CAPÍTULO 17 MARCHANDOSE

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Al siguiente día, muy de mañana, Víctor dejó al médico en un lugar apartado de la civilización, que él conocía bien y sabía que alguien lo encontraría pronto, si es que no se alejaba de ahí. Le recordó las palabras de Rafael y estaba seguro de que no abriría la boca, estaba demasiado asustado, había visto de primera mano de lo que era capaz Rafaél y si así trataba a su propia gente, ¿que no haría con alguien como él?

Después de dejarlo y aconsejarlo sin que los demás lo escucharan de que no se alejara de ese sitio, procedió a llevar a los otros dos hombres que lo habían estado custodiando, al poblado más próximo.

Rafael, le había advertido que los dejara cerca, él había intentado entrar al poblado, pero al parecer ellos también conocían esa orden y se la recordaron.

_ Alguno de ustedes podría prestarme un teléfono. - pidió. Había pensado conseguir una llamada llegando al pueblo, pero ahora ya no podría.

_ Te prestaría el mío. - dijo uno de ellos. _ pero si el jefe te dejo sin celular es porque no quería que llamaras a nadie.

_ ¿Y a quien iba a llamar? - se defendió. _si no a mi familia. Lo que sucede es que se le olvidó y yo tampoco recordé pedírselo.

_ ¿Qué puede pasar? - intervino el otro. _ si no lo haces tú, lo hago yo.

El hombre accedió. Víctor lo tomó y se alejó unos pasos, marcó el número.

Los hombres no le quitaban la vista de encima, observaron cómo marcaba, pero al parecer no obtuvo respuesta porque colgó.

_ Un intento más. - dijo. Y lo observaron marcar de nuevo.

El observo que no se perdían detalle de lo que hacía

_ no hubo suerte. - les entregó el teléfono. _ gracias.

Luego se subió a la camioneta y arrancó, por el espejo retrovisor, observó cómo revisaban el teléfono, seguro verificarían a quien le había marcado, pero ya no importaba.

Era tarde cuando llegó, observo a Fernanda que se dirigió a llevarle algo de cenar a ese hombre y se apresuró a ayudarla, ella se alegró de verlo y ya no le prohibió entrar, ya no tenía caso, ¿que pudiera ver qué no hubiera visto ya? Ahora ella sabía que podía contar con él.

Una vez que terminaron, él se ofreció a cerrar, mientras ella se adelantaba a llevar las cosas usadas para lavarlas.

Desde la ventana ella lo miró, venía de regreso a entregarle la llave, no sabía qué, pero algo la hacía confiar en él, esperaba no equivocarse. De cualquier modo, agradecía que fuera él y no cualquier otro, el que su esposo hubiese dejado para cuidarla, o vigilarla, para el caso daba lo mismo.

*****
Rafael llego furioso, era media noche y sin mediar palabra sacó a su esposa de la cama, tomándola con fuerza del brazo.

_ Empaca tus cosas porque nos largamos - gritó.

Ella lo miró asustada, pero no protestó, se vistió con rapidez y luego empacó.

Afuera ya los esperaban, las camionetas seguían encendidas. Ella miró como todos subían a bordo y se dio cuenta de que, por primera vez, dejaba a Simón sin vigilancia, no sabía si eso era bueno o malo para él, porque podría ser que lo estuvieran abandonando, y encadenado a esa cama, sin comida ni agua, era probable que no sobreviviera por mucho tiempo, sin contar con las fueras del campo, había visto que la puerta se había quedado abierta y cualquier depredador podía entrar atraído por la sangre de sus heridas. Por supuesto Rafael no se podía marchar, sin antes hacerle una visita a su huésped. Un nudo se había formado en su garganta, quería llorar, pero no podía hacerlo, sabía que no lo volvería a ver y deseaba con todo su ser que pudiera escapar, ella intuía que estaba mejor de lo que parecía a simple vista.

Rafael se subió con prisa a una de las camionetas, se miró las manos, las traía llenas de sangre pero no le importó, miró el rostro espantado de su esposa y tampoco le importó, no podía marcharse y dejar a ese idiota como si nada, tenía que recordarle porqué estaba ahí, lo de menos hubiese sido darle muerte pero no era lo que quería, con sus constantes salidas no había tenido tiempo de darle su merecido, pero se lo daría, esto solo había sido una prueba de lo que aún le esperaba, no tardaría mucho en regresar, así que no le importó dejar la puerta abierta, si tenía suerte algún depredador le haría una visita, pero él no le daría tiempo de acabar con él, eso lo tenía seguro, esperaba llegar cuando aún tuviera vida para tener él, el privilegio de ser quien se la quitara.

Por ahora solo podía hacer planes, estaba furioso porque se había enterado de dos cosas, una, que era verdad que Pedro había desaparecido dejándolo todo, y otra, que era la que lo tenía fuera de sí, y era que Verónica estaba viva, esa maldita mujer había sobrevivido y la habían rescatado, ahora se recuperaba en el rancho de Santiago Moran, al cual nadie tenía acceso, salvo que fuera la familia más cercana. Se moría por poder llegar a ella y terminar lo que había empezado, no sabía cómo es que había sobrevivido, el juraría que cuando la dejó en aquel lugar solitario, estaba muerta, pero claro, ese idiota que tenía por esposo, y lo que se decía de él, que era un Moran, quizás si fuera cierto, porque, como se explicaba que tuviera tanto poder como para llegar hasta donde ella estaba y rescatarla, eran días de camino, aunque ella hubiese sobrevivido, por muy rápidos que fueran les llevaría días sacarla de ahí y ella no hubiese sobrevivido. El hecho era que seguía con vida y ahora sería muy difícil llegar hasta ella, pero no imposible.

*****
Víctor sentía un nudo en el estómago. Se habían marchado del lugar, sabía que no volverían, pero en estos momentos no era ese hombre el que le preocupaba, era ella, después de horas de camino, habían llegado a un lugar, en donde pararon, no era nada especial, solo era un paraje solitario en medio del bosque. No tardaron mucho en escuchar el sonido del motor de otro vehículo acercándose.

Cuando la camioneta llegó a su lado se estacionó, del interior bajaron tres hombres jóvenes.

Rafael se acercó a ellos y los saludo, luego se dirigió hacia la camioneta en donde iba su esposa, la bajó y se las entregó. Ellos la tomaron, la subieron y se marcharon, luego Rafael dio la orden y partieron de nuevo, durante un largo trayecto fueron detrás de ellos, pero en un punto dado los perdieron, él se sentí mal, mal por no haber hecho nada, por no haber impedido que se la llevaran, pero de haberlo intentado no había logrado nada era el contra todos esos hombres, quizás solo hubiese empeorado las cosas, y ahora que lo pensaba, ella no había opuesto resistencia, no se veía asustada, era como si los conociera, quizás no era lo que se estaba imaginando. Esperaba que no. Suspiró aliviado.

AMOR SIN CONDICIÓN No. 1️⃣1️⃣/SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora