_ Como veo que son tan unidos - dijo Simón al estar frente a esos tres hombres. _ les voy a dar cinco minutos y son muchos para que se digan lo que tengan que decirse, porque esta es la última vez que se verán.
_ ¿Y tú quién demonios eres? - lo miró con furia Juan.
_ ¡Ni siquiera te conocemos! - habló Raúl. _ seguro te equivocaste de hombres.
_ Si de algo estoy seguro es de que son ustedes.
_ ¡Ninguno de nosotros te hemos hecho nada! - dijo Carlos. - ¡alguien debió informarte mal!
_ No me conocen a mí, porque hicimos trato a través de mi gente y sí, me hicieron algo, pero no es por eso por lo que están aquí, es porque se atrevieron a tocar lo que yo más amo en esta vida y eso es su perdición.
Los tres lo miraron sorprendidos, ninguno entendía lo que ese hombre estaba diciendo.
_ ¡Les refrescaré la memoria! - volteo hacia atrás y un hombre se apartó y salió de entre los demás. - ¿Ahora recuerdan? - miró Simón sus caras de espanto. _ ustedes hicieron trato con él, en mi representación, les di mucho dinero por la que pronto será mi esposa.
Ellos abrieron sus ojos aún más, claro que recordaban, se daban cuenta de que se habían metido con la persona equivocada, nunca habían sabido quien había pagado por ella, pero ahora que estaban ahí y que veían a los hombres que lo acompañaban, empezaban a reconocer a algunos, era imposible no encontrarse con ellos en esos lugares que todos frecuentaban, ahora sabían con quién estaban hablando nada más y nada menos que con Simón Mendoza. Si la gente con la que ellos se relacionaban era poderosa, ese hombre era diez veces más, y más ahora que era el jefe y no el segundo al mando de alguien más. Sus rostros palidecieron, más cuando lo escucharon hablar de nuevo.
_ Desde el momento en el que me la entregaron. - continuó Simón. _ dejaron de tener derechos sobre ella, pero parece ser que lo olvidaron. Sin embargo, eso a mí me tiene sin cuidado, si lo olvidaron o de pronto les entró el amor fraternal y quisieron recuperarla. - dijo sarcástico. _ el hecho es, que me la arrebataron, en otras palabras, la secuestraron porque estoy seguro de que ella no fue con ustedes por su propia voluntad.
_ ¡Estás equivocado! - habló Juan. _ fuimos por ella para que visitara a nuestro padre ¿acaso eso es un delito?
_ No lo sería si ella hubiese escogido ir, yo jamás se lo hubiera impedido, pero todos sabemos que su padre les importa un carajo y ella no lo quiere ver.
_ ¡Todo fue un mal entendido! - intervino Raúl. Veía como la paciencia de ese hombre empezaba a agotarse.
_ ¿Creen que soy estúpido? - gritó. _ sé lo que se traen entre manos, ¿ven esto? - les mostró el celular de Fernanda. Escuché todo lo que están planeando hacer con ella. Esto. - les mostró de nuevo el teléfono. _ tiene un micrófono. Así que no me hagan enojar más con sus mentiras.
_ ¡Esa maldita traidora! - gritó Juan furioso. _ ¡ninguna mujer vale la pena, pero esa maldita menos que ninguna y tú! - se volvió hacia Simón. _ ¡pobre idiota, te enamoraste de ella, como si ella valiera la pena! - río burlón. _ ¡esa zorra es eso, solo una zorra! ¿te dijo con cuántos hombres ha estado?
Simón no soporto más y estrelló su puño contra la cara de ese cobarde.
_ ¡Si! ¡me lo dijo! - le sostuvo la cabeza tomándolo por el cabello para que lo viera a la cara. Su nariz sangraba en abundancia. _ y es esa la razón por la que cada uno de ustedes va a saber lo que es estar del otro lado.
_ ¡N.... no entiendo! - dijo Carlos asustado, viendo a su hermano aún desorientado por el tremendo golpe.
_ ¡Ya entenderán! - lo miró serio. _ les aseguro que no les van a quedar ganas de volver a tocar a una mujer en su vida, menos de usarla como ustedes lo hacen.
_ Yo no abuso de las mujeres. - se defendió Carlos, jamás lo haría.
_ Pero dejaste que alguien más lo hiciera con tu hermana... No... Esa no es la palabra, no la dejaste, tú la entregaste. - dijo con coraje. _ tú y tus malditos hermanos. - le propinó también un puñetazo y luego a Raúl, ambos se doblaron de dolor.
_ ¡Estás loco! - gritó Juan angustiado y furioso a la vez - ¿qué ganas con esto? ¡Cómo si ella te fuera a pagar bien, solo te va a usar para salir de esto y luego se va a largar! ¡mírate! ¿crees que está contigo por tu cara bonita? Ella es joven y hermosa, tu eres un viejo.
Simón lo escuchó, por un momento empezó a dudar, pero él la conocía y sí, había diferencia de edades, pero ella era sincera y él también, ambos se amaban y si al final resultaba que ese hombre tenía razón y ella se enamoraba de otro hombre acorde a su edad, él la dejaría, porque lo principal era que ella fuera feliz, con él o con otro, siempre había estado consciente de ello.
_ ¡Será mejor que te calles! - dijo frustrado. - ¡tienen cinco minutos, no más! - se empezó a alejar. - ¡aprovéchenlos porque será lo último que se digan en su vida! - se volvió hacia ellos. Luego se marchó.
*****
Desde lejos Simón miró como se reunía los tres, sus hombres a prudente distancia no dejaban de apuntar sus armas hacia ellos. Le sorprendió ver, que de verdad estaban unidos y que de verdad existía ese amor fraternal entre ellos. Los miró fundirse en un fuerte abrazo. ¿porque no habían podido hacer partícipe a su hermana de ese amor? ¿porque destruirla de esa manera?Las cosas ya no podían ser de otra forma, la decisión de sus destinos ya estaba tomada, todos merecían un escarmiento, no podía pasar por alto todo lo que había escuchado, la forma en que se expresaban de ella, de lo que harían con ella. Le hervía la sangra nada más de imaginarlo. No se arrepentiría de lo que les esperaba, se lo habían ganado a pulso, no era nada más que lo que merecían.
El tiempo paso con rapidez, dio la orden y esos hombres fueron separados.
Carlos y Raúl empezarían a pagar ahí mismo. Simón vio aparecer a aquellos dos hombres, a quienes les había pedido darle un escarmiento al último idiota que había pagado por tener a Fernanda. Ahora estaban ahí y tenían la misma misión.
_ Les doy una hora con cada uno. - dijo. - hagan con ellos lo que quieran, solo no les quiten la vida. - se alejó.
Les había dejado a varios de sus hombres vigilando.
_ No se metan. - les dijo. _ solo vigilen.
En dos horas estaré de regreso.
Se alejó de ahí para reunirse con los hombres que tenían a Juan, ni Juan ni Raúl merecían misericordia, ellos no la tenían con nadie, ni la habían tenido con su hermana, sin embargo, Juan era el peor de todos y con ese no tendría piedad, no merecía ninguna oportunidad. En ese momento sería enviado a la propiedad de Rafaél Montes, el hombre del que se levantaban muchos rumoraba, pero como era un hombre importante solo quedaba en eso, simples rumores, ahora él sabía que era verdad lo que se decía, no le gustaban las mujeres y sus prácticas dejaban mucho que desear, sin embargo, también sabía que por el momento estaba llevando una vida más sosegada, y que quién estaba con él, era porque así lo quería. Todo esto gracias a la intervención de Santiago Morán, quien valientemente le había puesto un alto, pero ahora ese hombre se había convertido en un arma usada para aquellos como Juan, que merecían un castigo ejemplar y que no estaban arrepentidos de lo que hacían con las mujeres, ni lo estarían. Así que hacia allá se dirigían ahora. Santiago los recibiría en algún punto del camino y él, personalmente lo entregaría a ese hombre.
A él solo le quedaba regresar con Fernanda, llevarla a casa y regresar por los dos hermanos que quedaban.
Estamos a pocos capítulos de terminar esta historia. Gracias por apoyarla. Saludos a todos.
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AMOR SIN CONDICIÓN No. 1️⃣1️⃣/SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceEl ha estado enamorado toda su vida de la hija de su jefe, a tal grado de que ninguna mujer ha llegado a cumplir sus expectativas como para formar un hogar, excepto ella, sin embargo, ella ya es la esposa, de otro, él mismo alentó esa relación, porq...