Dónde Estás, Aquí estás.

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Luego de salir del apartamento del escritor, Misaki había desaparecido.

Nowaki le había dejado en el penthouse descansando, sin embargo, cuando al día siguiente fue a verle, Misaki ya no estaba, solo quedaban sus pertenencias.

Nowaki consultó en hospitales, colegas, la editorial donde Misaki trabajaba, pero nada.. Nadie sabía absolutamente nada.

Akihiko por su parte no se toleraba a si mismo, cada día que se pone en pie y se ve solo y sin su esposo, quiere sujetar su cabeza y golpearla hasta perderse. El pecho se congestiona de dolor, y el pasar de cada hora solo empeora su situación, no hay peor cosa que la culpa de romper su matrimonio con tanto descuido y falta de dignidad.

Al escritor no le queda más que levantarse día a día emprendiendo la feroz búsqueda de su esposo. Hospitales, policías, incluso fotografías de su Misaki y que con ayuda de Aikawa, Kusama y Ritsu, han ido circulando por todos lados.

Akihiko ya no tiene motivación, la vitalidad se fue de su cuerpo, los ojos están hundidos y negros de amargura, la preocupación y la tristeza le tienen enfermo de los intestinos, cada cosa que come se elimina al instante así que a bajado de peso de forma rápida y preocupante.

Ahora Akihiko regresó a casa, el lugar dónde vivía con Misaki, a nadie le importa eso y él lo sabe, no hay nadie que le reciba, esa casa está tan muerta cómo todo lo demás. Lo único que le permite dormir, es apegarse a la ropa de Misaki y tomar el rastro de aroma, cada día se aterra cuando se da cuenta de que la fragancia se pierde y se diluye, porque llegará a un punto en que ni eso quede, y eso aportará más en su tormento.

Sabe que Misaki está con vida porque hay un enlace que se mantiene, pero eso es todo, tampoco sabe que tan vivo está.

Dándose ánimos se levanta para intentar comer algo, había despedido a la mujer que hasta ese momento había sido su informante, no quería verla ni por un segundo, también cortó su comunicación con Sudou, el omega no insistió en buscarle, pero si fue enfático en que quería hablar.

Akihiko pensaba que nada de lo que tuviera que decir ese omega le importaba. Quería alejarse de todo aquel que participó con su propia colaboración, en lastimar a Misaki.

Estando en la cocina ve el congelador y su nariz se vuelve acuosa, repasa con sus dedos el calendario a un costado con algunos señaladores.

Misaki tenía una perfecta organización para las fechas, cada cosa, cada detalle, todo está ahí, las que le conciernen a él tienen señaladores de osito.

Misaki lo consentía pese a que a veces parecía perder la paciencia, en momentos rehuía de sus besos, y en otras, era él mismo Misaki quién le besaba la frente cuando le creía dormido, le cubría con una manta y le quitaba las zapatillas de casa, le preparaba el baño y le dejaba toallas tibias al salir del agua. Era tan abnegado cómo exigente, consentidor y esquivo, Misaki es perfección. No hay musa que se compare, no hay amor más grande que el que siente por él, su otro pedazo de alma perdida, su hogar a dónde quiera que vaya.

En verdad merece la muerte por lo que hizo.

Akihiko presiona sus ojos cuando nota algo especial. Se acerca al calendario. Justo en un par de días más.

"Aniversario de matrimonio. Cena sin pimientos".

Estaba escrito con el puño y letra de su omega. Akihiko se arrastra hasta quedar sentado en el suelo sin cuidado, afirma su espalda en la isla, intenta con todas sus fuerzas mantener su cordura. Intenta que sus ojos ardientes retengan lágrimas, porque una vez que empiece, no sabe si podrá detenerse.

El teléfono de Misaki estaba en casa, así que llamarle no tenía ningún sentido, aún así, marcó el número escuchándolo resonar en la sala, la llamada pasa a buzón de voz y el hace algo absurdo pero necesario.

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