CAPÍTULO 22 CUMPLIENDO SU PROMESA

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❤️Maratón 2o. Capítulo de 3.

Simón, se sentía mareado, de no haber tenido suerte y Rafael no hubiese sucumbido tan rápido, quizás fuera él, quien se encontrara tirado en el piso atado y casi al borde de la muerte. Les había pedido a sus amigos que no intervinieran a menos de ser necesario.

Recordó como después de que Rafael y su gente se fueran dejándolo solo y mal herido de nuevo, él había caído en un profundo sopor, era de noche y se sentía tan débil que no supo cuánto tiempo durmió, hasta que despertó sobresaltado, le pareció haber escuchado ruido, cuando abrió los ojos miró dos siluetas recortarse contra la tenue luz de la madrugada. Se obligó a mantener la calma. No se movió de momento hasta no saber que sucedía, luego escuchó esa voz. Era Nicolás, el esposo de su princesa, y Santiago Morán estaba al lado de él, no lo podía creer. Víctor había cumplido su palabra. En uno de los pocos momentos en qué habían estado a solas, cuando Fernanda ya le permitía acompañarla para darle de comer, y que él sabía que podía contar con él, le había pedido un favor

_ ¿Por qué estás con Rafael? - le había preguntado. - le parecía raro que un hombre como el, sirviera a uno tan despreciable como lo era Rafaél.

_ Mi jefe es Pedro Carvajal. - había dicho, él es quien manda, pero me dijo que tenía que obedecer a cada uno de sus hombres de confianza según alguno me necesitara y Rafael me ordenó venir con él, en realidad no tengo opción. - había dicho con voz triste. - es obedecer o que tu familia pague.

_ Lo sé. - dijo. Él mismo se hallaba en la misma situación. Solo que él era uno de los hombres de confianza de Pedro y Víctor era uno de los de abajo. ¿y de que servía? En estos momentos Víctor estaba en una mejor posición que él, por eso consideraba las clases sociales una basura, no era cuestión de cuanto tenías, eso no hacía a la gente ser lo que era. La vida siempre daba vueltas y tú posición o status podía cambiar en cualquier momento y nadie estaba exento de eso.

Ahora él, siendo el jefe de Víctor, estaba para pedir ayuda y él para proporcionársela, si es que quería.

_ ¿Puedo confiar en ti? - le había dicho.

_ Si, lo puedes hacer. - había respondido.

_ ¿Entonces, ¿Te puedo pedir un favor? -

_ Si puedo, claro que sí.

_ Necesito que marques a un número por mí. - le había dicho.

_ Rafael me dejó sin teléfono. - dijo apenado de no poder ayudar.

_ Bueno - había dicho resignado. - me gustaría que te lo aprendieras por si vas a alguna parte o consigues uno, solo te pido que después de marcarlo lo borres del teléfono que uses. Además, no quiero comprometerte, si alguien contesta no digas nada, no es necesario. Solo deja que contesten y cuelga

Sabía que Santiago se daría cuenta de que era de parte de él, que deduciría que se encontraba con vida, ya lo demás lo dejaría en sus manos, no estaba seguro de que recibiría su ayuda, pero al menos lo había intentado. Santiago le había dicho que si alguna vez estaba en apuros y necesitaba ayuda le marcara a ese número que incluso tenía una clave, <<para saber que se trata de ti>> le había dicho.

Ahora sabía que ambos, tanto Víctor, como Santiago habían cumplido su palabra y se los agradecía, de no ser por ellos, en estos momentos ya estaría muerto.

Recordó como Santiago y Nicolás no habían llegado solos, también estaban con él varios hombres, no muchos, pero entre ellos venía un médico, Justin le habían dicho que se llamaba, él se presentó y se dedicó a revisarlo y curar sus heridas, además de darle el medicamento que necesitaba. También iba con ellos otro hombre, Roberth, era el jefe de seguridad de un amigo. Le había dicho Santiago, era quien coordinaba las acciones para rescatarlo.

Ellos se lo hubieran llevado en ese mismo momento, pero él se negó, tenía una cuenta pendiente con Rafael, no podía dejarlo así, era cuestión de ganar o morir, no podía dejar que ese ser vil y despreciable le siguiera haciendo la vida imposible a su esposa, no se lo permitiría. Incluso si él moría, que no pensaba permitirlo, les había pedido a los Moran, que no lo dejaran con vida, ese hombre no merecía vivir.

Fue así como acordaron quedarse con él, esperarían el tiempo que fuese necesario. Después de todo sabían exactamente en donde estaba Rafael y cuál era su recorrido, gracias a la tecnología de James, así que tenían tiempo para prepararse y sobre todo para recuperarse lo más que le fuera posible, tenía que levantarse ya de esa cama y fortalecer sus músculos, claro que era demasiado poco el tiempo del que disponía, pero se esforzaría y con la ayuda de sus nuevos amigos sabía que lo lograría, al menos ya no estaba solo, como había pensado que estaría hasta que Rafael llegara. Pareciera que no, pero el solo saber eso, hacía que su auto estima subiera y se sintiera mejor y más capaz de hacerle frente.

*****
Rafael despertó, sentía su cuerpo adolorido, incluyendo su rostro, ese maldito sí que le había hecho daño con esas esposas, intento moverse, pero se dio cuenta de que su mano ahora estaba esposada al respaldo de la cama. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, ¿cómo es que había llegado a esto? Él era quien tenía el control, era él quien iba a dar muerte a ese bastardo, no podía ser real, tenía que ser una pesadilla. Cerro los ojos y los abrió de nuevo. No era una pesadilla, era real, ahora era él quien esperaba en esa cama sin posibilidad de huir o defenderse, No lo podía creer, se negaba a aceptarlo.

_ ¡Eres un maldito Simón Mendoza! - gritó furioso. _ pero aún no estoy muerto y tus ojos no lo verán.

_ Sé que no estás muerto. - se acercó para que lo viera. _ pero pronto lo estarás.

_ Jamás dejaré que me mates. - gritó. _ eres tan cobarde que sé que no lo harás _ te temblaría la mano si tan solo lo intentaras. - intentó reír, pero un acceso de tos se lo impidió.

_ Quizás tengas razón. -aceptó. _ no soy como tú y mi misión en la vida no es asesinar gente, y créeme que si de mí dependiera no lo haría, pero contigo es diferente, contigo hasta con gusto te mataría, pero despreocúpate no lo haré.

_ Como dije eres un cobarde, si estoy aquí, es porque tuviste suerte, pero admítelo, jamás podrás contra mí, siempre he sido, y seré mejor que tú.

_ No me importa lo que creas, los hechos hablan por sí solos.

_ Fue cuestión de suerte, tu nunca tuviste oportunidad contra mi

_ El que no la tuvo fuiste tú, pero eres tan ególatra, prepotente y ciego que no lo ves. _ Aún si yo moría, tu jamás ibas a salir con vida de aquí y ¿sabes por qué?, Porque ellos no te lo iban a permitir.

AMOR SIN CONDICIÓN No. 1️⃣1️⃣/SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora