CAPÍTULO 49 HERMANOS

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Los tres hombres miraban la carretera agazapados detrás de un tronco viejo que los cubría por completo, el motor de la camioneta se escuchaba a la distancia. Se prepararon.

*****
Unos minutos, solo unos cuantos minutos habían bastado para que su hermana estuviera de nuevo en su poder. Los tres hermanos festejaban felices por su gran hazaña. Ahora nada ni nadie los detendría. Tenían planes, muchos planes para ella. Era tan hermosa sobre todo bien vestida y arreglada como lo estaba ahora, que, si buscaban a los candidatos adecuados, saldrían de la pobreza más pronto de lo que pensaban. El dinero que el último hombre había pagado por ella, era una pequeña fortuna y estaba bien guardada, pero ellos querían más y habían encontrado el modo. Carlos era el más renuente a hacerlo.

_ Ella ya ha pasado por mucho, ya dejémosla en paz. - había dicho mientras se encontraban alrededor de la fogata, ella estaba al interior de la camioneta dormida, aún se encontraban al interior de la sierra.

_ ¿Quieres ser millonario o no? - había dicho Juan.

_ Quizás Carlos tiene razón y sea tiempo de dejarlo. - dijo Raúl. _ después de todo ella no nos va a durar para siempre.

_ ¡Claro que no! pero mientras nos dure hay que aprovecharlo. - insistió Juan

_ ¡Ya con lo que tenemos es suficiente! - dijo molesto Carlos

_ ¡Nunca será suficiente! - gritó Juan. _ ¿son idiotas? ¿O qué? Es solo una mujer, que sirva para algo.

_ ¡Es nuestra hermana! - gritó Carlos.

_ ¿Y qué? No sirve para nada, las mujeres se usan y se tiran, que al menos haga algo por nosotros. no tienen idea de lo que podemos obtener con ella si jugamos bien nuestras cartas.

_ Yo estoy contigo, dijo Raúl, total, ¿quién la va a querer como está? Solo sería una carga para nosotros, ya tenemos bastante con el borracho de nuestro padre.

_ ¿Qué puedes perder? - intentó Raúl persuadir a Carlos. _ total, cuando ya nadie la quiera, le conseguimos un marido y que él se encargue de ella.

_ Están hablando como si se tratara de una mercancía.

_ Hasta aquí, has estado con nosotros. - lo enfrentó Juan. _ y no vemos que te haya importado mucho hacer lo que hicimos, eres tan culpable como nosotros.

_ Cierto. - reconoció, pero todo tiene un límite, piensen en ella, en nuestra madre.

_ ¿Qué carajos tiene que ver nuestra madre? - explotó Juan. _ ¡ella no está, nos dejó!

_ ¡Murió! - aclaró Carlos.

_ ¡Da lo mismo! - insistió Juan. _ ¡nos dejó, todas son iguales, ninguna merece nuestro respeto!

_ ¡A veces pienso que estás loco! - dijo Carlos apartándose

_ ¡No te vayas! - lo detuvo Raúl por el hombro.

_ ¡Si te vas te mueres aquí mismo! - Juan apuntaba ya su arma hacia él. _ ¡siempre hemos estado juntos en esto, no te vas a echar para atrás ahora!

_ ¡Baja eso! - dijo preocupado, veía la determinación en su hermano, estaba seguro de que sería capaz de disparar. _ ¡lo haremos! - dijo. Estaría en esta ocasión con ellos, después de que la entregaran al nuevo cliente que ya tenían, él desaparecería con su parte de las ganancias y los dejaría, su hermano menor, estaba perdiendo la razón, sabía que quería más y nada lo saciaría, solo lo sentía por su hermana, pero él ya no sería parte de esto.

Estaba volviendo a su lugar, cuando los vieron, eran muchos hombres, los rodeaban y todos tenían sus armas apuntando hacia ellos, se dieron cuenta de que, aunque lo intentaran jamás tendrían una oportunidad. Pero ¿cómo habían llegado hasta ahí?, Ningún ruido, ningún auto, nada se había escuchado.

AMOR SIN CONDICIÓN No. 1️⃣1️⃣/SERIE: HOMBRES DE LA SIERRA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora