande porque había bajado de peso, pero esperaba recuperarlo. Si la seguían tratando como lo habían hecho hasta ahora, quizás lo lograra.

Salió a la terraza que daba hacia el patio y entonces lo vio. Se quedó paralizada, no era posible, ¿era él? ¿de verdad era el hombre que había pagado por ella? No sabía que decir, ni que hacer, iba a dar la media vuelta para regresar a su habitación, cuando él levantó la vista y la descubrió, inmediatamente se dirigió hacia ella.

_ ¡Fernanda! - la llamó.

_ ¿Víctor? - dijo con timidez

_ ¡Hola! - saludó él. _ me da gusto volverla a ver. - le tendió la mano.

Ella correspondió a su saludo, quería abrazarlo y decirle cuánto le alegraba encontrarlo de nuevo y saber que estaba bien. Por algún momento había pensado que también había muerto junto con su esposo, pero el actuaba muy formal, como si no supiera como tratarla.

_ Me alegra verte de nuevo. - dijo.

_ Espero que la hayan tratado bien. - señaló a su alrededor.

_ Si, lo han hecho. - dijo con voz casi inaudible, se sentía incómoda, él no era el mismo que le había hecho compañía, que la había cuidado y defendido, que incluso había arriesgado su vida delante de su esposo por ella. Era otro, quiso imaginarlo abrazándola la noche anterior, pero no parecía ser él, lo hubiera reconocido, había pasado mucho tiempo a su lado, conocía su aroma, conocía sus pasos, incluso sus movimientos y por más que buscaba no parecía ser él, pero ¿quién más? No era lo mismo estar solos en medio de la nada, sin más que hacer que verse uno al otro, hablar de todo y de nada, sabiendo que ahí todo es incierto, a estar ahí, a salvo, sabiendo que ya no dependen uno del otro, las cosas tomaban otra perspectiva y ellos cambiaban, era eso, él había cambiado y ella también.

Lo miró sonreírle y volvió a ver un atisbo de lo que había sido.

_ Tengo que regresar. - miró un mensaje que le acababa de llegar a su celular. _ Espero que se sienta cómoda, esta es su casa, pida lo que necesite. - dijo antes de partir, cualquier cosa solo le dice a alguien y alguno de mis hombres me localizará y le prometo que estaré aquí. ¿de acuerdo?

Ella asintió y él se marchó.

Inmediatamente después María se había acercado a ella.

_ Señora - dijo. _ el desayuno está listo, el señor me encargo que se alimentara bien.

Enseguida voy le sonrió. Ahora sus dudas habían aumentado, ¿en qué momento él había cambiado tanto? De ser un simple empleado de su esposo, ¿ahora era el dueño de ese precioso rancho? ¿Tenía hombres a su cargo? Ella lo había llamado señor con respeto y entonces porque estaba tan distante con ella, si él había pagado por ella, ¿porque no lo hablaban?

Era medio día, estaba desesperada de no poder hacer nada, María seguía sin permitirle involucrarse en ningún quehacer de la casa y ella estaba desesperada, se hallaba sentada en la terraza observando el ir y venir de la gente que trabajaba en el rancho, cuando la miró llegar, era esa mujer de nuevo, iba a ponerse de pie, pero decidió que no lo haría, no dejaría que siguiera intimidándola

_ Tú que haces ahí sentada. - se acercó con mala cara y antes de que se diera cuenta ya la estaba tomando con fuerza del brazo y la obligaba a levantarse. - tu obligación es estar en la cocina. - gritó. ¿qué haces ahí sentada?

Ella no atinaba a defenderse, no sabía cómo, nunca lo había hecho, estaba acostumbrada a que los demás decían y ella hacía.

_ Seguramente Carlos te encontró en algún pueblo y te trajo, pero conociéndolo solo vino y te dejó sin decirte tus obligaciones. Así es él. - dijo con prepotencia y altanería. _ pero tú en lugar de holgazanear, deberías de conocer tu lugar, ya me encargaré yo de eso en cuanto él llegue. Ahora lárgate y ponte a trabajar.

Ella salió de inmediato de su presencia, no sabía qué hacer ni a dónde ir, aunque tenía todo el rancho para moverse, ella no lo había recorrido, temía tanto que alguno de los hombres que ahí trabajaban la atacara, que no se atrevió a salir de la casa, pero ahora no era una opción, no quería encontrarse de nuevo con esa mujer, así que se aventuró a salir, caminó por varios minutos por un sendero que la llevó directo a la rivera de un río, camino por la orilla, no supo por cuánto tiempo, cuando se sintió cansada, se sentó recargándose en un enorme y frondoso árbol, ahí se perdió en sus pensamientos, ¿sería que nunca la dejarían en paz?, ella ni siquiera conocía a esa mujer y cada vez que la veía la atacaba como si fuera su enemiga. Y todavía faltaba conocer al hombre que la había llevado hasta ahí, si él no era libre, ¿porque la exponía a que su prometida la atacara de ese modo?, o quizás ese era el motivo para haberla llevado, provocar los celos de ella, y ella ¿qué podía hacer? Él había pagado por tenerla ahí, así que le pertenecía. Ahora sabía que Víctor no era el dueño de ese lugar, ella lo había mencionado como Carlos, ¿Quién sería ese Carlos? Sin saber en qué momento se quedó dormida.

Hacía frío cuando despertó, angustiada se dio cuenta de que ya estaba oscureciendo, asustada intento regresar, pero ya no dio con el sendero que la había llevado hasta el río, empezó a caminar sin rumbo fijo, quizás había tomado otro sendero, no se había fijado si había más de uno, lo cierto era que estaba perdida y no sabía cómo regresar, además el frío se intensificaba cada vez más y ella vestía muy ligero.

Se sentía débil y cansada, no había comido casi nada en todo el día, además, había caminado mucho, vencida se recargo en un árbol y se dejó caer recargada en el, ahí abrazada a sus piernas cerro sus ojos, no le quedaba más que esperar y ¿que esperaba? Nada.

AMOR SIN CONDICIÓN No. 1️⃣1️⃣/SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora