CAPÍTULO 19 DE VUELTA

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Simón se dio cuenta de que lo habían dejado solo, porque escuchó el alboroto y además escuchó a Rafael dándole órdenes a Fernanda, se la estaba llevando y él no podía hacer nada por impedirlo, aún si no estuviera atado a esa cama, no podría luchar contra todos, no en su condición, porque si estuviera en sus cinco sentidos claro que podría con ellos, porque no se trataba de fuerza, si no de estrategia y de astucia, pero ahora no podía y ella se iba. Maldijo furioso, iba a salir de esta y lo haría solo para ir por ella, se la arrebataría a ese asesino.

*****
Rafael estaba furioso una vez más, porque una vez más, sus planes se frustraban, pero no importaba, su maldito enemigo sufriría un poco más en esta tierra, su preocupación era que muriera antes de que él estuviera ahí, porque quería ser él, quien lo mandara al otro mundo, había cometido la tontería de dejar la puerta abierta, pensó que volvería pronto, pero no fue así, en esos momentos se encontraba en el territorio de Santiago Moran, le habían informado que ahí era en donde se encontraba Verónica y él quería terminar con ese asunto, se le había escapado una vez, pero no dos. Le habían informado que en esos momentos los Moran no se encontraban en el rancho, y se le hizo fácil adentrarse al territorio, por fortuna conforme avanzaban nadie los había detenido, ni habían visto a gente vigilando, en esos momentos había pensado que la gente exageraba acerca de esos hombres, se decía que con Santiago Moran era imposible ponerse al tú por tú, que su territorio era inexpugnable y parecía que eso era mentira, él estaba llegando a los límites del rancho, desde su posición lo podía ver con claridad, iba a dar la orden de acercarse a la casa, cuando, no supo de dónde, el lugar se llenó de hombres armados, ninguno parecía haberse dado cuenta de su presencia y la de su gente, así que retrocedió antes de que fueran descubiertos.

En esos momentos maldijo, haber estado tan cerca y todo se había venido abajo, habían permanecido varias horas agazapados entre el bosque, pero al parecer esos hombres no se marcharían y eran demasiados como para poder hacerles frente, además eran los que tenían a simple vista, nadie le aseguraba que no hubiera más por ahí.

Furioso dio la orden de regresar, no solo no había logrado su cometido, si no que había perdido valioso tiempo, en estos momentos podría estar con Simón haciéndole pagar todo lo que le debía, y lo peor es que no habían sido horas, sino días perdidos, ahora regresaba y esperaba poder encontrarlo aún con vida.

*****
Simón escuchó el ruido de las camionetas, eran dos, no las cuatro que acostumbraba llevar.

Sabía que su hora había llegado, ese hombre no podía volver más que para atormentarlo y darle muerte, se lo había dicho antes de marcharse.

_ La próxima vez que venga a este lugar - había dicho. _será para, por fin acabar contigo, no sabes cómo me voy a divertir. - le había quitado la venda de los ojos, siempre lo hacía cuando estaba con él, y siempre lo miraba a los ojos mientras hacía de las suyas, ese día no había sido la excepción, nuevamente lo había hecho gritar de dolor. _ estoy seguro de que escuchaste los gritos del inútil de Jorge. - acercó su rostro al de él mirándolo con prepotencia.
_ Pues eso no es nada comparado con lo que te espera a ti, porque, con él solo me divertía, pero a ti... - lo amenazó. _ tú pagarás lo que me hiciste, contigo desquitaré todo este odio y está rabia que tengo aquí adentro. - tocó su pecho. _ Lástima que me tenga que ir. -dijo burlón. _ pero antes de hacerlo quiero que sepas una cosa, en realidad son dos, una noticia buena y una mala, la buena es que tú querida "princesa" sobrevivió a mi ataque, tenías razón, es fuerte y valiente, pero ahora está en silla de ruedas y necesita un tanque de oxígeno para respirar, lo ideal sería dejarla así. - río. _ para que me recuerde todos los malditos días de su vida. Pero aquí viene la mala noticia, que la urgencia de irme y no terminar contigo ahora mismo es que en estos momentos está sola y voy a terminar lo que empecé. - lo miró a los ojos. _ y espero que tu tiempo de espera lo disfrutes pensando en lo que voy a hacer con ella y de qué forma terminaré con su vida. Así que te deseo lo mejor. - había dicho saliendo del lugar, sin molestarse en cerrar la puerta.

El permaneció en silencio, viendo cómo ese ser despreciable, se marchaba y se llevaba con él a esa preciosa mujer, que no merecía pasar por lo que él la hacía pasar.

Ese día deseó ir tras él, e impedírselo, pero se hallaba tan adolorido que aunque no estuviera atado a esa cama, le era imposible dar un paso. Se prometió a sí mismo que costara lo que costara la libraría de él. Por lo pronto había cerrado los ojos y había esperado a que ellos se marcharan, luego ya vería.

Ahora lo tenía ahí de vuelta, el momento había llegado y él estaba listo, que fuera lo que tenía que ser, estaba seguro de que no había logrado cumplir con sus planes, conocía a los Moran y sabía que jamás lograrían traspasar su seguridad, así que no se había preocupado por Verónica, por el contrario, el saber que estaba viva, había sido un aliciente para él en todos esos días, le había dado nuevas fuerzas el saber que la vería de nuevo y aunque estuviera convaleciente, confiaba en que saldría adelante, el mismo Rafaél lo había dicho, ella era valiente y además de valiente, era tenaz, era luchadora y con su esposo Nicolás, lograría lo que fuera. Sintió nostalgia, de haberse atrevido a confesarle su amor, quizás ella lo hubiese aceptado, aunque ambos supieran que su relación no tenía futuro, sin embargo, no lo había hecho y ella era de otro, y no se arrepentía porque con él era feliz, él la cuidaba y la amaba, como el la cuidaría y como el, la había amado. Ahora solo le quedaba dejarla ir por completo, deseaba volver a verla, tenerla de frente una vez más, solo para dejarla ir y demostrarle a su corazón que ella ya no era parte de él, no en el sentido en el que todos estos años había sido.

Escuchó los pasos de Rafael acercarse. Venía por él, todo su cuerpo se puso en tensión. Su tiempo se había terminado.

Escuchó el portazo al darle una patada a la puerta entreabierta. No se estremeció, porque ya lo esperaba, sabía que venía solo a su presencia porque nunca llevaba a nadie más, sus hombres siempre lo esperaban retirados de ahí, seguramente ahora estarían esperándolo en las camionetas, sabiendo que una vez su jefe terminara con él, se marcharían.

Agradezco mucho a quienes han llegado hasta aquí. Que tengan un excelente día.

No se pierdan el próximo capítulo; CARA A CARA.

AMOR SIN CONDICIÓN No. 1️⃣1️⃣/SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora