Pétalos.

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Es en el primer piso que Misaki vive, Iason pensó en que no era bueno subir o bajar escaleras en casos de emergencia dónde el ascensor podría ya no ser una opción, el delta pensó en todo, el apartamento tiene un acceso rápido cercano al lobby, algo no muy común en los edificios, Misaki escuchó por un vecino de que ese lugar dónde vive era antes del antiguo portero que ahí trabajó, un hombre muy envejecido que decidió irse con su familia para vivir sus últimos años después de enfermar. Cuando el anciano se fue, el lugar se remodeló, alquilándolo a estudiantes universitarios o pasantes y enviando el dinero recibido cómo gratificación para el abuelo y sus últimos días de vida.

(Referencia, imagen no me pertenece)

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(Referencia, imagen no me pertenece).

Es un lugar agradable en lo que pueda encontrar algo más adecuado para un bebé.

Mientras saltea las verduras y tararea con ligereza, Misaki cree escuchar alboroto en la recepción, se preocupa porque haya caído en un edificio con vecinos problemáticos y busca pleitos, Iason le había dicho que ese lugar era muy tranquilo, casi ocupado al 100% con personas mayores. Entonces no entiende porque el barullo. No puede ignorarlo cuando son tan ruidosos y el conserje gritaba pidiendo ayuda.

Con cautela apagó el fuego del wok, dejó la cuchara a un lado y se acercó a la mirilla de la puerta. Casi se le sale un jadeo ahogado cuando reconoció a los "brabucones que causaban problemas".

Misaki tomó una escoba entre sus manos, salió sin meditarlo de su departamento. Casi pasa por alto la batalla de dos alfas que se revuelcan en un lecho de pétalos de rosa. Son tan vergonzosos.

-¡Usami san!, ¡Nowaki san!, ¡Dejen de pelear!, ¡¿Que hacen?!-

Los hombres siguen revolcándose sin caer en cuenta de su presencia, cómo si él no importara, pelear era lo único relevante. Misaki rodó los ojos de enojo cuando ve una pareja de ancianos que intentaba entrar pero no se atrevían puesto que los alfas rodaban violentamente de aquí para allá, los pobres viejos con sus años encima, saben que un solo empujón de esos alfas corpulentos podría acabar con sus debilitados huesos, y una caída a esas alturas, quizá para un par de jóvenes no es nada, pero para ellos podría significar algo grave, días de internamiento y muchos gastos en algo que quizá ya no es reparable.

-¡Ya basta!, ¡Están hechándolo a perder!, ¡Basta!-Misaki volvió a gritar, la desobediencia de ambos alfa, la carita asustada de ambos ancianitos, el portero marcando seguramente a la policía y los vecinos asomándose fue suficiente para desatar su ira materna.

Esos niños malos, iba a castigarlos severamente por eso.

Con la escoba en mano y con la ira tirando de sus manos, los comenzó a "barrer" por dónde podía, Misaki se frustraba porque parecía que solo les hacía cosquillas, el par no deja de golpearse, se estaban haciendo daño, así que quizá tenía que ser más enérgico.

Tomando la escoba la levantó en el aire, Misaki no se da cuenta de que el cepillo se salía del palo a causa de todas las barridas que dio, el objeto punzante cae en un lugar tremendamente inadecuado, tan incómodo y vergonzoso que la pelea se había detenido, y todos se habían preocupado.

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