CAPÍTULO 15 CUIDA A MI MUJER

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❤️ MARATÓN: 1er. Capítulo de 2 y si se puede de 3.
Bendecido día para todos mis hermosos lectores.

Rafael llegó a la casa, se sentía exhausto pero a la vez eufórico, ya era pasado medio día, había pasado todo ese tiempo con ese maldito abusador, había terminado con ese peligro para él, ahora no había nadie que lo igualara, nadie que amenazara su lugar dentro de las filas del crimen organizado, de las únicas dos personas que lo amenazaban, una estaba muerta y la otra estaba en su poder, encadenada, esperando su turno para terminar también con ella, aunque en esos momentos no quería saber nada de Simón, su venganza podía esperar, tenía todo el tiempo del mundo y él, aunque quisiera, no iría a ningún lado.

Por fin había decidido regresar, ese idiota no le había dado la batalla que esperaba, había sucumbido demasiado rápido para su gusto, y, sin embargo, él se había quedado la mayor parte del día ahí, solo mirando su obra. ¿Que era un sádico? Si, lo era y se hubiera quedado todo el día, pero recordó a su esposa y a Víctor. Tenía una cuenta pendiente con ellos.

Al llegar, encontró a Víctor fuera de la casa haciendo guardia. Debería de estar enojado con él, pero por algúna razón no lo estaba, el que hubiera protegido a su mujer, le había gustado, de haber sido cualquier otro, ya estaría muerto, pero él era diferente a los demás, él no la veía con deseo, y sabía que sus intenciones eran esas, solo cuidar de ella, no existían dobles intenciones para él, su actitud y su mirada se lo decían, aunque el hecho de que lo hubiese enfrentado y además desobedecido era motivo suficiente para darle un escarmiento, sin embargo lo necesitaba, por lo pronto lo dejaría pasar

_ ¿Dónde está ella? - interrogó.

_ Adentro. - contestó Víctor poniéndose tensó, no lo había escuchado llegar.

_ Tráela aquí. - ordenó.

Él cumplió su orden. Le pareció mal entrar e invadir su privacidad, pero eran órdenes del jefe y no podía hacer otra cosa.

Ella estaba pálida y asustada, incluso se abrazaba a sí misma para disimular el temblor que invadía su cuerpo, sabía que seguían ellos, lo habían hecho enojar y Rafael no perdonaba a nadie.

Ustedes dos me deben una. - había dicho él, su mirada era de satisfacción, seguramente le agradaba verlos asustados, al menos ella lo estaba y mucho. No quería ver la expresión de Víctor, su esposo podía mal interpretar que lo mirara, así que mantuvo su cabeza agachada.

Rafael los miraba, ella como siempre sumisa y asustada, ¿y él?, él no mostraba temor, no sabía si eso le gustaba o lo enfurecía, estaba acostumbrado a que todos se doblegaran ante él, Víctor era obediente, pero no sé sometía ante él, no en su totalidad.

_ No estén creyendo que lo que pasó hoy, se los voy a pasar. - dijo con voz dura. _ pero tengo asuntos más importantes que resolver en éste momento, que perder el tiempo aquí con ustedes. Así que te encargo a mi mujer. - dijo a Víctor. _ con tu vida me pagas si algo le sucede y tú, se dirigió a ella pórtate bien y cuida de mi prisionero, ya sabes cómo hacerlo. Yo voy a estar fuera, no sé por cuánto tiempo, quizás horas, quizás días, pero cuando regrese, quiero ver qué todo está en orden, y ya sabes. -miró a Víctor. _ lo que les sucede a quienes voltean a ver siquiera a mi esposa. - se acercó a ella y la tomó con brusquedad de la cintura.

Ella no protestó. - seguía con la mirada baja. El levantó su rostro y la beso con brusquedad, la lastimaba, pero no protestó.

_ Otra cosa. - se volvió de nuevo hacia Víctor después de dejarla a ella. _ quiero que vayas con el médico, lo saques de la cabaña en donde está y lo sueltes por ahí, si puede regresar que bien y si no, que tenga buen viaje al infierno. - rio. _ y aunque ya lo sabe, pero vuélvele a advertir, que si dice algo de lo que vio o hizo y sobre todo en donde estuvo, es hombre muerto y no solo él, también su familia.

Víctor asintió, dudaba mucho que ese pobre hombre supiera en donde había estado, pero, aun así, se le advertiría, por su propio bien.

_ Me llevo la camioneta, tú no la necesitarás. - dijo antes de subirse a ella y marcharse. _ te vas a ir caminando hasta donde está el médico, ahí mis hombres tienen una, la usas para dejarlo a él como te dije y a los dos hombres que están con él los acercas a algún poblado, luego te regresas y me esperas aquí.

Víctor volvió a asentir, luego junto con Fernanda, lo miró marcharse. Entonces respiró aliviado.

Había pensado que ese sería el último día de su vida, y aunque lo había dejado desarmado y sin celular, estaba conforme, era peor la muerte.

Después de que él se marchara, ella había corrido a encerrarse en la casa, no la había seguido, no era prudente, había pasado, por tanto, que era normal que quisiera estar sola. Había oscurecido ya cuando decidió entrar, le preocupaba su estado, no había dado señales de vida en toda la tarde, ni siquiera se veía que hubiese encendido alguna luz, nada.

Cuando entró miró por la puerta semi abierta de la recámara que estaba dormida sobre la cama, no se había cambiado, lo que le hacía suponer que las acciones del día la habían dejado exhausta, quizás no era su intención dormir, pero el cansancio le había ganado. Se dirigió hacia la cocina. Buscó y encontró comida ya preparada, seguramente desde el día anterior, calentó lo que consideró necesario se lo llevaría al hombre que Rafael tenía en cautiverio, nunca le habían permitido entrar a ese lugar, ahora lo haría.

Cuando entró miró a un hombre tendido sobre la cama, su cuerpo lucía maltratado, tenía dos heridas visibles una en la pierna que parecía estar sanando y otra en el brazo que estaba expuesta, aunque no se apreciaba infección en ella. Luego se percató de las esposas que lo mantenía encadenado a la cama, también llamó su atención la herida alrededor de su muñeca, ésta era reciente, como si hubiese estado luchando por soltarse. Esa herida necesitaba ser atendida antes de que se infectara y se pusiera peor.

Una vez que terminó de darle comida se puso de pie para marcharse, el hombre no había hablado, no se había quejado, ni había respondido a ninguna de sus preguntas, era como si estuviera drogado, solo comía despacio, sin mover ningún otro músculo de su maltrecho cuerpo.

Regresó a la casa y dejo los utensilios en su lugar, los hubiera lavado, pero no había agua, miró por los alrededores para ver si veía algo con que curar las heridas de ese hombre, pero no se veía nada, miró hacia la recámara, ella seguía dormida, le dio lástima despertarla, esperaría hasta que se levantara, si es que lo hacía, ya era tarde y quizás durmiera hasta el día siguiente.

AMOR SIN CONDICIÓN No. 1️⃣1️⃣/SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora