Manzanas verdes con salsa de soja.

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Sudou presiente que dentro de poco se apagará. Está tan arrepentido de su egoísmo, de sus exigencias, de ser tan desconsiderado y caprichoso, todo por vivir una vida que no era de él, todo por dar una probada de lo que tenía Misaki a sus pies.

Hizo algo muy malo y lo sabe, ahora no solo va a morirse solo si no también siendo un miserable.

Si no hubiera interferido..

Con la llave que Akihiko le había dado a regañadientes, abrió la puerta del penthouse, todo está en penumbras, el grueso cortinaje cubre las ventanas y no hay luz solar que entre por ellas. Sudou deja las llaves en un pocillo en la entrada, se saca los zapatos y se pone un par de zapatillas de casa, va hasta la habitación principal y comienza a rebuscar algo de ropa.

Interiores, camisetas y pantalones de pijama. Pone todo dentro de un bolso y llama al guardaespalda que su hermano le proporcionó. Él ya no puede cargar cosas pesadas, se siente muy débil para eso.

Con la maleta dentro del auto, se dirigen a la clínica psiquiátrica. En la entrada les revisan de pies a cabeza, urgan en las pertenencias que acumuló en la maleta, todo es analizado con cuidado, la última vez, y con el guardia embelesado en la belleza de Sudou, se le pasó una corbata que el mismo omega no recordaba haber puesto. Akihiko ese día intentó ahorcarse.

Usami Akihiko a demostrado todo su ingenio en el arte del suicidio, cada vez es más listo y terco, les mantiene a todos en alerta, así a pasado un mes, un mes desde la muerte de Takahashi Misaki y una niña a la que Akihiko no le dio un nombre.

-Todo en orden, por favor ingrese su nombre en el libro de registros-

-Mm.. Pero su usted se sabe mi nombre de memoria- Sudou fue coqueto, más el hombre estaba advertido y amenazado de no filtrear con el omega. Un error más cómo el de la corbata y quedaría sin trabajo.

-Sin excepciones Sudou san-

Sudou no quiso jugar más, ingresó sus datos y se adentró hasta la oficina del director, ahí le dan un informe diario del estado de Akihiko, ésta vez no le dan las usuales recomendaciones para la visita diaria, espera que no le nieguen el acceso, aunque eso parece.

Ese día tiene una particular necesidad de ver a Akihiko. Él estaba recluido en una sala especial sin visitas, solo le permitirían verle a través de un vidrio. Aún así eso le bastaba.

-Nakamura sama buenos días-

-Buenos días Sudou san, tome asiento por favor- El hombre acomoda sus gafas, toma una lapicera a su costado y firma un par de papeles, los guarda dentro de una carpeta de tono amarillo viejo y luego la acomoda en unos cajones ya colmados de ese mismo tipo de carpetas. De otro cajón que se desliza en un sonido metálico, saca un folder de color celeste, en la orilla resalta el marcador blanco con el nombre de "Usami Akihiko". El hombre suspira sin darse cuenta, le mira con una sonrisa para atrancar una puerta y se sienta en su sillón ejecutivo.

-Nakamura sama, antes de que diga algo, quisiera que por favor considere permitirme verle, frente a frente- Sudou ve al hombre negar con la cabeza, abre la boca de seguro para confirmar con palabras lo que expresa con sus gestos negativos- ¡Antes de que diga que no!, le pido que me escuche.

No me queda mucho tiempo Nakamura sama, él es importante para mi, parte de lo que le pasa es mi culpa, no puedo morir con tanta carga, necesito intentar.. Necesito hacer todo lo que esté en mis manos para ayudarle-

-Sudou san, no quiero que piense que no entiendo su dolor, pero las medidas que se toman con respecto a los pacientes, tienen una razón, no son tomadas al azar.

Justamente iba a explicarle que el paciente Usami Akihiko permanece en un estado aislado, por hoy no se le puede visitar, sería perjudicial, y no sólo para él, sino también para quienes le visitan. En éste momento, él ya no es la persona que usted conoció, es agresivo y no tiene consciencia con nadie-

Fragilidad. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora