En Otra Vida.

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Akihiko entreabre los ojos con tanto esfuerzo que piensa que éstos volverán a cerrarse fácilmente por el cansancio general, su cuerpo es sacudido levemente por varias manos, el frío le hace tiritar un poco, le están quitando la ropa y no tiene capacidad ni el vigor de pensar si eso está bien o no. No puede hacer nada al respecto.

El toque de unas manos tan tibias y suaves, tan pequeñas, lo hacen apretar el mentón y los labios de forma hiriente y punzante, manos así tan iguales a las de él, a las de su Misaki, provocan un terrible agujero que se ensancha en su corazón desgastado. Va a romperse, si sigue así va a romperse, es un infierno, la vida no es tolerable.

-Usami san-

Akihiko quiere abrir los ojos, su corazón parece haber palpitado con energía y ganas de escapar de ese encierro de cansancio, uno tan extremo que no le da la valía de reaccionar. Esa es la voz de Misaki, es su Misaki, no puede estar equivocado.

-Tienes que salir de ésto.. Debo regresar a dónde estaba, quiero que seas fuerte, hazme ese favor ¿Si?, si quieres o no a éste bebé, sea cómo sea ayúdame Usami san, estoy poniendo todo de mi parte para que nazca, me lo debes, ayúdame y mantente con bien-

Akihiko cree que perderá el juicio por la impotencia aterradora de no poder responder, de no poder moverse, su cuerpo pesa, quizá está sedado y maldice a todos por eso. La mano de Misaki acaricia la suya, es más una palmadita de aliento pero eso es suficiente para que quiera saltar de la camilla y aferrarse a la vida.

Parece que tiene suerte, porque puede entreabrir sus ojos sin cerrarlos ésta vez, ve a Misaki muy concentrado en ayudar a la enfermera a cambiarle de ropa.

Su cuerpo se calienta, irradia calor de enamorados, el monitor de sus signos vitales se acelera y tanto Misaki como la enfermera le ven con preocupación.

Misaki se ve tan majestuoso, más allá de lo que puede soportar, su cabello está más corto, su forma de vestir es madura, una camisa blanca, sin botones y abierta en el pecho nevado, pantalones oscuros ajustándose sobre la camisa, tan impecable, incluso sexy, quiere comérselo de un bocado, amarlo con ardor, es tan insoportable que quiere morir de frustración.

Una de sus manos reacciona tomando la muñeca de Misaki, sin embargo, su corazón es apuñalado cuando Misaki rechaza el agarre alejándose.

-N..No.. Te vayas.. Mi amor.. Misaki, te lo suplico.. Te lo suplico-

-Usami san no sigas, terminamos, solo.. Recupérate, yo estoy bien.. No te avergüences, no te puedes ver más decrépito que yo, mejórate-Misaki sonrió al borde del llanto.

Akihiko no pudo detenerle, Misaki se esfumó tras la puerta sin decir nada más. Esa visita le devolvió la vitalidad al cuerpo, el cansancio sigue ahí, pero solo el físico. Misaki ahora es una neblina de misterios que él quiere descifrar, uno por uno, capa por capa, va a descubrirlo, ¿Dónde vive ahora?, ¿Que hace?, ¿Que piensa?, ¿Por qué se ve tan bien, tan saludable?, lo quiere todo y no se conforma con menos, porque así es Usami Akihiko, las intrigas solo las sostiene en sus libros, no en su vida personal, no con su omega.

-Usami san ¿Se siente bien?-

-Si.. Comida-Se esforzó en decir. La joven enfermera tenía los ojos brillantes, es primera vez que ve a ese paciente sonreír, es muy lindo para que su corazón lo soporte, la sonrisa de Usami Akihiko podría detener y robar cualquier corazón, el suyo acaba de ser robado por un ratero sin contemplaciones.

-Llamaré al médico para que autorice un menú a deshoras, con permiso Usami san-

-Llamaré al médico para que autorice un menú a deshoras, con permiso Usami san-

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