_ ¿Crees que algún día ella pueda entender que la amo? - escuchó de nuevo su voz.
_ Simón, no es tonta, claro que entenderá. - contestó Verónica.
_ ¡Se lo he dicho... muchas veces... pero parece no escucharme, o no creerme! - dijo con desesperación.
_ Entiéndela, después de todo por lo que ha pasado, es comprensible su temor, quizás crea que la abandonarás, que la cambiarás por otra, o que simplemente la usarás como todos los demás
_ ¡Jamás haría eso! _ protestó.
_ ¡Tú lo sabes, pero ella no! - lo miró. _ ella necesita que se lo repitas una y otra vez, necesita sentirlo, necesita asimilarlo, tomarlo, hacerlo suyo. Tú tienes que darle esa confianza que a ella le falta.
_ ¿Y cómo se hace? - dijo frustrado.
_ Estoy segura de que ella se siente insegura, siente que no vale nada por lo que le hicieron, y por supuesto piensa que no es digna de ti y quizás de nadie, eres tú quien tiene que darle esa confianza, esa seguridad.
_ Se oye tan sencillo pero, ¿como carajos se hace? - dijo con desesperación
_ Solo escúchala, siéntela, está cerca de ella. Ella misma te irá dando la pauta a seguir.
_ Como desearía que supiera cuánto la amo, que se diera cuenta de que sin ella no puedo vivir, que mi día se alegra cuando la veo cada mañana y que en la noche es ella quien se encuentra en mis sueños, que es ella quien día a día acapara mis pensamientos. ¡Soy idiota por no saber cómo hacer que lo comprenda!
_ Simplemente eres hombre. - dijo ella, antes de que un sollozo los interrumpiera, ambos se giraron hacia ella descubriéndola, le había sido imposible contener el llanto después de escuchar lo que él estaba diciendo de ella, había sido tan tonta, tan egoísta, que no había visto lo que él estaba sufriendo porque ella en su ceguera no podía ver más allá de sus narices.
De inmediato ambos se pusieron de pie y él se apresuró a llegar a su lado.
_ ¡Yo me retiro! - escucharon a Verónica disculparse. _ ¡nos vemos mañana!
Ninguno contestó. Simón estaba parado frente a ella, mirándola. Con ternura tomó su rostro entre sus manos.
_ ¡No llores! - dijo. _ ¡o mataré al idiota que causó esto! - sonrió.
_ No dejaría que lo hagas. - sonrió también timidanente. _ no sin antes pedirle disculpas y decirle que lo amo y que ya entendí.
_ ¿De verdad? ¿De verdad me amas?... ¿y entiendes? - la miró lleno de esperanza. ¿entiendes que mi amor es tuyo y de nadie más? ¿que eres tú, con quien quiero pasar el resto de mi vida? ¿que no es porque te tengo lástima, sino porque te amo?
Ella asintió con la cabeza, estaba llorando, no podía articular palabra.
_ Lo entiendo. - dijo por fin. _ sé que me amas, pero no entiendo tus palabras.
_ ¿Cuáles palabras? -la miró interrogante.
_ Te escuché hablar con Víctor, dijiste que Verónica era tu princesa y yo... yo no tenía comparación con ella.
_ No escuchaste la conversación completa ¿verdad? - la miró divertido.
_ dije y sostengo que Verónica es mi princesa. Ella se tensó al escuchar eso. _ y tú deberías de saber que antes que la princesa está la reina. - la miró con ternura. _ y tú eres mi reina y también dije que no tenías comparación, porque es verdad, nunca, en ningún lugar encontraré a alguien a quien te le asemejes, eres única y eres especial, ni aún mi princesa podría hacerte sombra ante mis ojos.Ella lo miró, sus ojos cristalizados no le permitían verlo con claridad, pero no fue necesario, él la acercó hacia sí y se fundió en un fuerte abrazo con él.
No podía creer que él en verdad la amaba y no lo creería si se lo hubiera dicho directamente, siempre pensó que se lo decía solo por decirlo, solo para que ella se sintiera mejor, pero se lo había dicho a alguien más, a quien ella creía que era el amor de su vida y ni siquiera sabía que ella lo escuchaba, sería tonta si aun así continuara creyendo que se casaba con ella solo para satisfacer su deseo de tener una familia.
Se dejó envolver entre sus brazos y sintió sus manos fuertes acariciando su espalda, su pelo, y también sintió los besos tiernos que depositó, primero en su cabeza, luego en su frente y por último en sus labios, ella correspondió cómo nunca lo había hecho, porque ahora sabía que eran besos de amor, que eran caricias de amor, porque ella también lo amaba.
_ Te amo mi hermosa reina. - había susurrado a su oído, una vez que terminó el beso.
_ Yo también te amo. - lo miró a los ojos. - por primera vez no se sentía avergonzada o cohibida ante las muestras de cariño de alguien y sobre todo por ser ella quien las diera, no sabía cómo, no estaba acostumbrada, pero él la enseñaría, ya lo estaba haciendo.
_ Te amo. _ dijo él una vez más y la tomo en sus brazos, luego subió con ella para llevarla a su recámara. _ desearía que ya estuviésemos casados. - dijo cuándo la depositó en el suelo. _ te llevaría conmigo y te demostraría cuánto te amo.
Ella se tensó y el comprendió de inmediato.
_ No voy negar que me encantaría estar contigo, que fuésemos marido y mujer, pero te dije que esperaría, vamos a ir a tu paso, será cuando tú estés lista y no. - dijo al ver su angustia. _ no sucederá nada si tú no quieres, lo hemos hablado, créeme, soy un hombre de palabra.
_ No es que no quiera. - dijo compungida. _ yo... Jamás había sentido por nadie esto que siento por ti, y creo que puedo darte lo que me pidas. Pero tengo tanto miedo de defraudarte, de no ser lo que esperas, de que te decepciones de mí.
_ Amor. - tomó sus manos entre las suyas. No te atormentes con eso, cuando llegue el momento lo resolveremos, además, ya te dije, estaremos juntos para siempre, nada nos separara.
- tomó sus labios de nuevo con ternura, con delicadeza, ella era como un cervatillo asustado y como tal tenía, que tratarla. El entendía más de lo que ella se imaginaba, él había sido testigo de lo que ese maniático de Rafael hacía con ella, ¿cómo culparla de sus temores, de sus traumas? Él le demostraría que no todos los hombres eran unos cerdos como su esposo, que las cosas no eran como ella las había vivido, que se podía ser feliz a pesar de todo y de todos. _ te dejo para que descanses. - dijo. En realidad, le costaba separarse de ella.Ella asintió, le hubiese gustado que él se quedara, pero sabía que aún no estaba lista y quizás nunca lo estuviera, pero de algo estaba segura, en su luna de miel haría hasta lo imposible por qué él no se decepcionara, se lo debía, además ella deseaba hacerlo feliz.
_ Descansa - la tenía tomada por la cintura y sueña conmigo. - sonrió.
Ella correspondió, luego se puso de puntitas y le robó un tímido beso.
El deseaba más, pero era un gran logro que ella tomara la iniciativa, así que lo aceptó. Esa noche dormiría por fin en paz y muy feliz.
No se pierdan mañana el final de esta historia.
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AMOR SIN CONDICIÓN No. 1️⃣1️⃣/SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceEl ha estado enamorado toda su vida de la hija de su jefe, a tal grado de que ninguna mujer ha llegado a cumplir sus expectativas como para formar un hogar, excepto ella, sin embargo, ella ya es la esposa, de otro, él mismo alentó esa relación, porq...