Víctor viajaba a gran velocidad, a pesar de estar libre sentía una gran opresión en el pecho, tenía sobre sus hombros una gran responsabilidad y esperaba no defraudar a su amigo. Hacía ya unos días, que pensó que era hombre muerto, él y sus compañeros habían sido atacados por gente que no conocía, recordó haber visto a sus compañeros caer como si estuvieran muertos, él había buscado a sus atacantes con la mirada, pero al no localizarlos optó por rendirse y levantar las manos, sin embargo había sido demasiado tarde, porque sintió una punzada en su hombro y después perdía toda capacidad de reacción, recordó caer pesadamente al piso, sin embargo, rápidamente varios hombres se habían acercado a él.
_ Tranquilo. - le dijo uno de ellos. _ no te pasará nada, en un rato te sentirás bien.
Él hubiera querido contestar y hacer algunas, preguntas, pero su cuerpo no le respondía, ellos lo acomodaron de una forma que estuviera cómodo, luego observó cómo un hombre se acercaba y le inyectaba algo, no tardó mucho en empezar a reaccionar, la coordinación de su cuerpo con su cerebro empezó a volver a la normalidad, se dio cuenta de que esto lo habían hecho solo con él, los demás yacían en el suelo noqueados totalmente.
_ ¿Por qué yo no estoy como ellos? - se atrevió a preguntar.
_ Primero, ¿cómo te llamas? - interrogó el hombre que le había hablado con anterioridad.
_ Víctor. - dijo con dificultad.
_ Bien Víctor, el que ahora te estés recuperando no quiere decir que estés libre, eso ya lo veremos después, lo que tus compañeros tienen es un compuesto especial que evita que él cuerpo lleve a cabo las órdenes que les da el cerebro, se necesitan dos dosis para quedar inconscientes como ellos, tu solo recibiste la primera y fue porque ya no alcanzamos a detenerla cuando te rendiste, y decidimos darte el antídoto porque tú no nos atacaste como tus compañeros.
_ No lo hice, porque no quiero pelear, ya bastante malo es estar entre ellos como para hacerme de más enemigos.
_ ¿Conoces al hombre que está ahí? - interrogó señalando el lugar en donde se encontraba Simón.
_ Si. - asintió.
_ ¿Qué tanto lo conoces?
_ No mucho, sé que es Simón Mendoza uno de los hombres de confianza de Pedro Carvajal, lo conozco porque yo también trabajo para él, aunque no con Simón. Lo que no les dijo era que no solo lo conocía por trabajar para el mismo hombre, además, Simón probablemente no se acordara de ese encuentro. Él también lo olvidaría si pudiera. Pero no podía. El día que lo había visto por primera vez en ese cuarto, en esa cama, lo había reconocido de inmediato, pero no se lo había dicho, porque estaba en deuda con él y en esos momentos no podía hacer nada por resolver su situación, no estaba ni en condiciones de hacerlo ni en una posición que se lo permitiera, Rafael los tenía muy controlados y con él tenía que andarse con mucho cuidado, porque era de los que por un simple disgusto era capaz de descargar su arma contra alguien o descargar su furia y su frustración hasta matar a quien lo incomodara en ese momento, a veces sin que hubiera razón de por medio, simplemente porque se encontraba en el mismo lugar que él, así que no podía confesarle que él era aquel hombre al que una vez había salvado junto con su familia y aunque en esa ocasión le había alcanzado a dar las gracias, no le había dado su nombre, ni Simón se lo había pedido.
Recordó los momentos de angustia que había pasado en esa ocasión, Pedro Carvajal le había ordenado integrarse a uno de sus grupos criminales, no podía negarse, así que obedeció, solo les había pedido que hicieran un reconocimiento de cierto lugar y lo habían hecho, luego él se había regresado a su casa, con su esposa e hija, después de enviar el reporte a su jefe. Sin embargo, sus compañeros habían decidido divertirse y lo habían hecho atacando a una familia del lugar, casi habían dado muerte a la madre y a su hijo mayor, quienes trataron de evitar que se llevaran a una jovencita de diecisiete años, lo habían evitado, pero a un precio muy alto, él no lo supo, hasta que una horda de gente embravecida llegó a su hogar, sacándolo no solo a él, sino a su esposa y a su pequeña de cinco años. Jamás en su vida había sentido tanto miedo y tanta impotencia, no por él, sino por su familia, a él lo sacaron a golpes, cuando lo llevaron delante de los demás, ellos ya estaban irreconocibles del castigo de que habían sido objeto, luego los formaron a todos y uno, a uno los fueron ejecutando, cuando le tocó su turno, deseó que lo hubieran atrapado junto con los demás, porque así no hubieran dado con su casa, ni con su familia. Un hombre tenía ya su arma pegada a su pecho, cuando lo detuvieron, se les había ocurrido que antes de darle muerte, se divertirían con su esposa, después la asesinarían junto con su hija, delante de él, con angustia vio como entre varios tomaban a su esposa y la acercaban a la fuerza hacia donde lo tenían, mientras que aterrado escuchaba el llanto de su pequeña.
De nada le valió explicar que él no había estado con los demás cuando atacaron a esa gente, no lo escuchaban, estaban enardecidos, además no le creían lo habían visto con ellos y los muy cobardes en lugar de decir la verdad, los habían llevado hasta su hogar.
Era un hombre valiente y aguantaba mucho. Pero ahora estaba llorando de la impotencia, oír el llanto de su niña y ver cómo entre varios hombres sometían a su querida esposa y ver cómo varios pares de manos empezaban a manosear su delicada piel, y a rasgar su blusa, en tanto que otro intentaba besarla, mientras ella se resistía, rompería a cualquiera y él estaba roto, porque la defendería con su vida, pero no podía, también él era sujetado por varios hombres obligándolo a ver lo que no quería ver.
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AMOR SIN CONDICIÓN No. 1️⃣1️⃣/SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA
RomansaEl ha estado enamorado toda su vida de la hija de su jefe, a tal grado de que ninguna mujer ha llegado a cumplir sus expectativas como para formar un hogar, excepto ella, sin embargo, ella ya es la esposa, de otro, él mismo alentó esa relación, porq...