CAPÍTULO 41 PRESENTANDOLAS

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El día había amanecido espléndido Fernanda se sentía ansiosa, se había dado cuenta de que la mujer que llegara el día anterior, no solo había acaparado a Simón, durante todo el día, si no que se había quedado a dormir, ni siquiera sabía si tenía una habitación aparte, o había compartido la de Simón, lo cual la llenaba de tristeza, además de eso los había escuchado durante la cena, también en la terraza y él la había llamado en varias ocasiones princesa, no la llamaría princesa, si no fuera alguien importante en su vida. ¿o sí?

Además, estaba la conversación que esa mañana temprano había tenido con María.

_ El señor ha estado preguntando por su salud. - había dicho.

_ ¿Qué le dijiste?

_ Que se encontraba mejor, pero si quiere le digo que aún le duele la cabeza.

_ Me gustaría, pero algún día tengo que bajar. - dijo con pesar.

_ ¿Es por la señora Verónica? - interrogó.

Ella no pudo negarlo.

_ No se preocupe por ella. - dijo tratando de hacerla sentir bien. _ es una buena persona, seguro le caerá bien. Su padre fue el antiguo dueño de este rancho, pero desapareció y ella y su hermana pasaron a ser las propietarias, luego nos sorprendimos mucho cuando llegó el señor Simón siendo el nuevo dueño, después de haber trabajado toda su vida para el padre de ella, luego se empezó a comentar que él lo había comprado, otros decían que se había apoderado de el, tras la desaparición de nuestro jefe, sin embargo, muy pocos sabemos que en realidad por pedido de la señora Verónica, ella y su hermana se lo regalaron., Por eso le digo, ella puede dar la impresión de ser una mujer rica y altiva, pero es tan sencilla, solo tiene que tratarla y se dará cuenta.

Ella la había escuchado, sin embargo, no se sentía más tranquila, eso no quitaba que tuviera una relación con el hombre al que ella amaba, aun así, ya no podía esconderse más, aun cuando se sentía intimidada con semejante belleza y sofisticación, tenía que hacerle frente.

Mientras estuviera ahí, y ella llegara al rancho, tendría que dar la cara y comportarse con educación y respeto. Quizás no por ella, si no por él.

Su corazón seguía triste, ¿quién hacia un regalo de esa magnitud a alguien? A menos de que hubiese un interés personal en la persona ¿o no?

El tiempo avanzó con demasiada rapidez para su gusto e irremediablemente tuvo que bajar.

De nuevo ellos dos ya se encontraban a la mesa, al parecer solo en espera de que ella hiciera acto de presencia.

Para su sorpresa él la recibió con una enorme sonrisa.

_ ¿Te encuentras mejor? - se acercó solícito para acompañarla a la mesa.

_ Aun me duele un poco la cabeza. - dijo con sinceridad. Además, quizás con ese pretexto pudiera escaparse pronto hacia su recámara.

_ Lamento escuchar eso. - la acercó a la mesa, quizás debamos llamar al médico. - la miró con preocupación.

_ ¡No es necesario¡ - se apresuró a decir. _ aunque aún me duele me siento mejor.

_ Espero que con la comida se te pase. - dijo escudriñando su rostro. _ de no ser asi, lo llamaremos.

Ella asintió, ya estaban a un lado de la mesa y esa mujer no le quitaba la vista de encima, sin embargo, cuando estuvieron cerca, se puso de pie.

_ ¿Nos vas a presentar Simón?

A ella le pareció que lo trataba con mucha confianza, como si ella, fuera quien mandara ahí.

AMOR SIN CONDICIÓN No. 1️⃣1️⃣/SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora