Han pasado dos semanas desde que Haruhiko recibió cierta información.
Él es un hombre que a aprendido mucho de los eventos desafortunados, no porque le pasen a él precísamente, sino porque es un hombre de negocios, y no siempre debe ver el beneficio sino el infortunio en sus clientes y posibles clientes para sacar un provecho de ello. Es una de las técnicas Usami, y puede que para ojos comunes, tal práctica se vea de mala manera, pero no le importa, así fue enseñado y así es que están en la cúspide, porque así son los negocios a gran escala, siempre debe cuidarse la espalda.
Entre sus manos sostiene la información relevante, muy escasa para su gusto, pagó una gruesa cantidad para tener la verdad, ahora lo sabe.
Takahashi Misaki.. Siempre tan desafortunado, cruzado en el camino de quién no debe, porque cruzarse con Akihiko fue una desgracia, pero cruzarse con el señor I, a eso ni siquiera puede darle un nombre.
Si cualquiera pregunta, Takahashi Misaki efectivamente está muerto, claro que si, hay una hora de muerte, un acta de defunción, un ánfora con sus restos, el omega de su hermano murió legalmente, y eso es precísamente la gracia de todo, "murió legalmente".
Haruhiko no tiene idea de lo que hay en esa ánfora, pero no son las cenizas de Takahashi Misaki, el señor I siempre tan eficiente no dejó rastro de Misaki, porque ahora no es "Misaki" precísamente.
Haruhiko guardó muy bien la información bajo llave, sabiendo de la naturaleza del señor I, muy probáblemente sepa que han estado escarbando en su rincón, por eso debe ser cuidadoso.
Ahora tiene que continúar con lo que debe, no porque le importe el omega de su hermano, sino porque ese chico tiene algo que es propiedad de los Usami.
Es su primer día en ese hospital, y le sorprende la precariedad del mismo, es una instalación demasiado vieja, el piso sigue siendo de madera en los pasillos y resuena a cada paso que da, la pintura en las paredes está un poco descascarada y las puertas de madera y vidrio rechinan cada vez que se abren y cierran. Nowaki no puede creer que todavía exista un lugar así, al menos, el personal desde porteria hasta el director, son muy amables y positivos, dan todo de sí para ofrecer una atención integral por cada paciente, y eso es algo que al menos en el hospital que trabaja, y con toda la tecnología, no existe.
Ese lugar es un espacio muy precario pero limpio, el olor a desinfectante y a medicamento es todo lo que percibe con la nariz, nada más.
Luego de una charla inductiva, Nowaki es guiado a la sala de emergencias, afuera hay una recepción para unas 15 personas como máximo, y dentro hay una salita de categorización, y 4 cubículos de atención médica, que es dónde tendría que estar él.
El trabajo se reparte junto con otro médico por turnos incansables, su colega le comenta que así a sido desde siempre, cuando Nowaki le preguntó al hombre el porqué de mantenerse en ese lugar, él le dijo que si se iba sabía del vacío inmenso que quedaría atrás, porque resulta que nadie quiere ir y trabajar en un hospital tan apartado y de escasos de recursos.
Nowaki se sintió un poco culpable, porque la verdad él tampoco quería irse a ese lugar en un principio, y eso que no tenía idea de las condiciones deplorables.
Su colega dijo que se llamaba Taiki Yamamoto, pero que le llamara solamente Taiki. Nowaki sintió una ligera sensación de familiaridad con el nombre pues era parecido al de su hijo.
Por ese día Nowaki se quedaría solo pues Taiki ya llevaba un turno de 32 horas y estaba extremadamente agotado, pese a su cansancio, Taiki fue enfático en pedirle que si tenía alguna duda que por favor no vacilara en llamarle. Nowaki espera que eso no sea necesario, de hecho tenía el apoyo de la enfermera que por lo visto manejaba todo eficiéntemente, bastó cruzar un par de palabras con ella para ver lo inteligente y profesional que era, además de amable.
Son exáctamente las 11.30 de la mañana, y su primer paciente es una joven de 15 años que por lo visto había sido golpeada, ella no quiere hablar y las autoridades ya pidieron asistencia sicológica para ver si se podía obtener alguna declaración. La joven había llegado por su cuenta hasta el hospital, y Nowaki comienza a examinarle con cuidado, ella se deja y no dice nada, su pasividad sin embargo no es natural, ella tiene mucho miedo. Cuando ve los hematomas entre sus piernas, Nowaki frunce la cara de preocupación, llama a la enfermera y pide apoyo. Probablemente ese era un caso de abuso sexual.
La muchacha queda en observación y con un gusto terriblemente amargo Nowaki debe seguir con el siguiente paciente, un hombre de 57 años con tos, fiebre y dolor de garganta, una rinofaringitis a simple vista, algo que no es grave, sin embargo en un hombre asmático y que satura bajo el 90%, es un asunto de cuidado, un virus que seguramente inflamó demasiado las vías respiratorias. Nowaki se preocupa porque solo hay tres salas de hospitalización, caben seis personas en cada sala , hay 11 camas ocupadas y siete disponibles, dos de las cuales son para pacientes respiratorios. Nowaki debe ser egoísta con las camas, y evitar las hospitalizaciones a menos que sean 100 % necesarias, por tanto, habla con la enfermera y llegan al acuerdo de que el hombre se quedaría junto a la sala de hospitalización, en una silla de ruedas y con nebulización, si después del tratamiento no había progreso, entonces pensaría en una hospitalización.
Llega el tercer paciente, una mujer de 30 años con una torcedura en el pie, iba a comenzar con la revisión cuando oye una barullo desde la recepción, unos pasos se precipitan hacía la sala dónde está él, nadie puede detener a esa persona, de eso Nowaki está seguro por los llamados de atención incesantes.
Nowaki se pone delante de su paciente, se quita los guantes para aproximarse a la entrada de la sala, se detiene y no porque quiera, una estampida choca contra su pecho, tan duro que lo hace quejarse y trastabillar sin caer.
-¡AYUDE A MI BEBÉ! ¡AYUDE A MI BEBÉ! ¡AYÚDELA SE LO SUPLICO!-
Sudou finalmente llegó a la etapa a la que no quería llegar, no es la muerte lo que lo aterra precísamente ahora, sino el hecho de estar en una cama dependiendo del resto para todas sus necesidades, eso lo pone histérico, se siente tan inútil que eso por sí solo es agotador, tener que usar un pañal y defecar en él, es uno de los cientos de detalles que lo tienen con ánimos de reclamar su muerte cuanto antes.
La puerta se abre, zapatos elegantes, traje formal, es de diseñador, y solo hay uno en el mundo así, todo el closet de ese hombre es así.
Sudou sonríe con ironía, buscó a Iason de tantas maneras y no pudo encontrarle, resulta que no era necesario buscarlo, él llegó justo a tiempo para verlo morir.
-Tu cabello.. Lo cortaste.. Se ve bien, te ves bien-
-Kirie, tú te ves terrible-
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Fragilidad.
FanfictionPorque nada es lo que parece. Usami Akihiko, Takahashi Misaki.. Un amor contra todo pronóstico. Un amor doloroso.. Sufrido, abnegado, dulce y que pasa a hiel en segundos. Los personajes no son de mi autoría, pertenecen a la serie de manga Junjou rom...