Frasco vacío.

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Nowaki usó un traje negro, Hiroki uno blanco invierno. Alfa y omega combinan cómo el ying y el yang. Nowaki mantiene una sonrisa durante toda la ceremonia, parece feliz, a veces besa a su omega, en otras acaricia su estómago plano, sujeta su mano y le confirma con palabras y miradas, que es el hombre más afortunado.

Akihiko asistió también, lo hizo por Hiroki, en su brazo cuelga suave como una pluma, el omega considerado el más hermoso en esa reunión tan especial. Sudou es elegante, Sudou tiene muchos talentos, Sudou sonríe grácil mientras sus pestañas largas y abundantes son admiradas, mientras los hoyuelos en sus mejillas quieren ser mordidos o lamidos. Akihiko a su lado espanta a cualquier aprovechado, cuida al omega cómo algo más preciado que el oro mismo, porque para Akihiko en ese momento, ese chico es la respuesta a todo.

Nowaki contuvo el impulso de decir cualquier cosa, él no es nadie para decir ya nada con respecto a Usami Akihiko o a Takahashi Misaki. Son dos personas que nada tienen que ver en su nueva vida, y ese es el único pensamiento que debe mantener en su mente, nada más.

El primer baile fue concedido, las parejas jóvenes o ya canosas, se juntan en el centro y luego de reír por sujetar una cintura o apegarse al pecho del otro, se desplazan de aquí para allá.

Los vestidos de las mujeres se alzan al viento, es una escena maravillosa para quién graba todo, el camarógrafo solo quiere hacer un buen trabajo para los novios.

Es una buena noche, cerca hay un par de pequeños árboles de cerezo que claramente son artificiales, los pétalos se sueltan y todos ríen porque la pista se llena de un tono rosa plástico. Algunas mujeres se resbalan con las hojas y entre más carcajadas, alguien aparece a lo lejos, ahí entre los árboles que no son sintéticos.

El primero en verlo es Nowaki. Su corazón se detiene, cree que perdió el aliento cuando trata de recuperarlo y no puede, su esposo toma su mano y le pregunta si se siente bien.

Miente. Dice que no puede estar mejor, lo besa lamiendo un poco sus labios y luego se excusa con ir al baño. Hiroki le pide que no tarde.

Nowaki se da la vuelta, camina justo hacía el árbol dónde creyó ver una extraña aparición, mientras más se acerca, más cree que en realidad solo vio una ilusión. Sus pies siguen, lo harán hasta llegar a dónde debe para terminar de convencerse, cuando lo hace, ambos pies se detienen al mismo tiempo.

-Mis..Misa..-

-Hola Nowaki san.. Te preguntarás que hago aquí, ¿Verdad?, aunque suene un poco absurdo.. No te lo diré, es un secreto-

Nowaki no puede hablar, tiene tanto miedo, Misaki lo aterra, porque puede lograrlo si estaba lejos, pero basta verle una sola vez para que su corazón se rompa y todo duela como vidrio molido pasando por sus arterias y huesos.

-Nowaki san, debo irme pronto, ten..-

Misaki permanece sentado bajo el árbol, su apariencia es incorrupta, suave y armoniosa, se ve lleno de vida y su vientre ahora si que es notorio, su olor es tan adorable que quiere llorar.

El omega sigue desde abajo mirándole, su mano estirada con una carta sellada entre sus frágiles manos. Él no puede recibirla, Nowaki sabe que si lo hace, todo se irá a la basura.

Debe pensar en su familia, por eso aprieta tanto los dientes por lo que hará.

-No la quiero, vete-

-Es solo una carta, recíbela por favor, quiero que la lea..-

-Dije que no la quiero, ¿Qué parte de "no la quiero" no entiendes?, ¿Cuando te volviste tan frívolo Misaki?, si estás despechado porque Usami san escogió a alguien más, esa no es mi culpa, no es culpa de mi hijo y tampoco de Hiro san-

Fragilidad. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora