CAPÍTULO 16 A SOLAS

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❤️MARATÓN 2da. De 3

Fernanda se despertó asustada, las pesadillas la habían atormentado, en sus sueños no solo veía como su maniático esposo asesinaba a Jorge, sino también a Víctor y a Simón, eso la hizo despertar aterrada, miró a su alrededor y no vio nada, estaba oscuro, miró su reloj y era pasada la media noche, en ese momento pegó un brinco, con todo lo sucedido se había olvidado de Simón, en todo el día no había probado bocado, con torpeza buscó encender una luz, cuando lo logró corrió hacia la cocina. Algunas cosas estaban fuera de lugar, no como ella las había visto la última vez, iba a buscar en qué calentar algo para llevarle, cuando tocaron a la puerta. Se asustó y su primer instinto fue buscar con que defenderse, pero recordó que estaba sola con Víctor, no podía ser nadie más.

Con temor abrió

_ Lamento molestarla. -dijo apenado. - pero vi la luz y supe que estaba despierta.

Ella no dijo nada, solo lo miró extrañada.

_ Solo quería preguntarle si tienes algo de primeros auxilios, me tomé la libertad de alimentar al hombre que su esposo tiene retenido, y me di cuenta de que tiene dos heridas que necesitan ser atendidas.

Ella iba a protestar, pero se dio cuenta de que era su culpa, ella lo había dejado sin comer, no podía enojarse porque él le hubiera llevado algo ¿y el hecho de que hubiera entrado a ese lugar?, su esposo no se daría cuenta, no sabía porque no dejaba que nadie entrara o se asomarse siquiera, pero él ya lo había hecho, ya no podía hacer nada.

_ Buscaré las cosas. - dijo dejándolo afuera. Luego regresó y se puso en camino. El la siguió y ella no lo detuvo, ambos entraron al lugar.

Cuando miró sus heridas se sorprendió, no entendía porque había hecho eso, el solo se había lastimado. Se acercó y procedió a curarlo, él no se movía, aunque ella sabía que eso debía doler demasiado, entonces entendió, se había dado cuenta de que no estaba sola y no se movía para no delatarla, sabía que no estaba sedado porque en todo el día no le había dado el medicamento.

_ Te puedo pedir un favor. - se dirigió hacia Víctor.

_ Si. - dijo él.

_ ¿Podrías ir al pozo y traerme agua? El recipiente está en la cocina.

_ ¡Claro! -dijo sin protestar y salió del lugar.

_ Perdón por lastimarte. - dijo ella casi en un susurro.

Esperó su respuesta, no dijo nada, pero sintió su agarre.

Casi gritó del susto, él la había tomado del brazo con su mano herida y ella no se lo esperaba, el agarre era fuerte pero no le hacía daño

_ Estás bien. -escuchó su voz cargada de ansiedad.

_ Si. - dijo con voz ahogada.

_ Gracias a Dios. - suspiró aliviado, su voz era ronca y sus palabras torpes por la falta de uso. - pensé que ese maldito te había hecho daño.

Ella no contestó, pero no pudo contener el llanto, quizás no le había hecho daño físico, pero sí que le había hecho daño, más del que él se pudiera imaginar, ver lo que vio y saber que había sido por su causa.

Simón la sintió derrumbarse y supo lo que estaba pensando

_ Tú no eres culpable de lo que ese maldito haga, ni tampoco de lo que el otro hizo para despertar su furia, ni siquiera lo pienses. - acarició su mano con ternura, aunque al hacerlo le dolía hasta el alma, su herida estaba abierta, pero no le importó, ella lo valía. _ los dos merecían la muerte, eran iguales y el que uno ya no esté, está bien, por toda esa gente que ellos se han llevado a su paso, solo pregúntate, ¿a cuántas mujeres más habría atacado ese maniático?, Igual tu esposo, algún día tendrá que caer como él, y espero que sea pronto y que no lo lamentes.

Ella dejo de llorar, solo se escuchaban sus sollozos, él tenía razón, mucha razón, pero, aun así, no dejaba de ser horrible y escalofriante.

_ Siento tanto que por culpa de ellos tu hayas pasado el día sin probar bocado. -dijo compungida

_ El hombre que está contigo me trajo. - dijo. _ ¿Quién es?

_ No lo sé, pero él me defendió de Rafael, él dijo que cuando regresara se las cobraría y yo estoy muy asustada, no hizo nada más que defenderme. No merece que le pase nada malo.

_ Si se atrevió a desafiarlo, es porque es valiente y puede defenderse. ¿no crees?

_ Contra Rafael, ¿quién puede defenderse? - dijo con pesar.

_ A todos nos llega nuestra hora créeme. -dijo sin soltar su mano.

Ella miró su brazo.

_ Siento no poder curar esa herida. - dijo tocando cerca de ella. _ pero lo tengo prohibido.

_ Lo sé. -dijo. _ no te preocupes, también al dolor se acostumbra uno.

_ No deberías. - dijo.

_ ¿Qué?

_ No deberías tener que acostumbrarte al dolor, esto no debería estarte pasando, sin embargo, lo comprendo. - dijo con tristeza. _ yo misma ya me acostumbré a él.

El corazón de Simón se estrujó, ella no tenía que estar diciendo eso, ¿Cómo era posible que una mujer como ella ya hubiera pasado por tanto? No sabía cuántos años tenía, pero su voz se oía como la de alguien joven.

_ No sabes cómo quisiera poder ayudarte. - dijo ella, poder romper esas esposas y dejar que te marches.

_ ¿Aun cuando eso signifique tu muerte? - preguntó. _ porque él no te lo perdonaría jamás.

_ Lo sé. - dijo ella. _ y la verdad ya no me importa, al menos mi muerte serviría de algo.

_ No digas tonterías. - dijo él. _verás cómo los dos podremos escapar de él, te prometo que te llevaré conmigo. Te prometo que un día serás feliz y recordarás esto y lo sentirás tan lejano que ya no te lastimará

Ella ya no dijo nada, sabía que eso no sería posible y que solo si su esposo muriera, quizás ella podría ser libre, mientras ni siquiera lo intentaría. Era como dictar su sentencia de muerte.

Para cuando Víctor regresó con el agua, ella ya había terminado, esperaba que la herida sanara aunque fuera un poco antes de que Rafaél regresara, porque estaba segura de que después le prohibiría curarlo, como lo había hecho con la herida del brazo, lo bueno de todo, era que ya no había infección en ninguna de sus heridas y que él, cada día se ponía más fuerte, aunque no lo demostrara, pero aun así, de estar libre, no sería incapaz de poder huir por en medio del bosque, no lograría salir con vida, menos con esas heridas expuestas, sin las fuerzas suficientes y luchando contra la maleza, sería presa fácil de algunos depredadores típicos de la región. Ella lo sabía y el también, porque, aunque Rafael se había marchado dejándolos solos, él no había vuelto a sugerir que Víctor le ayudara a escapar, sabía que no llegaría a ningún lado en esas condiciones, ni siquiera con la ayuda de alguien más.

AMOR SIN CONDICIÓN No. 1️⃣1️⃣/SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora